/ martes 20 de julio de 2021

100 años de Ramón López Velarde

Por: Luis Alberto Fierro

La poesía ha sido compañera inseparable en la historia de la humanidad, ya sea mediante la forma escrita o verbal, su presencia ha estado presente a lo largo de los milenios, lo mismo en los libros sagrados donde las parábolas y metáforas nos ayudan a entender las moralejas o mensajes. Pero también se ha hecho presente para narrar las grandes gestas de la humanidad, tenemos conocimientos de los grandes combates del mundo antiguo por la poesía, pero también sabemos de la creación de regiones y países por medio de los rapsodas que han cantado poéticamente.

También la poesía es el puente para que los sentimientos de las personas nazcan y se proyecten el amor, el desamor, la vida, la muerte y los grandes misterios de la existencia. Por si fuera poco, la poesía generalmente mediante el canto nos ayuda a cohesionar a pueblos en su identidad.

Este año se conmemoran 100 años del fallecimiento del poeta zacatecano Ramón López Velarde, un escritor de amplio reconocimiento en la lengua española lo mismo por los académicos más agudos que por las personas no emparentadas con la literatura. El gran reconocimiento que todo autor sueña.

Su obra contiene lo antes descrito, elementos de religiosidad, nos da pinceladas de la identidad del México de la época que algunas siguen vigentes, a su vez en su poesía amorosa encontramos fino erotismo y en muchas de las obras aparecen las grandes preguntas filosóficas del ser humano.

Un poeta que murió a los 33 años, dejando en la literatura mexicana un lugar imposible de cubrir y generando la gran interrogante de los caminos que pudo seguir su obra. Por lo pronto les comparto un fragmento de su poema más conocido “La Suave Patria”

Yo que sólo canté de la exquisita

partitura del íntimo decoro,

alzo hoy la voz a la mitad del foro

a la manera del tenor que imita

la gutural modulación del bajo,

para cortar a la epopeya un gajo.

Navegaré por las olas civiles

con remos que no pesan, porque van

como los brazos del correo chuán

que remaba la Mancha con fusiles.

Diré con una épica sordina:

la patria es impecable y diamantina.

Suave patria: permite que te envuelva

en la más honda música de selva

con que me modelaste por entero

al golpe cadencioso de las hachas,

entre risas y gritos de muchachas

y pájaros de oficio carpintero.


Por: Luis Alberto Fierro

La poesía ha sido compañera inseparable en la historia de la humanidad, ya sea mediante la forma escrita o verbal, su presencia ha estado presente a lo largo de los milenios, lo mismo en los libros sagrados donde las parábolas y metáforas nos ayudan a entender las moralejas o mensajes. Pero también se ha hecho presente para narrar las grandes gestas de la humanidad, tenemos conocimientos de los grandes combates del mundo antiguo por la poesía, pero también sabemos de la creación de regiones y países por medio de los rapsodas que han cantado poéticamente.

También la poesía es el puente para que los sentimientos de las personas nazcan y se proyecten el amor, el desamor, la vida, la muerte y los grandes misterios de la existencia. Por si fuera poco, la poesía generalmente mediante el canto nos ayuda a cohesionar a pueblos en su identidad.

Este año se conmemoran 100 años del fallecimiento del poeta zacatecano Ramón López Velarde, un escritor de amplio reconocimiento en la lengua española lo mismo por los académicos más agudos que por las personas no emparentadas con la literatura. El gran reconocimiento que todo autor sueña.

Su obra contiene lo antes descrito, elementos de religiosidad, nos da pinceladas de la identidad del México de la época que algunas siguen vigentes, a su vez en su poesía amorosa encontramos fino erotismo y en muchas de las obras aparecen las grandes preguntas filosóficas del ser humano.

Un poeta que murió a los 33 años, dejando en la literatura mexicana un lugar imposible de cubrir y generando la gran interrogante de los caminos que pudo seguir su obra. Por lo pronto les comparto un fragmento de su poema más conocido “La Suave Patria”

Yo que sólo canté de la exquisita

partitura del íntimo decoro,

alzo hoy la voz a la mitad del foro

a la manera del tenor que imita

la gutural modulación del bajo,

para cortar a la epopeya un gajo.

Navegaré por las olas civiles

con remos que no pesan, porque van

como los brazos del correo chuán

que remaba la Mancha con fusiles.

Diré con una épica sordina:

la patria es impecable y diamantina.

Suave patria: permite que te envuelva

en la más honda música de selva

con que me modelaste por entero

al golpe cadencioso de las hachas,

entre risas y gritos de muchachas

y pájaros de oficio carpintero.