/ sábado 29 de diciembre de 2018

2019

2019 es el año que tanto esperamos muchos de nosotros para que esté lleno de paz, de trabajo y de provecho.

De dos personas que se asoman por la ventana de su casa, uno puede ver obscuridad; la tormenta y el lodo, mientras otro puede ver el sol, las estrellas y la prosperidad. Todo depende de a qué lugar dirige su mirada cada uno de ellos, y claro, ahora dependerá también de la guerra abiertamente declarada por el nuevo gobierno en contra de lo que ellos llaman “neoliberalismo” entendiéndose como “libre comercio”; una reducción de libertades. ¿O qué sustituirá al “neolibealismo”?

Muchos nos podemos quejar de que determinados grupos están intentando acabar con nuestra sociedad, con nuestras pertenencias y hasta con nuestra vida por criticar o poner en duda todas esas promesas que son totalmente falsas. Todo lo que ha sucedido es que hombres sin capacidad ni intención para corregir lo que les corresponde están fallando rotunda y miserablemente. Las personas razonablemente prudentes y con sentido común pueden seguir adelante, seguros de que si cada uno de nosotros hacemos lo que nos corresponde en todos los aspectos, mañana, el año próximo y los que le siguen, serán sólo del que trabaja y se gana el pan honradamente. No del que ni estudia ni trabaja.

La historia del mundo nos dice que ha habido catástrofes naturales, múltiples guerras y la población ha seguido en aumento, y a pesar de lo que muchos piensan, mejorando su estándar de vida notablemente. Nuestros miedos, nuestras quejas y la lástima que sentimos por nosotros mismos son innecesarios. ¿Debemos tomar todas las precauciones posibles? ¡Claro que sí! Lo que sucede es que muchos son víctimas de la pereza y se ven y sienten víctimas de los tiempos. Si cada uno de nosotros hiciéramos lo que nos corresponde con los maleantes que nos acechan, el problema sería resuelto. Pero no, queremos que sean las autoridades las que nos salven de todo, cosa que nunca harán. Mejor prueba de esto son los acontecimientos que vemos a diario.

Es bueno y natural desear más, siempre y cuando estemos dispuestos a trabajar más y economizar más. No conozco a alguien realmente pobre que haya sido trabajador, constante e industrioso.

El camino para el año entrante no tiene que ser el del sufrimiento. La violencia del maleante o del gobierno es una degradación del espíritu acarreada por la ambición y la codicia de algunos. Es cierto que nacimos en un mundo material y materialista por izquierda y por derecha. Pero en cada uno de nosotros está la posibilidad y el poder de reenfocar nuestros propósitos y ambiciones. Tenemos que practicar la devoción por el trabajo, la eficiencia y la ambición, mas no la codicia. Encontraremos que lo que debemos esperar del mundo no es la prosperidad en sí, sino la oportunidad de prosperar dentro de una paz física y espiritual.

Sin duda alguna, las cosas volverán a su lugar, ya sea por acción propia o porque se hagan volver a la normalidad por la fuerza. Todo es cuestión de tener un poco de paciencia.

2019 es el año que tanto esperamos muchos de nosotros para que esté lleno de paz, de trabajo y de provecho.

De dos personas que se asoman por la ventana de su casa, uno puede ver obscuridad; la tormenta y el lodo, mientras otro puede ver el sol, las estrellas y la prosperidad. Todo depende de a qué lugar dirige su mirada cada uno de ellos, y claro, ahora dependerá también de la guerra abiertamente declarada por el nuevo gobierno en contra de lo que ellos llaman “neoliberalismo” entendiéndose como “libre comercio”; una reducción de libertades. ¿O qué sustituirá al “neolibealismo”?

Muchos nos podemos quejar de que determinados grupos están intentando acabar con nuestra sociedad, con nuestras pertenencias y hasta con nuestra vida por criticar o poner en duda todas esas promesas que son totalmente falsas. Todo lo que ha sucedido es que hombres sin capacidad ni intención para corregir lo que les corresponde están fallando rotunda y miserablemente. Las personas razonablemente prudentes y con sentido común pueden seguir adelante, seguros de que si cada uno de nosotros hacemos lo que nos corresponde en todos los aspectos, mañana, el año próximo y los que le siguen, serán sólo del que trabaja y se gana el pan honradamente. No del que ni estudia ni trabaja.

La historia del mundo nos dice que ha habido catástrofes naturales, múltiples guerras y la población ha seguido en aumento, y a pesar de lo que muchos piensan, mejorando su estándar de vida notablemente. Nuestros miedos, nuestras quejas y la lástima que sentimos por nosotros mismos son innecesarios. ¿Debemos tomar todas las precauciones posibles? ¡Claro que sí! Lo que sucede es que muchos son víctimas de la pereza y se ven y sienten víctimas de los tiempos. Si cada uno de nosotros hiciéramos lo que nos corresponde con los maleantes que nos acechan, el problema sería resuelto. Pero no, queremos que sean las autoridades las que nos salven de todo, cosa que nunca harán. Mejor prueba de esto son los acontecimientos que vemos a diario.

Es bueno y natural desear más, siempre y cuando estemos dispuestos a trabajar más y economizar más. No conozco a alguien realmente pobre que haya sido trabajador, constante e industrioso.

El camino para el año entrante no tiene que ser el del sufrimiento. La violencia del maleante o del gobierno es una degradación del espíritu acarreada por la ambición y la codicia de algunos. Es cierto que nacimos en un mundo material y materialista por izquierda y por derecha. Pero en cada uno de nosotros está la posibilidad y el poder de reenfocar nuestros propósitos y ambiciones. Tenemos que practicar la devoción por el trabajo, la eficiencia y la ambición, mas no la codicia. Encontraremos que lo que debemos esperar del mundo no es la prosperidad en sí, sino la oportunidad de prosperar dentro de una paz física y espiritual.

Sin duda alguna, las cosas volverán a su lugar, ya sea por acción propia o porque se hagan volver a la normalidad por la fuerza. Todo es cuestión de tener un poco de paciencia.