/ miércoles 15 de septiembre de 2021

3 Elementos

Por: Juan González Lechuga

Hace algún tiempo tenía una conversación con una persona mayor que yo, se podría decir que se encontraba entre el término del adulto joven y el inicio de la adultez mayor; durante el diálogo, me interrogaba sobre mi participación en la política, en diversos grupos estudiantiles y asociaciones civiles; me preguntaba sobre los porqués de generar y apoyar proyectos para nuestras colonias, los porqués de buscar cambiar nuestro contexto desde el servicio público y de la sociedad civil organizada.

El argumento de sus cuestionamientos se basaba en 3 elementos –

El primero era que “únicamente los locos estaban seguros que se podía cambiar el mundo”.

El segundo elemento radica en una afirmación de imposibildiad para cambiar las cosas que durante años han funcionado mal, sea por causa de gobiernos negligentes o por la anteposición de intereses personales a los intereses comunes en una sociedad.

El tercero, que yo era esclavo de mi juventud, que ella era la que me hacía un soñador, creer que todo era posible, pero que en la realidad nada cambiaba.

Ante esos tres elementos de su argumento central, y en una escucha detenida, quede convencido de tres elementos propios:

El primero, comenzar a sospechar que estaba yo loco, confirmándolo de manera inmediata, pues me habita la certeza de que sí se puede cambiar el mundo.

El segundo, que el término “imposible” jamás tendría cabida cuando de cambiar las realidades se trata.

El tércero, que mis convicciones, mi juventud y mi locura son las que me hacen soñar y tomar acciones en consecuencia, que me hacen materializar los sueños compartidos con una generación, y los anhelos más grandes que nos son transmitidos por un legado de humanidad.

Nuestro destino sería diferente si cada vez más personas nos dedicamos a otorgar parte de nuestra vida a cambiar las realidades en las que vivimos, si bien las injusticias sociales se han germinado durante el tiempo, la preparación y la convicción son las mejores herramientas para combatir y revertir.

La anécdota anterior es una motivación que durante mucho tiempo me ha impulsado a seguir trabajando en búsqueda de cambiar realidades y cuando menos lo piensas te topas con personas igual de locas que tú, que no solo están convencidos, sino que actúan día a día con ese propósito que se ve lejano, pero se acorta con cada acción en la construcción de un mundo mejor.

Te invito el día de hoy a convencerte de que es posible llenar nuestra ciudad de oportunidades y para lograrlo es necesaria tu participación, la importancia de no dejar los lugares vacíos, aquellos que siguen dejando a las personas menos aptas para representarnos, sal, convéncete y crea un cambio.

Por: Juan González Lechuga

Hace algún tiempo tenía una conversación con una persona mayor que yo, se podría decir que se encontraba entre el término del adulto joven y el inicio de la adultez mayor; durante el diálogo, me interrogaba sobre mi participación en la política, en diversos grupos estudiantiles y asociaciones civiles; me preguntaba sobre los porqués de generar y apoyar proyectos para nuestras colonias, los porqués de buscar cambiar nuestro contexto desde el servicio público y de la sociedad civil organizada.

El argumento de sus cuestionamientos se basaba en 3 elementos –

El primero era que “únicamente los locos estaban seguros que se podía cambiar el mundo”.

El segundo elemento radica en una afirmación de imposibildiad para cambiar las cosas que durante años han funcionado mal, sea por causa de gobiernos negligentes o por la anteposición de intereses personales a los intereses comunes en una sociedad.

El tercero, que yo era esclavo de mi juventud, que ella era la que me hacía un soñador, creer que todo era posible, pero que en la realidad nada cambiaba.

Ante esos tres elementos de su argumento central, y en una escucha detenida, quede convencido de tres elementos propios:

El primero, comenzar a sospechar que estaba yo loco, confirmándolo de manera inmediata, pues me habita la certeza de que sí se puede cambiar el mundo.

El segundo, que el término “imposible” jamás tendría cabida cuando de cambiar las realidades se trata.

El tércero, que mis convicciones, mi juventud y mi locura son las que me hacen soñar y tomar acciones en consecuencia, que me hacen materializar los sueños compartidos con una generación, y los anhelos más grandes que nos son transmitidos por un legado de humanidad.

Nuestro destino sería diferente si cada vez más personas nos dedicamos a otorgar parte de nuestra vida a cambiar las realidades en las que vivimos, si bien las injusticias sociales se han germinado durante el tiempo, la preparación y la convicción son las mejores herramientas para combatir y revertir.

La anécdota anterior es una motivación que durante mucho tiempo me ha impulsado a seguir trabajando en búsqueda de cambiar realidades y cuando menos lo piensas te topas con personas igual de locas que tú, que no solo están convencidos, sino que actúan día a día con ese propósito que se ve lejano, pero se acorta con cada acción en la construcción de un mundo mejor.

Te invito el día de hoy a convencerte de que es posible llenar nuestra ciudad de oportunidades y para lograrlo es necesaria tu participación, la importancia de no dejar los lugares vacíos, aquellos que siguen dejando a las personas menos aptas para representarnos, sal, convéncete y crea un cambio.