/ miércoles 14 de marzo de 2018

A días de iniciarse la campaña presidencial

En la repulsa contra el PRI, poco se aprecia el único que podría comandar este cada vez más cercano caos: Mikel Arriola. De cualidades comprobadas, supone el mejor prospecto, para los capitalinos. Es hora de pensar en votar y dejar fuera el partido, en vista de que, en todas partes se cuecen habas. Y no es para menos, empezando por Alejandra Barrales que está en tela de juicio por enriquecimiento inexplicable (tiene departamento en Miami y una mansión en Lomas de Chapultepec). La ex lideresa de las aeromozas en sus desempeños de cargos públicos en la capital tuvo acusaciones de malos manejos de fondos y escándalos como el de las becas, saliendo airosa. Como lo dijo Emilio Buendía, el domingo 11 de febrero concluyeron las precampañas y la etapa electoral en que los precandidatos buscan el respaldo de los militantes y simpatizantes de sus respectivos partidos políticos para la obtención de candidaturas. Significando que ya no podremos ver ni escuchar a los aspirantes en los promocionales de radio y televisión. Además, no podrán  realizarse eventos públicos. La campaña electoral federal inicia una vez que el INE otorga el registro de candidaturas y, la fecha que ha determinado la autoridad administrativa es el 29 de marzo. El tiempo entre el fin de la precampaña y el inicio de campañas es lo que se denomina como “intercampaña”.

El genio indiscutible del autodedazo y autoritarismo, Andrés Manuel López Obrador, sigue su camino de 20 años de campaña presidencial, con la cantaleta que ha entonado sin variación alguna: derrocar a la mafia del poder, otorgando perdones que recoge despojos de esa imaginaria caterva de corruptos y corruptores. Las de José Antonio Meade no son diatribas, desahogos personales de grupos o de partido; veinte años de ejercicio encabezando cinco secretarías de Estado, con hojas de servicio con resultados comprobables, avalan la oferta del candidato. A las encuestas de opinión cuyos márgenes de confiabilidad o desconfianza son proverbialmente amplios, les falta aún calcular o estimar el posible voto de más de 50 millones de electores que no manifiestan todavía su decisión electoral.

En la repulsa contra el PRI, poco se aprecia el único que podría comandar este cada vez más cercano caos: Mikel Arriola. De cualidades comprobadas, supone el mejor prospecto, para los capitalinos. Es hora de pensar en votar y dejar fuera el partido, en vista de que, en todas partes se cuecen habas. Y no es para menos, empezando por Alejandra Barrales que está en tela de juicio por enriquecimiento inexplicable (tiene departamento en Miami y una mansión en Lomas de Chapultepec). La ex lideresa de las aeromozas en sus desempeños de cargos públicos en la capital tuvo acusaciones de malos manejos de fondos y escándalos como el de las becas, saliendo airosa. Como lo dijo Emilio Buendía, el domingo 11 de febrero concluyeron las precampañas y la etapa electoral en que los precandidatos buscan el respaldo de los militantes y simpatizantes de sus respectivos partidos políticos para la obtención de candidaturas. Significando que ya no podremos ver ni escuchar a los aspirantes en los promocionales de radio y televisión. Además, no podrán  realizarse eventos públicos. La campaña electoral federal inicia una vez que el INE otorga el registro de candidaturas y, la fecha que ha determinado la autoridad administrativa es el 29 de marzo. El tiempo entre el fin de la precampaña y el inicio de campañas es lo que se denomina como “intercampaña”.

El genio indiscutible del autodedazo y autoritarismo, Andrés Manuel López Obrador, sigue su camino de 20 años de campaña presidencial, con la cantaleta que ha entonado sin variación alguna: derrocar a la mafia del poder, otorgando perdones que recoge despojos de esa imaginaria caterva de corruptos y corruptores. Las de José Antonio Meade no son diatribas, desahogos personales de grupos o de partido; veinte años de ejercicio encabezando cinco secretarías de Estado, con hojas de servicio con resultados comprobables, avalan la oferta del candidato. A las encuestas de opinión cuyos márgenes de confiabilidad o desconfianza son proverbialmente amplios, les falta aún calcular o estimar el posible voto de más de 50 millones de electores que no manifiestan todavía su decisión electoral.