/ sábado 4 de agosto de 2018

A este lado del paraíso

“Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto”

Salvador Díaz Mirón – Poeta mexicano (1853-1928)

“A este lado del paraíso” es el título de una novela del escritor norteamericano Scott Fitzgerald; en el capítulo 3, el ególatra medita y hay un diálogo así:

“-Es que tú no entiendes. – ¡Claro que lo entiendo!, lo que pasa es que siempre estás hablando de ti y ya me aburriste…”.

Leyendo esta novela recordé la oposición que ha tenido la propuesta de Andrés Manuel, como presidente electo, de poner en práctica a partir del 1 de diciembre un plan de austeridad republicano, mediante el cual ningún funcionario público, federal, estatal o municipal, de ninguno de los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Federal, pueda tener un salario superior a los 108 mil pesos mensuales, que se autoasignará el próximo presidente de la república, reduciéndose voluntariamente a menos del 50% del ingreso actual de Enrique Peña Nieto.

Esta medida anunciada ha desatado abierta oposición por algunos integrantes de la alta burocracia política, incluyendo a personajes como la Sra. Olga Sánchez Cordero, ex ministra de la Suprema Corte de Justicia, designada por Andrés Manuel como próxima titular de la Secretaría de Gobernación.

El Poder Judicial federal es la élite de la alta burocracia federal, con un salario aproximado de 650 mil pesos mensuales, 500% más que los 108 mil pesos mensuales autoasignados por Andrés Manuel.

A nivel local, el máximo salario no lo recibe el gobernador del estado, 128 mil mensuales, sino la presidente de la Judicatura Estatal, 140 mil mensuales, así como los demás integrantes de la Judicatura del estado.

Un nuevo proyecto de nación está obligado a respetar la ley, como está obligado a hacerla cumplir, la medida de austeridad de tope de ingreso salarial a la burocracia federal es una de las que seguramente cuenta con mayor respaldo popular, puesto que ejemplifica un combate directo a la gran desigualdad entre decenas de millones de mexicanos, que sobreviven en la pobreza o en la miseria económica, al mismo tiempo que la alta burocracia es privilegiada con sueldos estratosféricos, que sí cobran pero la mayoría de las veces no desquitan.

El presidente de la Condusef -Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros-, Mario Di Constanzo, afirma que son 54 mil los integrantes de la “élite dorada” burocrática federal que ganan más de los 108 mil pesos mensuales puestos como tope por Andrés Manuel, no son decenas ni cientos, no son miles, son decenas de miles: 54 mil, son demasiados funcionarios, es la élite dorada, que se autoasignó estos sueldos, cuando la revolución se hizo gobierno, y se olvidó por completo de sus orígenes, entre otras causas, por eso perdió el PRIANRD.

Un gobierno diferente y mejor, está bien que reduzca los altos ingresos, está bien pero no es suficiente, es igual de importante que los ingresos se relacionen con los resultados, Andrés Manuel ha dicho que será despedido el 70% de los 195 mil servidores públicos del personal de confianza del gobierno federal, es decir, 136,500 servidores públicos, ¿en dónde y cuándo encontrarán un nuevo empleo?, un millón de servidores públicos sindicalizados no tienen riesgo de ser despedidos.

Quienes se queden en la administración pública federal, ganando hasta 108 mil pesos mensuales, se quedarán de este lado del paraíso, quienes sean despedidos no.

La lógica de la eficiencia en la administración pública nos dicta acciones de despidos para adelgazar una burocracia obesa, la lógica de la solidaridad con más de 100 mil trabajadores que perderán su empleo, nos dice que un nuevo proyecto de nación debe tener alternativas laborales para ellos también.

Opino que la solución más justa no es despedirlos, sino reubicarlos, si sobran donde están, ellos no se contrataron solos, los contrató una administración pública federal, en alguna parte han de ser útiles sus servicios. Ya es tiempo de que los platos rotos los paguen los que ganan más, no los que ganan menos.

La alta burocracia, la élite dorada, no entiende que ya nos aburrió, como dijo Scott Fitzgerald.


“Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto”

Salvador Díaz Mirón – Poeta mexicano (1853-1928)

“A este lado del paraíso” es el título de una novela del escritor norteamericano Scott Fitzgerald; en el capítulo 3, el ególatra medita y hay un diálogo así:

“-Es que tú no entiendes. – ¡Claro que lo entiendo!, lo que pasa es que siempre estás hablando de ti y ya me aburriste…”.

Leyendo esta novela recordé la oposición que ha tenido la propuesta de Andrés Manuel, como presidente electo, de poner en práctica a partir del 1 de diciembre un plan de austeridad republicano, mediante el cual ningún funcionario público, federal, estatal o municipal, de ninguno de los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Federal, pueda tener un salario superior a los 108 mil pesos mensuales, que se autoasignará el próximo presidente de la república, reduciéndose voluntariamente a menos del 50% del ingreso actual de Enrique Peña Nieto.

Esta medida anunciada ha desatado abierta oposición por algunos integrantes de la alta burocracia política, incluyendo a personajes como la Sra. Olga Sánchez Cordero, ex ministra de la Suprema Corte de Justicia, designada por Andrés Manuel como próxima titular de la Secretaría de Gobernación.

El Poder Judicial federal es la élite de la alta burocracia federal, con un salario aproximado de 650 mil pesos mensuales, 500% más que los 108 mil pesos mensuales autoasignados por Andrés Manuel.

A nivel local, el máximo salario no lo recibe el gobernador del estado, 128 mil mensuales, sino la presidente de la Judicatura Estatal, 140 mil mensuales, así como los demás integrantes de la Judicatura del estado.

Un nuevo proyecto de nación está obligado a respetar la ley, como está obligado a hacerla cumplir, la medida de austeridad de tope de ingreso salarial a la burocracia federal es una de las que seguramente cuenta con mayor respaldo popular, puesto que ejemplifica un combate directo a la gran desigualdad entre decenas de millones de mexicanos, que sobreviven en la pobreza o en la miseria económica, al mismo tiempo que la alta burocracia es privilegiada con sueldos estratosféricos, que sí cobran pero la mayoría de las veces no desquitan.

El presidente de la Condusef -Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros-, Mario Di Constanzo, afirma que son 54 mil los integrantes de la “élite dorada” burocrática federal que ganan más de los 108 mil pesos mensuales puestos como tope por Andrés Manuel, no son decenas ni cientos, no son miles, son decenas de miles: 54 mil, son demasiados funcionarios, es la élite dorada, que se autoasignó estos sueldos, cuando la revolución se hizo gobierno, y se olvidó por completo de sus orígenes, entre otras causas, por eso perdió el PRIANRD.

Un gobierno diferente y mejor, está bien que reduzca los altos ingresos, está bien pero no es suficiente, es igual de importante que los ingresos se relacionen con los resultados, Andrés Manuel ha dicho que será despedido el 70% de los 195 mil servidores públicos del personal de confianza del gobierno federal, es decir, 136,500 servidores públicos, ¿en dónde y cuándo encontrarán un nuevo empleo?, un millón de servidores públicos sindicalizados no tienen riesgo de ser despedidos.

Quienes se queden en la administración pública federal, ganando hasta 108 mil pesos mensuales, se quedarán de este lado del paraíso, quienes sean despedidos no.

La lógica de la eficiencia en la administración pública nos dicta acciones de despidos para adelgazar una burocracia obesa, la lógica de la solidaridad con más de 100 mil trabajadores que perderán su empleo, nos dice que un nuevo proyecto de nación debe tener alternativas laborales para ellos también.

Opino que la solución más justa no es despedirlos, sino reubicarlos, si sobran donde están, ellos no se contrataron solos, los contrató una administración pública federal, en alguna parte han de ser útiles sus servicios. Ya es tiempo de que los platos rotos los paguen los que ganan más, no los que ganan menos.

La alta burocracia, la élite dorada, no entiende que ya nos aburrió, como dijo Scott Fitzgerald.