/ martes 10 de mayo de 2022

¿A quién representan los políticos? 

Si bien nuestro sistema democrático contempla la representación política mediante la participación desde los partidos políticos, experimentamos cada vez con mayor fuerza que los partidos representan los intereses de los integrantes de sus cúpulas y no los de la ciudadanía, y por ende, los representantes populares sirven a intereses ocultos alejados de las necesidades que se deben resolver a la población.

Existe una infinidad de agendas pendientes sobre temas que se han intentado esconder bajo la alfombra y que la realidad nos dice que no pueden seguir siendo ignorados pues desbordan dolor, hartazgo, crisis y decepción: niñas y niños abusados sexualmente sin que se les haga justicia en su integridad, mujeres abusadas y asesinadas sin que se les dé prioridad a sus causas y a sus vidas, miles de mexicanos desaparecidos sin que se actúe con la fuerza del Estado para consolar con justicia a las familias y a frenar con fuerza a la delincuencia… decenas de temas usados como banderas políticas en campaña para obtener votos y guardados bajo llave cuando se vuelven obligación.

Por otro lado, vemos a políticos de todos los colores y niveles, idolatrarse y denigrarse entre ellos, emprender campañas electorales a futuro desde sus cargos públicos, representar con mucha insistencia las agendas de sus partidos en el juego electoral, pero que no recogen ni por error el sentir de la gente.

Los políticos insisten en elegir la opción de desconectarse de la gente y desconocer sus realidades, entonces, si nuestro alcaldes, nuestros diputados y cada funcionario de nuestros gobiernos no nos están representando, ¿qué están haciendo?, ¿qué representan?

¿Cómo están nuestros representantes cumpliendo su obligación de prever, atender y resolver los problemas que los ciudadanos enfrentan diariamente, sin tregua y sin presupuesto?

Desde estas interrogantes aseguro que generaciones enteras nos sentimos no representadas, la política a la mayoría importa poco y no por indiferencia, sino porque los políticos han demostrado tan poca capacidad de representación que no esperamos mucho y si hay que lograr algo, lo construimos por nuestra cuenta.

Pero, ¿es lo correcto?, o para qué están en sus cargos quienes administran nuestro dinero?

Estamos frente a la urgencia de poner en pausa la dinámica indolente de los políticos indiferentes y empujar las agendas de la gente por la vía de la gente. Porque los políticos aprenden a escuchar y responder, o los ciudadanos aprendemos a remover y congelar.


Si bien nuestro sistema democrático contempla la representación política mediante la participación desde los partidos políticos, experimentamos cada vez con mayor fuerza que los partidos representan los intereses de los integrantes de sus cúpulas y no los de la ciudadanía, y por ende, los representantes populares sirven a intereses ocultos alejados de las necesidades que se deben resolver a la población.

Existe una infinidad de agendas pendientes sobre temas que se han intentado esconder bajo la alfombra y que la realidad nos dice que no pueden seguir siendo ignorados pues desbordan dolor, hartazgo, crisis y decepción: niñas y niños abusados sexualmente sin que se les haga justicia en su integridad, mujeres abusadas y asesinadas sin que se les dé prioridad a sus causas y a sus vidas, miles de mexicanos desaparecidos sin que se actúe con la fuerza del Estado para consolar con justicia a las familias y a frenar con fuerza a la delincuencia… decenas de temas usados como banderas políticas en campaña para obtener votos y guardados bajo llave cuando se vuelven obligación.

Por otro lado, vemos a políticos de todos los colores y niveles, idolatrarse y denigrarse entre ellos, emprender campañas electorales a futuro desde sus cargos públicos, representar con mucha insistencia las agendas de sus partidos en el juego electoral, pero que no recogen ni por error el sentir de la gente.

Los políticos insisten en elegir la opción de desconectarse de la gente y desconocer sus realidades, entonces, si nuestro alcaldes, nuestros diputados y cada funcionario de nuestros gobiernos no nos están representando, ¿qué están haciendo?, ¿qué representan?

¿Cómo están nuestros representantes cumpliendo su obligación de prever, atender y resolver los problemas que los ciudadanos enfrentan diariamente, sin tregua y sin presupuesto?

Desde estas interrogantes aseguro que generaciones enteras nos sentimos no representadas, la política a la mayoría importa poco y no por indiferencia, sino porque los políticos han demostrado tan poca capacidad de representación que no esperamos mucho y si hay que lograr algo, lo construimos por nuestra cuenta.

Pero, ¿es lo correcto?, o para qué están en sus cargos quienes administran nuestro dinero?

Estamos frente a la urgencia de poner en pausa la dinámica indolente de los políticos indiferentes y empujar las agendas de la gente por la vía de la gente. Porque los políticos aprenden a escuchar y responder, o los ciudadanos aprendemos a remover y congelar.