/ martes 16 de febrero de 2021

A reflexionar | Gobernar o ejercer revanchas

“Nadie es capaz de hacerle frente a un trabajo si no se siente competente, sin embargo, muchos piensan que son capaces de controlar el más difícil de los trabajos: el gobierno.” -Sócrates

Es peligroso luchar por el poder, por todos los medios, para ejercer revanchas, venganzas y convertirlo en una agencia suprema del ministerio público. En las monarquías absolutas, quienes ambicionaban riquezas, títulos, canonjías y privilegios debían buscar el “favor de los monarcas”. Lealtad, lacayismo, falsedades e influyentismos, eran algunos de los recursos muy socorridos en las cortes para que el “álter ego” (el rey), los tomara en cuenta, para algún encargo administrativo, militar y clerical. Las semillas de las rebeliones se prohijaron en esos ámbitos de los núcleos, de los odios, de los rencores que anidaron rencores y revanchas. Algunos reyes y mujeres aspirantes a la monarquía, pagaron con sus cabezas por las pasiones ocultas en los palacios. María Estuardo perdió su cabeza por intrigas y acusaciones falsas por el odio de los Estuardo y los Tudor. Más adelante el rey inglés Carlos I, por intentar frenar el parlamentarismo, que finalmente triunfó en 1688.

Debemos reflexionar en un proceso de justicia para la mujer, sin violencia en España, de los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, al escucharse la frase inmortal: “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Sin embargo en Francia, el apogeo de los regímenes absolutos llegó con Luis IV, El “rey sol” que exclamó: “Le etat e moi”, menciono esta frase porque hace uso de ella el dictador que tenemos por “presidente” en México. Luego, Luis XVI enfrentó a los revolucionarios franceses, ya divididos en moderados y radicales, y quienes finalmente guillotinaron al rey y a su esposa, María Antonieta. Mientras atisbaba el panorama y con actitudes gatopardistas, Napoleón Bonaparte dio su golpe de Estado, que lo llevó a la corona de emperador.

Muchas luchas se dieron por el establecimiento de regímenes democráticos, pero, dirigidos por grupos y pandillas que los partidos crearon dentro de sus institutos políticos, que pronto se apoderaron del poder estatal. Los odios, los revanchismos, y los oportunismos están a la orden del día. Se debe reflexionar que utilizar la publicidad para conmover a los ciudadanos a votar por sus candidatos, quienes ayer estaban en el PRI y hoy amanecieron en el PRD. O bien, gobernadores y el mismo presidente que actúan como agentes del ministerio público, sin gobernar de acuerdo a la ley. Ese vacío de poder asfixia al pueblo mexicano y retira los intentos de democratizar a nuestra querida patria. Brotaron candidatos a granel que no conocen ni la o por lo redondo, en materia política.

Votemos, pero votemos bien, no por los que nos llaman por teléfono y nos quieren afiliar con despensas y promesas que no cumplirán.

“Nadie es capaz de hacerle frente a un trabajo si no se siente competente, sin embargo, muchos piensan que son capaces de controlar el más difícil de los trabajos: el gobierno.” -Sócrates

Es peligroso luchar por el poder, por todos los medios, para ejercer revanchas, venganzas y convertirlo en una agencia suprema del ministerio público. En las monarquías absolutas, quienes ambicionaban riquezas, títulos, canonjías y privilegios debían buscar el “favor de los monarcas”. Lealtad, lacayismo, falsedades e influyentismos, eran algunos de los recursos muy socorridos en las cortes para que el “álter ego” (el rey), los tomara en cuenta, para algún encargo administrativo, militar y clerical. Las semillas de las rebeliones se prohijaron en esos ámbitos de los núcleos, de los odios, de los rencores que anidaron rencores y revanchas. Algunos reyes y mujeres aspirantes a la monarquía, pagaron con sus cabezas por las pasiones ocultas en los palacios. María Estuardo perdió su cabeza por intrigas y acusaciones falsas por el odio de los Estuardo y los Tudor. Más adelante el rey inglés Carlos I, por intentar frenar el parlamentarismo, que finalmente triunfó en 1688.

Debemos reflexionar en un proceso de justicia para la mujer, sin violencia en España, de los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, al escucharse la frase inmortal: “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Sin embargo en Francia, el apogeo de los regímenes absolutos llegó con Luis IV, El “rey sol” que exclamó: “Le etat e moi”, menciono esta frase porque hace uso de ella el dictador que tenemos por “presidente” en México. Luego, Luis XVI enfrentó a los revolucionarios franceses, ya divididos en moderados y radicales, y quienes finalmente guillotinaron al rey y a su esposa, María Antonieta. Mientras atisbaba el panorama y con actitudes gatopardistas, Napoleón Bonaparte dio su golpe de Estado, que lo llevó a la corona de emperador.

Muchas luchas se dieron por el establecimiento de regímenes democráticos, pero, dirigidos por grupos y pandillas que los partidos crearon dentro de sus institutos políticos, que pronto se apoderaron del poder estatal. Los odios, los revanchismos, y los oportunismos están a la orden del día. Se debe reflexionar que utilizar la publicidad para conmover a los ciudadanos a votar por sus candidatos, quienes ayer estaban en el PRI y hoy amanecieron en el PRD. O bien, gobernadores y el mismo presidente que actúan como agentes del ministerio público, sin gobernar de acuerdo a la ley. Ese vacío de poder asfixia al pueblo mexicano y retira los intentos de democratizar a nuestra querida patria. Brotaron candidatos a granel que no conocen ni la o por lo redondo, en materia política.

Votemos, pero votemos bien, no por los que nos llaman por teléfono y nos quieren afiliar con despensas y promesas que no cumplirán.