/ martes 18 de agosto de 2020

A reflexionar, vamos con la Nación

“El que se paga de su parecer lo vencen sus enemigos”. Proverbio árabe


En la actualidad todas las prácticas entre adultos conscientes que eligen voluntariamente lo que les apetece no tienen responsabilidad penal ni ética, y el daño empieza cuando se le impone algo a otra persona por la fuerza. La Nación obtiene la fuerza para enfrentar los obstáculos y las calamidades cuando la paz, derivada del amor y de la unidad que deben ser los pilares de la sociedad. La libertad fue uno de los clamores de los revolucionarios franceses a partir de 1789, pero los ancestrales rencores y el odio proclamado por los caudillos devoró a muchos semejantes y diluyó los principios de “Liberté, egalité y fraternité”. Fue a tal grado la fuerza de la imposición de normas y principios, que el baño de sangre alcanzó a reaccionarios, revolucionarios e inocentes campesinos. Fue la era del “terror”. La división del pueblo francés perdió su fuerza en la desunión.

Hoy en día tenemos un escenario de terror, pesimismo e incertidumbre en nuestra amada Patria. No olvidemos el principio de que el futuro es predictivo y tiene su raíz hoy. No es un fenómeno horóscopo, ni mágico, ya lo estamos construyendo y debemos reflexionar en la verdadera unión, sin imposiciones de caudillos, ni de adivinadores de lo que en desgracia iremos a padecer. Dos grandes males nos oprimen: la violencia cruel y sangrienta, a título de lo que sea, y la carestía de las familias mexicanas para satisfacer sus necesidades elementales. La Nación debe fortalecerse con sus hijos, sin rencores y con estrechos acercamientos éticos y morales, con el mejor gobierno sujeto a las leyes. En las tiernas mentes infantiles debemos construir, padres y maestros, y la sociedad entera, la verdad, erradicar las posverdades y sola irá cayendo la tan mencionada corrupción.

No promovamos la división, ni el encono, demos fuerza a la fraternidad, como aspiraron los revolucionarios franceses hace más de 200 años. Por otro lado, la pandemia enfrenta a las potencias económicas por la paternidad de la vacuna contra el diminuto virus, es más, ya la tienen, pero luchan por su producción, distribución y venta. Los mercados están sedientos de tal medicamento. Reflexionemos, lo esencial es la Nación.

“El que se paga de su parecer lo vencen sus enemigos”. Proverbio árabe


En la actualidad todas las prácticas entre adultos conscientes que eligen voluntariamente lo que les apetece no tienen responsabilidad penal ni ética, y el daño empieza cuando se le impone algo a otra persona por la fuerza. La Nación obtiene la fuerza para enfrentar los obstáculos y las calamidades cuando la paz, derivada del amor y de la unidad que deben ser los pilares de la sociedad. La libertad fue uno de los clamores de los revolucionarios franceses a partir de 1789, pero los ancestrales rencores y el odio proclamado por los caudillos devoró a muchos semejantes y diluyó los principios de “Liberté, egalité y fraternité”. Fue a tal grado la fuerza de la imposición de normas y principios, que el baño de sangre alcanzó a reaccionarios, revolucionarios e inocentes campesinos. Fue la era del “terror”. La división del pueblo francés perdió su fuerza en la desunión.

Hoy en día tenemos un escenario de terror, pesimismo e incertidumbre en nuestra amada Patria. No olvidemos el principio de que el futuro es predictivo y tiene su raíz hoy. No es un fenómeno horóscopo, ni mágico, ya lo estamos construyendo y debemos reflexionar en la verdadera unión, sin imposiciones de caudillos, ni de adivinadores de lo que en desgracia iremos a padecer. Dos grandes males nos oprimen: la violencia cruel y sangrienta, a título de lo que sea, y la carestía de las familias mexicanas para satisfacer sus necesidades elementales. La Nación debe fortalecerse con sus hijos, sin rencores y con estrechos acercamientos éticos y morales, con el mejor gobierno sujeto a las leyes. En las tiernas mentes infantiles debemos construir, padres y maestros, y la sociedad entera, la verdad, erradicar las posverdades y sola irá cayendo la tan mencionada corrupción.

No promovamos la división, ni el encono, demos fuerza a la fraternidad, como aspiraron los revolucionarios franceses hace más de 200 años. Por otro lado, la pandemia enfrenta a las potencias económicas por la paternidad de la vacuna contra el diminuto virus, es más, ya la tienen, pero luchan por su producción, distribución y venta. Los mercados están sedientos de tal medicamento. Reflexionemos, lo esencial es la Nación.