/ viernes 5 de julio de 2019

Absolutamente libres y felices


Un grupo de adolescentes fue interrogado por un profesor con el siguiente cuestionamiento: Dime tres objetivos que te gustaría alcanzar en la vida. ¡Qué buena pregunta! Las respuestas fueron variadas, pero más o menos dentro de un rumbo común: Terminar la carrera y conseguir un buen trabajo, viajar por todo el mundo, casarme y tener una familia, ser presidente de México, ser una bailarina famosa, ser rico, tener autos deportivos, jugar en el Real Madrid, tener miles de seguidores en YouTube, ser completamente libre… Está claro que ninguno se pronunció por llegar a ser narcotraficante, tratante de blancas, sicario, secuestrador, estafador, o funcionario corrupto… ¡Pero luego resulta que en nuestra sociedad nos encontramos con estas lacras!

Ninguno de los chavos cuestionados dijo que le gustaría ser un buen hijo, un buen esposo(a), un buen hermano o un buen amigo. Ninguno deseaba ser un buen ciudadano, trabajar en pro de las clases más necesitadas.

Detengámonos un poco en el importante tema del uso de la libertad y su relación con la felicidad que todos anhelamos.

Tenemos una libertad limitada que depende, en parte, de los datos que le da la inteligencia; pero no está determinada por ésta, pues la voluntad es libre y, de hecho, es la principal facultad humana.

En resumen, la libertad no está determinada por la inteligencia de forma obligatoria, pues aunque la inteligencia vea claramente qué debemos hacer, la voluntad será la que decida si lo hace, y cómo lo hace. Entender lo que es conveniente no nos obliga a actuar de la mejor manera, pues cuando la voluntad quiere hacer algo puede manipular a la inteligencia haciéndola inventar excusas y así justificar sus caprichos.

Muchos están hartos de todo, pero llenos de nada; y no están dispuestos al sacrificio porque han puesto sus esperanzas de felicidad en planes egoístas donde reinan la comodidad y el orgullo. Sin embargo, ansían la felicidad que sólo se descubre cuando se vive la preocupación por amar y ayudar a los demás. En eso es en lo que debemos usar nuestra libertad si realmente somos inteligentes.

www.padrealejandro.com



Un grupo de adolescentes fue interrogado por un profesor con el siguiente cuestionamiento: Dime tres objetivos que te gustaría alcanzar en la vida. ¡Qué buena pregunta! Las respuestas fueron variadas, pero más o menos dentro de un rumbo común: Terminar la carrera y conseguir un buen trabajo, viajar por todo el mundo, casarme y tener una familia, ser presidente de México, ser una bailarina famosa, ser rico, tener autos deportivos, jugar en el Real Madrid, tener miles de seguidores en YouTube, ser completamente libre… Está claro que ninguno se pronunció por llegar a ser narcotraficante, tratante de blancas, sicario, secuestrador, estafador, o funcionario corrupto… ¡Pero luego resulta que en nuestra sociedad nos encontramos con estas lacras!

Ninguno de los chavos cuestionados dijo que le gustaría ser un buen hijo, un buen esposo(a), un buen hermano o un buen amigo. Ninguno deseaba ser un buen ciudadano, trabajar en pro de las clases más necesitadas.

Detengámonos un poco en el importante tema del uso de la libertad y su relación con la felicidad que todos anhelamos.

Tenemos una libertad limitada que depende, en parte, de los datos que le da la inteligencia; pero no está determinada por ésta, pues la voluntad es libre y, de hecho, es la principal facultad humana.

En resumen, la libertad no está determinada por la inteligencia de forma obligatoria, pues aunque la inteligencia vea claramente qué debemos hacer, la voluntad será la que decida si lo hace, y cómo lo hace. Entender lo que es conveniente no nos obliga a actuar de la mejor manera, pues cuando la voluntad quiere hacer algo puede manipular a la inteligencia haciéndola inventar excusas y así justificar sus caprichos.

Muchos están hartos de todo, pero llenos de nada; y no están dispuestos al sacrificio porque han puesto sus esperanzas de felicidad en planes egoístas donde reinan la comodidad y el orgullo. Sin embargo, ansían la felicidad que sólo se descubre cuando se vive la preocupación por amar y ayudar a los demás. En eso es en lo que debemos usar nuestra libertad si realmente somos inteligentes.

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