/ martes 3 de septiembre de 2019

Acentos

No es la primera vez que tratamos el tema, mas creemos es necesario hacerlo. Nuestro idioma lo merece.

Pasamos frente a un banco donde destaca un letrero con el nombre de dicho establecimiento. Lo primero que notamos es que a dicho letrero -muy bien hecho por cierto- le falta el acento.

Leemos una demanda para presentarla ante un juez. Al recorrerla con la vista encontramos varias faltas de ortografía, destacando la falta de acentos, errores de puntuación y una redacción fallida en algún punto.

Miramos una invitación para unos diplomados y, de nuevo, la falta de acentos en determinadas palabras es evidente.

Son solamente tres casos tomados al azar. Además de los mismos –y es lamentable- en letreros por televisión, determinadas veces en medios escritos, en trabajos escolares de distintos niveles, en algunos profesionistas, el no usar acentos se vuelve cosa común, y también el escribir con mayúsculas ya sea en un documento o para destacar algún párrafo, una frase o una idea, y, desde luego en estos casos, se evita el uso de acentos.

Los acentos son necesarios para distinguir el sonido que debe dársele a una palabra escrita. No es lo mismo inglés que ingles, papa que papá, acuso que acusó y como diría el gran Clavillazo: mendigo es el que pide, y méndigo el que no da.

No solamente se trata de acentos. También se cae en mal uso de distintos signos ortográficos, como el de interrogación y el de admiración en que se tiende a utilizarlos con su terminación mas no con su apertura, derivado del idioma inglés. Y si de inglés hablamos, muchas son las palabras o términos que se cuelan, por así decirlo, en el hablar o escribir cotidiano, los cuales podemos usar en español o describirlos con términos propios, como ticket por boleto o comprobante, por ejemplo.

El famoso “haiga” se sigue usando por distintas personas, haiga sido como haiga sido. Expresiones como “nadien”, “andábanos” y otras salen de los labios de personas supuestamente cultas.

A los niños de primaria que, a veces con sobrada razón, escriben palabras con s en vez de c, por ejemplo, los papás no les corrigen a tiempo y lo dejan correr, y quizá en la escuela tampoco son corregidos.

Defendamos nuestro idioma español y démosle cabida también a las lenguas originales de nuestra tierra. ¿Lo ven?


No es la primera vez que tratamos el tema, mas creemos es necesario hacerlo. Nuestro idioma lo merece.

Pasamos frente a un banco donde destaca un letrero con el nombre de dicho establecimiento. Lo primero que notamos es que a dicho letrero -muy bien hecho por cierto- le falta el acento.

Leemos una demanda para presentarla ante un juez. Al recorrerla con la vista encontramos varias faltas de ortografía, destacando la falta de acentos, errores de puntuación y una redacción fallida en algún punto.

Miramos una invitación para unos diplomados y, de nuevo, la falta de acentos en determinadas palabras es evidente.

Son solamente tres casos tomados al azar. Además de los mismos –y es lamentable- en letreros por televisión, determinadas veces en medios escritos, en trabajos escolares de distintos niveles, en algunos profesionistas, el no usar acentos se vuelve cosa común, y también el escribir con mayúsculas ya sea en un documento o para destacar algún párrafo, una frase o una idea, y, desde luego en estos casos, se evita el uso de acentos.

Los acentos son necesarios para distinguir el sonido que debe dársele a una palabra escrita. No es lo mismo inglés que ingles, papa que papá, acuso que acusó y como diría el gran Clavillazo: mendigo es el que pide, y méndigo el que no da.

No solamente se trata de acentos. También se cae en mal uso de distintos signos ortográficos, como el de interrogación y el de admiración en que se tiende a utilizarlos con su terminación mas no con su apertura, derivado del idioma inglés. Y si de inglés hablamos, muchas son las palabras o términos que se cuelan, por así decirlo, en el hablar o escribir cotidiano, los cuales podemos usar en español o describirlos con términos propios, como ticket por boleto o comprobante, por ejemplo.

El famoso “haiga” se sigue usando por distintas personas, haiga sido como haiga sido. Expresiones como “nadien”, “andábanos” y otras salen de los labios de personas supuestamente cultas.

A los niños de primaria que, a veces con sobrada razón, escriben palabras con s en vez de c, por ejemplo, los papás no les corrigen a tiempo y lo dejan correr, y quizá en la escuela tampoco son corregidos.

Defendamos nuestro idioma español y démosle cabida también a las lenguas originales de nuestra tierra. ¿Lo ven?