/ sábado 17 de marzo de 2018

Acusaciones y propuestas

Decía Sun Tuz que el supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar; así nos  comportamos y los  mexicanos  en cada proceso electoral, cual enemigos con el afán de  someternos unos a otros como en la guerra,  cuando  de lo que se trata es  elegir las mejores personas  honradas  y capaces para que nos gobiernen  bien a todos.

Se ha vuelto moda el ataque sistemático hacia y  entre  candidatos,  ante la inminencia de las elecciones; es preocupante   poner más atención a los  ataques y  acusaciones   sean fundadas o no, que  a las  propuestas de gobierno. Cada partido político tiene registrada su plataforma electoral, el ganador  debe  apegarse a la propia   para el ejercicio del poder, y ¿qué sabemos de eso?  ¿Cuántas plataformas conocemos?, ¿sabemos  qué propone cada partido para combatir  la corrupción y la violencia?     ¿para acabar  con la inseguridad? Para: generar empleos; brindar oportunidades de desarrollo;  mejorar la calidad educativa;  ofrecer y garantizar igualdad de  derechos y oportunidades entre mujeres y hombres;  implementar y aplicar  políticas públicas en favor de  grupos vulnerables; mejorar  los servicios médicos y otros de seguridad social;  apoyar y desarrollar ciencia y tecnología;  innovar y motivar la creatividad; reducir los gastos de gobierno y exigir perfiles profesionales  en  puestos públicos, et. En pocas palabras, ¿qué propuestas ofrecen los partidos y sus candidatos y candidatas  para  salir del subdesarrollo?, y sobre todo que nos expliquen  cómo lograrlo y se comprometan a hacerlo. Ya basta de populismos y falsos redentores  que prometen  el cielo y las estrellas, y vivir como en Jauja, en un escenario utópico que sólo existe en la imaginación.

Cuidado con juzgar a los candidatos por igual, porque afortunadamente no todos son iguales; la acusación sin fundamento  no otorga el derecho de  humillar y faltar al respeto. En qué clase  de sociedad queremos convertirnos si en lugar de denunciar  los hechos indebidos a las autoridades competentes, para que inicien los procedimientos y  en su caso  apliquen las sanciones, permitimos que cualquiera se convierta en juzgador y  sancione socialmente y por igual a todos los  participantes de una contienda electoral.

Decía Sun Tuz que el supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar; así nos  comportamos y los  mexicanos  en cada proceso electoral, cual enemigos con el afán de  someternos unos a otros como en la guerra,  cuando  de lo que se trata es  elegir las mejores personas  honradas  y capaces para que nos gobiernen  bien a todos.

Se ha vuelto moda el ataque sistemático hacia y  entre  candidatos,  ante la inminencia de las elecciones; es preocupante   poner más atención a los  ataques y  acusaciones   sean fundadas o no, que  a las  propuestas de gobierno. Cada partido político tiene registrada su plataforma electoral, el ganador  debe  apegarse a la propia   para el ejercicio del poder, y ¿qué sabemos de eso?  ¿Cuántas plataformas conocemos?, ¿sabemos  qué propone cada partido para combatir  la corrupción y la violencia?     ¿para acabar  con la inseguridad? Para: generar empleos; brindar oportunidades de desarrollo;  mejorar la calidad educativa;  ofrecer y garantizar igualdad de  derechos y oportunidades entre mujeres y hombres;  implementar y aplicar  políticas públicas en favor de  grupos vulnerables; mejorar  los servicios médicos y otros de seguridad social;  apoyar y desarrollar ciencia y tecnología;  innovar y motivar la creatividad; reducir los gastos de gobierno y exigir perfiles profesionales  en  puestos públicos, et. En pocas palabras, ¿qué propuestas ofrecen los partidos y sus candidatos y candidatas  para  salir del subdesarrollo?, y sobre todo que nos expliquen  cómo lograrlo y se comprometan a hacerlo. Ya basta de populismos y falsos redentores  que prometen  el cielo y las estrellas, y vivir como en Jauja, en un escenario utópico que sólo existe en la imaginación.

Cuidado con juzgar a los candidatos por igual, porque afortunadamente no todos son iguales; la acusación sin fundamento  no otorga el derecho de  humillar y faltar al respeto. En qué clase  de sociedad queremos convertirnos si en lugar de denunciar  los hechos indebidos a las autoridades competentes, para que inicien los procedimientos y  en su caso  apliquen las sanciones, permitimos que cualquiera se convierta en juzgador y  sancione socialmente y por igual a todos los  participantes de una contienda electoral.