/ jueves 7 de febrero de 2019

Afrodisiacos de México

De acuerdo al autor Christian Rätsch, autor de Las Plantas del Amor, los habitantes del México prehispánico utilizaban muchas plantas psicodélicas como afrodisiacos en sus ceremonias religiosas de fertilidad y éxtasis sexual, como se ve en el códice Borbónico, lámina 30, con la danza huasteca ochpaniztli, donde los bailarines cargan inmensos falos de madera. El peyote, rico en mezcalina, es un ejemplo de cactácea con efectos psicoactivos, que para los huicholes, representado en el ciervo y combinado con su escroto, funciona como un confiable potenciador.

Aún hoy, los indígenas conocen la fuerza del amor en plantas sagradas como el ololiuqui y la datura. Algunas de ellas, como la damiana (los extractos en alcohol son los más efectivos) y la vainilla (con Maranta arundinacea), se utilizan en todo el mundo como píldoras procesadas. La corteza del ololiuqui (Turbina Corymbosa) con semillas de datura (toloache) y pulque, no sólo tenía fines amorosos. También se contactaba al mundo espiritual, el pasado y futuro, y aliviaba el dolor de parto, y los aztecas lo usaban en lavados vaginales y rectales para problemas genitales.

En regiones de Oaxaca se impulsa la libido con otro licor del agave llamado mezcal, agregando el gusano que vive en las pencas del maguey. También se usan preparados de tequila, añadiendo chile, sal, con flores y raíz de cáñamo. La Argemone mexicana o cardo santo, era un remedio curativo efectivo para los médicos indígenas antiguos. Mayas y aztecas lo recomendaban como analgésico y sus hojas secas se pueden fumar como afrodisiaco. Por su lado, los tarahumaras han usado el ikuli (Epithelantha micromeris) y el bejuco (Cacalia cordifolia) en bebida para este fin.

En cambio, el Equisetum myriochaetum, cuyo pedicelo fresco se usa en té para enfermedades gastrointestinales, es preferido por los lacandones, pues la impresionante fuerza de la hierba se traspasa al miembro viril, al igual que las flores de la enredadera Solandra Brevicalyx, usada para incrementar la estimulación sexual, aunque los aztecas la hervían con el cacao (aprovechando la feniletilamina) como una bebida amorosa, a riesgo de sobredosis. Del aguacate, probablemente originario de Yucatán, se dice que su hueso y carne dan fuerza y despiertan el interés romántico.

Para los aztecas, hombres y dioses necesitaban plantas para impulsar el acto marital, pero se debía evitar que las fuerzas oscuras actuaran contra los humanos. Inspiran este respeto el estramonio, el cáñamo en el ritual “rosa santa” o la rana venenosa, Bufo marinus, echada en la miel por los mayas. Por cierto, muchos afrodisiacos de la fauna parecen no tener ningún efecto farmacológico comprobable, pero son muy apreciados y altamente elogiados en muchos países. Por ejemplo, desde tiempos precolombinos el colibrí, bebedor de néctar, ha sido símbolo de coito gozoso.

En la actualidad aún se hacen hechizos de amor en México con colibríes secos. Con este mismo fin, los mayas comían la deliciosa carne cruda del caracol Strombus gigas. Pero el afrodisiaco más temido, la mosca española (Lytta versicatoria), cuya dosis mortal de cantárida ha tenido amplias referencias forenses y que se encuentra prohibida en algunas naciones occidentales, todavía se puede conseguir en países como el nuestro y en Marruecos.

agusperezr@hotmail.com

De acuerdo al autor Christian Rätsch, autor de Las Plantas del Amor, los habitantes del México prehispánico utilizaban muchas plantas psicodélicas como afrodisiacos en sus ceremonias religiosas de fertilidad y éxtasis sexual, como se ve en el códice Borbónico, lámina 30, con la danza huasteca ochpaniztli, donde los bailarines cargan inmensos falos de madera. El peyote, rico en mezcalina, es un ejemplo de cactácea con efectos psicoactivos, que para los huicholes, representado en el ciervo y combinado con su escroto, funciona como un confiable potenciador.

Aún hoy, los indígenas conocen la fuerza del amor en plantas sagradas como el ololiuqui y la datura. Algunas de ellas, como la damiana (los extractos en alcohol son los más efectivos) y la vainilla (con Maranta arundinacea), se utilizan en todo el mundo como píldoras procesadas. La corteza del ololiuqui (Turbina Corymbosa) con semillas de datura (toloache) y pulque, no sólo tenía fines amorosos. También se contactaba al mundo espiritual, el pasado y futuro, y aliviaba el dolor de parto, y los aztecas lo usaban en lavados vaginales y rectales para problemas genitales.

En regiones de Oaxaca se impulsa la libido con otro licor del agave llamado mezcal, agregando el gusano que vive en las pencas del maguey. También se usan preparados de tequila, añadiendo chile, sal, con flores y raíz de cáñamo. La Argemone mexicana o cardo santo, era un remedio curativo efectivo para los médicos indígenas antiguos. Mayas y aztecas lo recomendaban como analgésico y sus hojas secas se pueden fumar como afrodisiaco. Por su lado, los tarahumaras han usado el ikuli (Epithelantha micromeris) y el bejuco (Cacalia cordifolia) en bebida para este fin.

En cambio, el Equisetum myriochaetum, cuyo pedicelo fresco se usa en té para enfermedades gastrointestinales, es preferido por los lacandones, pues la impresionante fuerza de la hierba se traspasa al miembro viril, al igual que las flores de la enredadera Solandra Brevicalyx, usada para incrementar la estimulación sexual, aunque los aztecas la hervían con el cacao (aprovechando la feniletilamina) como una bebida amorosa, a riesgo de sobredosis. Del aguacate, probablemente originario de Yucatán, se dice que su hueso y carne dan fuerza y despiertan el interés romántico.

Para los aztecas, hombres y dioses necesitaban plantas para impulsar el acto marital, pero se debía evitar que las fuerzas oscuras actuaran contra los humanos. Inspiran este respeto el estramonio, el cáñamo en el ritual “rosa santa” o la rana venenosa, Bufo marinus, echada en la miel por los mayas. Por cierto, muchos afrodisiacos de la fauna parecen no tener ningún efecto farmacológico comprobable, pero son muy apreciados y altamente elogiados en muchos países. Por ejemplo, desde tiempos precolombinos el colibrí, bebedor de néctar, ha sido símbolo de coito gozoso.

En la actualidad aún se hacen hechizos de amor en México con colibríes secos. Con este mismo fin, los mayas comían la deliciosa carne cruda del caracol Strombus gigas. Pero el afrodisiaco más temido, la mosca española (Lytta versicatoria), cuya dosis mortal de cantárida ha tenido amplias referencias forenses y que se encuentra prohibida en algunas naciones occidentales, todavía se puede conseguir en países como el nuestro y en Marruecos.

agusperezr@hotmail.com