/ viernes 8 de junio de 2018

Agua que no se ha de beber…

Desde hace algunos días, el clima en Chihuahua es un “infierno”. Por obvias razones, la demanda de agua se ha incrementado considerablemente y el desabasto -en algunas zonas- se ha hecho evidente (más de lo habitual).

Si bien es cierto que el problema en el desabasto no es algo reciente, el clima extremadamente caluroso que en los últimos años se ha presentado en la región ha causado que la escasez de agua sea más evidente y afecte -en mayor o menor medida- a los diferentes sectores de la población.

De acuerdo con la información expuesta por Roberto Lara, presidente de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), en el caso de Chihuahua capital, en los meses de mayo, junio y julio, el consumo de agua aumenta en más del 30 por ciento en relación al resto del año.

En ese sentido, y más allá de culpar a las instituciones por el desabasto, resulta urgente y necesario reflexionar sobre la función que como ciudadanos tenemos en materia de cuidado del agua. Y es que si bien es cierto que algunas de las fallas en el suministro de agua se deben a cuestiones técnicas u operativas, muchas otras son causadas por el desperdicio de agua en los hogares y las empresas.

La omisión en materia de cuidado del agua que se sigue dando en Chihuahua se debe -quizá- a las irresponsables declaraciones que el ex gobernador de Chihuahua César Duarte hizo en el año 2014, cuando aseguró (como si fuera un profeta) que en Chihuahua el agua estaba garantizada para los próximos 25 años.

Desde ese entonces, poco -o nada- se había hablado sobre las proyecciones de abasto de agua. Fue hasta el año pasado cuando el entonces presidente de la JMAS, Mario Mata, informó que, de acuerdo con las proyecciones de la dependencia a su cargo, en una década se agotarán las reservas del vital líquido.

En ese contexto, e independientemente de que se tenga agua para 10 o 20 años, es imprescindible fomentar y fortalecer las acciones en torno a la cultura del cuidado del agua; es decir, tomar conciencia de que el agua que no se ha de beber, no se debe dejar correr.

Como ciudadanos, es urgente dejar de culpar a los gobiernos por la falta de agua y empezar a asumir la responsabilidad que al respecto nos corresponde.

Finalizo en esta ocasión citando un proverbio inglés: "Toda el agua que desperdicies hoy, es la que necesitarás mañana".

laecita.wordpress.com

laecita@gmail.com


Desde hace algunos días, el clima en Chihuahua es un “infierno”. Por obvias razones, la demanda de agua se ha incrementado considerablemente y el desabasto -en algunas zonas- se ha hecho evidente (más de lo habitual).

Si bien es cierto que el problema en el desabasto no es algo reciente, el clima extremadamente caluroso que en los últimos años se ha presentado en la región ha causado que la escasez de agua sea más evidente y afecte -en mayor o menor medida- a los diferentes sectores de la población.

De acuerdo con la información expuesta por Roberto Lara, presidente de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), en el caso de Chihuahua capital, en los meses de mayo, junio y julio, el consumo de agua aumenta en más del 30 por ciento en relación al resto del año.

En ese sentido, y más allá de culpar a las instituciones por el desabasto, resulta urgente y necesario reflexionar sobre la función que como ciudadanos tenemos en materia de cuidado del agua. Y es que si bien es cierto que algunas de las fallas en el suministro de agua se deben a cuestiones técnicas u operativas, muchas otras son causadas por el desperdicio de agua en los hogares y las empresas.

La omisión en materia de cuidado del agua que se sigue dando en Chihuahua se debe -quizá- a las irresponsables declaraciones que el ex gobernador de Chihuahua César Duarte hizo en el año 2014, cuando aseguró (como si fuera un profeta) que en Chihuahua el agua estaba garantizada para los próximos 25 años.

Desde ese entonces, poco -o nada- se había hablado sobre las proyecciones de abasto de agua. Fue hasta el año pasado cuando el entonces presidente de la JMAS, Mario Mata, informó que, de acuerdo con las proyecciones de la dependencia a su cargo, en una década se agotarán las reservas del vital líquido.

En ese contexto, e independientemente de que se tenga agua para 10 o 20 años, es imprescindible fomentar y fortalecer las acciones en torno a la cultura del cuidado del agua; es decir, tomar conciencia de que el agua que no se ha de beber, no se debe dejar correr.

Como ciudadanos, es urgente dejar de culpar a los gobiernos por la falta de agua y empezar a asumir la responsabilidad que al respecto nos corresponde.

Finalizo en esta ocasión citando un proverbio inglés: "Toda el agua que desperdicies hoy, es la que necesitarás mañana".

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