/ martes 2 de enero de 2018

Al inicio del año

El 2017 se acabó. Un año cargado de crímenes de toda índole. Los homicidios, los atentados, la inseguridad, las violaciones, los actos terroristas, las discriminaciones, las desapariciones forzadas, los enfrentamientos con armas de fuego, los suicidios, los abusos sexuales y un largo etcétera llenaron las páginas de los periódicos y los noticieros de televisión, radio e internet.

A lo anterior se sumó la efervescencia política en varios puntos del globo terráqueo, no se diga en nuestro país en que este 2018 está en la mira. El aspecto económico también se hizo presente con la variación del dólar, los precios del petróleo, los “gasolinazos”, las discusiones sobre el salario mínimo y el aumento de precios. Así mismo el tráfico de personas, los migrantes y los refugiados ocuparon amplios espacios.

Cierto que no todo fue negro y a pesar de los hechos negativos la vida sigue siendo buena para muchos, pero los tonos grises subidos o claros nos llaman a involucrarnos más en el mejoramiento de las condiciones sociales, en la lucha por la paz, la justicia y la defensa de la dignidad humana.

Al abrir este año la presencia de María Madre de Dios nos impulsa a continuar en la brega. Una canción nos lo señala: “Mientras recorres la vida tú nunca solo estás, contigo por el camino Santa María va”. A lo largo de nuestra existencia la Virgen nos acompaña y nos invita a seguir al Camino que es Jesucristo. Pongámonos en sus manos y veremos cómo las dificultades y problemas que se nos presenten pueden ser resueltos.

Y en la apertura del nuevo año también se hace presente el anhelo de paz que la inmensa mayoría de los hombres sienten, una paz fundada en la justicia, en el respeto a las personas y sus derechos, en el perdón, en la actitud de servicio y en el saber que todo hombre –y mujer- es mi hermano.

Que el año nuevo no sea la misma vida. Hay sectores sociales cuya esperanza de vivir mejor parece lejana, y los hay en pobreza extrema la cual difícilmente pueden superar. Quienes tenemos una situación más pasadera, no podemos cruzarnos de brazos y permitir que las estructuras sociales y las injusticias aparejadas a la corrupción y la impunidad sigan vigentes. El apoyo a los grupos vulnerables pasa por la caridad, pero sin justicia social las cosas pueden seguir igual. Repetimos lo que en otras ocasiones hemos expresado, tomado el lema de un compañero de la vieja guardia: Hoy es pecado vivir sin luchar, con todas nuestras fuerzas, por un mundo más justo.

Que nuestros proyectos y nuestras energías en este 2018 caminen por la obtención de una mejora en el ámbito familiar, el personal y el social. ¿Lo ven?    

El 2017 se acabó. Un año cargado de crímenes de toda índole. Los homicidios, los atentados, la inseguridad, las violaciones, los actos terroristas, las discriminaciones, las desapariciones forzadas, los enfrentamientos con armas de fuego, los suicidios, los abusos sexuales y un largo etcétera llenaron las páginas de los periódicos y los noticieros de televisión, radio e internet.

A lo anterior se sumó la efervescencia política en varios puntos del globo terráqueo, no se diga en nuestro país en que este 2018 está en la mira. El aspecto económico también se hizo presente con la variación del dólar, los precios del petróleo, los “gasolinazos”, las discusiones sobre el salario mínimo y el aumento de precios. Así mismo el tráfico de personas, los migrantes y los refugiados ocuparon amplios espacios.

Cierto que no todo fue negro y a pesar de los hechos negativos la vida sigue siendo buena para muchos, pero los tonos grises subidos o claros nos llaman a involucrarnos más en el mejoramiento de las condiciones sociales, en la lucha por la paz, la justicia y la defensa de la dignidad humana.

Al abrir este año la presencia de María Madre de Dios nos impulsa a continuar en la brega. Una canción nos lo señala: “Mientras recorres la vida tú nunca solo estás, contigo por el camino Santa María va”. A lo largo de nuestra existencia la Virgen nos acompaña y nos invita a seguir al Camino que es Jesucristo. Pongámonos en sus manos y veremos cómo las dificultades y problemas que se nos presenten pueden ser resueltos.

Y en la apertura del nuevo año también se hace presente el anhelo de paz que la inmensa mayoría de los hombres sienten, una paz fundada en la justicia, en el respeto a las personas y sus derechos, en el perdón, en la actitud de servicio y en el saber que todo hombre –y mujer- es mi hermano.

Que el año nuevo no sea la misma vida. Hay sectores sociales cuya esperanza de vivir mejor parece lejana, y los hay en pobreza extrema la cual difícilmente pueden superar. Quienes tenemos una situación más pasadera, no podemos cruzarnos de brazos y permitir que las estructuras sociales y las injusticias aparejadas a la corrupción y la impunidad sigan vigentes. El apoyo a los grupos vulnerables pasa por la caridad, pero sin justicia social las cosas pueden seguir igual. Repetimos lo que en otras ocasiones hemos expresado, tomado el lema de un compañero de la vieja guardia: Hoy es pecado vivir sin luchar, con todas nuestras fuerzas, por un mundo más justo.

Que nuestros proyectos y nuestras energías en este 2018 caminen por la obtención de una mejora en el ámbito familiar, el personal y el social. ¿Lo ven?