/ miércoles 8 de enero de 2020

¡Alerta!, este año bisiesto

El concepto de bisiesto,

poca gente lo conoce…

consideran que es de goce;

o pa’ ser “pior de cabrestos”.



A pesar de que intenté hacerle creer a mi mujer, que el año bisiesto, a diferencia del año regular, era un año para tomarse doble siesta, me reclamó… “Pero si hijito, tú no tomas siestas de relajamiento superficial, tú te mueres literalmente; así que no me vengas conque este es un año de dobles siestas”. “Chin”, sí sabía lo que era el año bisiesto… es un año fundamentalmente que se adapta a 366 días -un día más que en el año ordinario o regular-, día que se agrega al mes de febrero, convirtiéndolo en un mes de 29 días. Los años seculares -de inicio de siglo-, no son bisiestos a no ser que sean divisibles por 4, el número formado por sus dos primeras cifras; así 1900 no fue bisiesto y el año 2000 sí. De manera regular la división se hace con las dos últimas cifras del año.

Y todo esto viene, de que la duración verdadera del año es de “365 días y un cuarto”; y acarreaba inexactitudes por acumulación, en el candelario; por lo que Julio César pidió a Sosígenes, célebre astrónomo de Alejandría, que corrigiera esto. Sosígenes propuso que cada cuatro años se generara un “año bisiesto” de 366 días, incluyendo el “día acumulado”, en el mes de febrero; haciendo este mes de 29 días. Poco más o menos así, quedó definido el candelario romano. A propósito, el término obedece a “bisexto calendas”, otra truculenta trama astronómica.

Pero bueno, el título de nuestro tema me permitió recordarles el origen del concepto, mas mi verdadera intención es otra… la sugerencia del cómo debemos proteger nuestro presupuesto económico, este difícil año por venir; en una economía que por factores cíclicos o como consecuencia de errores administrativos de gobiernos pasados, hoy nos pone en una realidad de crecimiento, “o” un proceso recesivo económicamente y un PIB colapsado. Fenómenos cíclicos que debemos arrostrar con criterio.

Claro que todo esto, avalado más que en sesudos conocimientos de economía y administración -de los cuales formalmente carezco-, sí en el sentido común; sugerencias para el sector trabajador asalariado o de modestos y medianos recursos.

Si sus ingresos son altos, a mí no me haga caso y despilfarre hasta donde la bolsa le duela; pero si no es así, recuerde que una modesta inflación que no se justifica, se ha producido; los impuestos a cigarrillos y alcoholes, así como a refrescos, más la derrama económica tan necesaria para adultos de la tercera edad y jóvenes “ninis” y estudiantes por parte del Estado, ha generado que los comerciantes y empresarios empiecen a encarecer productos y servicios de manera injustificada, alegando el aumento de salarios mínimos; habidos y por haber. ¡Contemple el panorama inmediato!: pago de tenencias vehiculares, de impuesto predial y de la mencionada inflación, contra sus ingresos económicos fijos o disminuidos por créditos adquiridos para el “Buen fin, o Navidad”.

Aquí cabe una reflexión: la economía se mejora y activa con el consumismo; sí, pero la economía regional y nacional; y la economía personal se protege y resguarda con la austeridad; el menor consumo y el ahorro. Usted decida cuál debe privar; yo opino que es “año de no gastar”; esto es, gastar lo estrictamente indispensable hasta que la economía nacional se active; usar la misma ropa y el mismo automóvil, liquidar deudas -pasivos-, primero y luego con moderación adquirir nuevos bienes. Por lo menos yo intentaré mi dicho. Vale más paso que dure, que trote que canse. El buen o mal año dependerá de usted y de su más atinado criterio.

El concepto de bisiesto,

poca gente lo conoce…

consideran que es de goce;

o pa’ ser “pior de cabrestos”.



A pesar de que intenté hacerle creer a mi mujer, que el año bisiesto, a diferencia del año regular, era un año para tomarse doble siesta, me reclamó… “Pero si hijito, tú no tomas siestas de relajamiento superficial, tú te mueres literalmente; así que no me vengas conque este es un año de dobles siestas”. “Chin”, sí sabía lo que era el año bisiesto… es un año fundamentalmente que se adapta a 366 días -un día más que en el año ordinario o regular-, día que se agrega al mes de febrero, convirtiéndolo en un mes de 29 días. Los años seculares -de inicio de siglo-, no son bisiestos a no ser que sean divisibles por 4, el número formado por sus dos primeras cifras; así 1900 no fue bisiesto y el año 2000 sí. De manera regular la división se hace con las dos últimas cifras del año.

Y todo esto viene, de que la duración verdadera del año es de “365 días y un cuarto”; y acarreaba inexactitudes por acumulación, en el candelario; por lo que Julio César pidió a Sosígenes, célebre astrónomo de Alejandría, que corrigiera esto. Sosígenes propuso que cada cuatro años se generara un “año bisiesto” de 366 días, incluyendo el “día acumulado”, en el mes de febrero; haciendo este mes de 29 días. Poco más o menos así, quedó definido el candelario romano. A propósito, el término obedece a “bisexto calendas”, otra truculenta trama astronómica.

Pero bueno, el título de nuestro tema me permitió recordarles el origen del concepto, mas mi verdadera intención es otra… la sugerencia del cómo debemos proteger nuestro presupuesto económico, este difícil año por venir; en una economía que por factores cíclicos o como consecuencia de errores administrativos de gobiernos pasados, hoy nos pone en una realidad de crecimiento, “o” un proceso recesivo económicamente y un PIB colapsado. Fenómenos cíclicos que debemos arrostrar con criterio.

Claro que todo esto, avalado más que en sesudos conocimientos de economía y administración -de los cuales formalmente carezco-, sí en el sentido común; sugerencias para el sector trabajador asalariado o de modestos y medianos recursos.

Si sus ingresos son altos, a mí no me haga caso y despilfarre hasta donde la bolsa le duela; pero si no es así, recuerde que una modesta inflación que no se justifica, se ha producido; los impuestos a cigarrillos y alcoholes, así como a refrescos, más la derrama económica tan necesaria para adultos de la tercera edad y jóvenes “ninis” y estudiantes por parte del Estado, ha generado que los comerciantes y empresarios empiecen a encarecer productos y servicios de manera injustificada, alegando el aumento de salarios mínimos; habidos y por haber. ¡Contemple el panorama inmediato!: pago de tenencias vehiculares, de impuesto predial y de la mencionada inflación, contra sus ingresos económicos fijos o disminuidos por créditos adquiridos para el “Buen fin, o Navidad”.

Aquí cabe una reflexión: la economía se mejora y activa con el consumismo; sí, pero la economía regional y nacional; y la economía personal se protege y resguarda con la austeridad; el menor consumo y el ahorro. Usted decida cuál debe privar; yo opino que es “año de no gastar”; esto es, gastar lo estrictamente indispensable hasta que la economía nacional se active; usar la misma ropa y el mismo automóvil, liquidar deudas -pasivos-, primero y luego con moderación adquirir nuevos bienes. Por lo menos yo intentaré mi dicho. Vale más paso que dure, que trote que canse. El buen o mal año dependerá de usted y de su más atinado criterio.