/ domingo 20 de octubre de 2019

Alétheia y política; sinceridad y engaño

¿Por qué a veces nos resulta prácticamente imposible hallar la verdad, dar con lo que realmente pasa, sobre todo en el campo de la vida en común, en la política, que parece ser el arte de ocultar?

Los griegos de la antigüedad, amantes de la razón y la investigación, llamaron “aléthetia” a la sinceridad que la realidad tiene con quien busca honestamente el conocimiento, es decir, la verdad o desocultamiento de las cosas ante el entendimiento humano.

Ante quien tiene voluntad sincera de conocer, la realidad se le ofrece íntegramente en una condición a la que podemos llamar “objetividad”, es decir, como lo que hay allí y se desvela ante nuestro entendimiento.

Lo anterior suena muy filosófico, así que vamos a aterrizarlo con nuestra cotidianidad como ciudadanos condenados a ignorar mucho.

La vida en común, la cosa pública, aparentemente es evidente por ser eso: pública. Pero no, la vida en común es un entramado donde la impostura y el engaño propios de sus actores vuelven difícil el intento por llegar a las cosas como son (alétheia). En la vida política vemos las cosas como no son.

Los asuntos de interés político se convierten, por su propia naturaleza, en temas que son un auténtico reto a la indagación. ¿Qué es lo que realmente pasa en el ámbito político? Es difícil saberlo; todo llega a quedar muy bien oculto y si se le mueve se oculta más.

El campo de la vida política no quiere desocultarse, y da pie, entonces, a la especulación y al manoseo insolente de cuanta conjetura se ponga sobre la mesa de las discusiones, donde quiera que ésta haya sido instalada.

En política es muy difícil llegar hasta el objeto tal cual, a las cosas como son; la “alétheia” huye y nos deja trenzados en discusiones sin fin en las cuales nada resulta claro ni determinante y todo es subjetivo y relativo. Al final, como en toda camorra, gana quien más manotea y más grita.

Así que, desalentados al intentar la indagación, muchos vemos que la política es una realidad falsa. Las cosas como son nunca se desvelan en este mundo de simulaciones, mundo donde a la verdad se le trata como meretriz y a quien la quiere como estúpido.



¿Por qué a veces nos resulta prácticamente imposible hallar la verdad, dar con lo que realmente pasa, sobre todo en el campo de la vida en común, en la política, que parece ser el arte de ocultar?

Los griegos de la antigüedad, amantes de la razón y la investigación, llamaron “aléthetia” a la sinceridad que la realidad tiene con quien busca honestamente el conocimiento, es decir, la verdad o desocultamiento de las cosas ante el entendimiento humano.

Ante quien tiene voluntad sincera de conocer, la realidad se le ofrece íntegramente en una condición a la que podemos llamar “objetividad”, es decir, como lo que hay allí y se desvela ante nuestro entendimiento.

Lo anterior suena muy filosófico, así que vamos a aterrizarlo con nuestra cotidianidad como ciudadanos condenados a ignorar mucho.

La vida en común, la cosa pública, aparentemente es evidente por ser eso: pública. Pero no, la vida en común es un entramado donde la impostura y el engaño propios de sus actores vuelven difícil el intento por llegar a las cosas como son (alétheia). En la vida política vemos las cosas como no son.

Los asuntos de interés político se convierten, por su propia naturaleza, en temas que son un auténtico reto a la indagación. ¿Qué es lo que realmente pasa en el ámbito político? Es difícil saberlo; todo llega a quedar muy bien oculto y si se le mueve se oculta más.

El campo de la vida política no quiere desocultarse, y da pie, entonces, a la especulación y al manoseo insolente de cuanta conjetura se ponga sobre la mesa de las discusiones, donde quiera que ésta haya sido instalada.

En política es muy difícil llegar hasta el objeto tal cual, a las cosas como son; la “alétheia” huye y nos deja trenzados en discusiones sin fin en las cuales nada resulta claro ni determinante y todo es subjetivo y relativo. Al final, como en toda camorra, gana quien más manotea y más grita.

Así que, desalentados al intentar la indagación, muchos vemos que la política es una realidad falsa. Las cosas como son nunca se desvelan en este mundo de simulaciones, mundo donde a la verdad se le trata como meretriz y a quien la quiere como estúpido.