/ viernes 3 de junio de 2022

Almohada de pluma de ganso

Por: Roberta Cortazar

En la película La Duda tratan el tema del chisme, de cómo se asegura, se extiende, se exagera, de cómo una creatividad colectiva lo va aderezando desde un total invento, desde una realidad o una cavilación de lo que vemos a simple vista. Para explicar cómo es imposible frenar un chisme, un participante en la trama rompe una almohada de pluma de ganso y deja que todo su contenido vuele desde lo alto del techo de un edificio y pregunta: ¿Será posible recoger todas esa plumas dispersas por todos los rincones de la ciudad? ¡Así es el chisme! Vuela, crece, es imposible pararlo. Esto lo hace frente a una persona que lo acusa de un agravio a un menor, queriendo demostrarle cómo hace daño una suposición. Pero a final de cuentas como espectador no sabes a quién creerle, lo dejan a tu criterio, te dejan literalmente con la duda.

“Sé impecable con tus palabras”. Algo que muchas veces se olvida por esa ansia de demostrar que se está informado, un ánimo de ser centro de atención y ya en el relato un empujoncito con cavilaciones que hagan más emocionante “lo que se sabe”.

“No supongas”. Estuve en una reunión donde las suposiciones hicieron una historia bastante imaginativa, la narradora le dio vuelo a su imaginación y aseguró que “sin saberlo” eso fue lo que seguramente pasó, cerró el relato con la aceptación de las oyentes que se unieron con su aprobación a tan ingeniosas y “obvias” cavilaciones y aplaudieron un caso cerrado que seguramente saldrá a la luz cuando el tema más adornado resurja por otros rumbos. Yo por mi lado dije: Están suponiendo, no pueden estar seguras de que así sucedió, pero en el momento que abrí la boca me di cuenta que arruiné un momento de gloria, tanto para el narrador como para el escucha ¡Cómo se me ocurre sacar a las participantes de ese gozo de inventar y dar por hecho tan elaborado y emocionante relato!

Hay chismes que nacen de una verdad y a éstos se le califica como una forma de comunicación sana, donde sale lo que pasa a nuestro alrededor, pero a mí la palabra chisme me suena corrupta, porque se cuchichea en ausencia de los protagonistas y se inventa. Por otro lado hay quienes quieren defender lo indefendible ante un chisme que es verdad, para salvar la reputación a toda costa.

Total, estamos inmersos en los dimes y diretes y sólo nos queda “No tomarnos nada personalmente”, el que chismea refleja en sus mismas palabras lo que le pertenece. “Hacer siempre lo máximo que podamos” en este caso para no adentrarnos en habladurías que dañan.

En el juego del origen y expansión del chisme ¿Tú quién eres?, ¿el que los inventa?, ¿el que los hace más emocionantes con exageraciones?, ¿el que los propaga para ser aplaudido por su saber?, ¿el que los cree sin duda alguna y los asume como verdad absoluta?, ¿el que los repite como el perico? Antes de abrir la boca recordemos la almohada de pluma de ganso. Una boca suelta a la deriva hace mucho daño.

“Sé escéptico, pero aprende a escuchar” y a callar.

ROBERTA CORTÁZAR B.


Por: Roberta Cortazar

En la película La Duda tratan el tema del chisme, de cómo se asegura, se extiende, se exagera, de cómo una creatividad colectiva lo va aderezando desde un total invento, desde una realidad o una cavilación de lo que vemos a simple vista. Para explicar cómo es imposible frenar un chisme, un participante en la trama rompe una almohada de pluma de ganso y deja que todo su contenido vuele desde lo alto del techo de un edificio y pregunta: ¿Será posible recoger todas esa plumas dispersas por todos los rincones de la ciudad? ¡Así es el chisme! Vuela, crece, es imposible pararlo. Esto lo hace frente a una persona que lo acusa de un agravio a un menor, queriendo demostrarle cómo hace daño una suposición. Pero a final de cuentas como espectador no sabes a quién creerle, lo dejan a tu criterio, te dejan literalmente con la duda.

“Sé impecable con tus palabras”. Algo que muchas veces se olvida por esa ansia de demostrar que se está informado, un ánimo de ser centro de atención y ya en el relato un empujoncito con cavilaciones que hagan más emocionante “lo que se sabe”.

“No supongas”. Estuve en una reunión donde las suposiciones hicieron una historia bastante imaginativa, la narradora le dio vuelo a su imaginación y aseguró que “sin saberlo” eso fue lo que seguramente pasó, cerró el relato con la aceptación de las oyentes que se unieron con su aprobación a tan ingeniosas y “obvias” cavilaciones y aplaudieron un caso cerrado que seguramente saldrá a la luz cuando el tema más adornado resurja por otros rumbos. Yo por mi lado dije: Están suponiendo, no pueden estar seguras de que así sucedió, pero en el momento que abrí la boca me di cuenta que arruiné un momento de gloria, tanto para el narrador como para el escucha ¡Cómo se me ocurre sacar a las participantes de ese gozo de inventar y dar por hecho tan elaborado y emocionante relato!

Hay chismes que nacen de una verdad y a éstos se le califica como una forma de comunicación sana, donde sale lo que pasa a nuestro alrededor, pero a mí la palabra chisme me suena corrupta, porque se cuchichea en ausencia de los protagonistas y se inventa. Por otro lado hay quienes quieren defender lo indefendible ante un chisme que es verdad, para salvar la reputación a toda costa.

Total, estamos inmersos en los dimes y diretes y sólo nos queda “No tomarnos nada personalmente”, el que chismea refleja en sus mismas palabras lo que le pertenece. “Hacer siempre lo máximo que podamos” en este caso para no adentrarnos en habladurías que dañan.

En el juego del origen y expansión del chisme ¿Tú quién eres?, ¿el que los inventa?, ¿el que los hace más emocionantes con exageraciones?, ¿el que los propaga para ser aplaudido por su saber?, ¿el que los cree sin duda alguna y los asume como verdad absoluta?, ¿el que los repite como el perico? Antes de abrir la boca recordemos la almohada de pluma de ganso. Una boca suelta a la deriva hace mucho daño.

“Sé escéptico, pero aprende a escuchar” y a callar.

ROBERTA CORTÁZAR B.