/ viernes 29 de abril de 2022

Amenaza nuclear de Putin

La invasión de Ucrania se le ha atragantado al nuevo zar, lo que pretendía ser una operación relámpago se ha convertido en una resistencia feroz de mujeres y hombres ucranianos con muchas más bajas rusas de lo previsto. El cerco de la acería de Mariúpol está posicionándose como caso de estudio en la historia militar; es un asedio más, con características de asedios anteriores, pero se está haciendo en abril de 2022, cuando creíamos que no se vería algo parecido nunca más. Ante todas las dificultades Putin amenaza con misiles nucleares, no solo para que a la OTAN no se le ocurra intervenir, sino también ante el envío de armamento pesado, con capacidad de dar más tiempo a Ucrania, por parte de numerosos países.

Vivíamos en un mundo en el que las armas nucleares habían quedado sin el protagonismo que tuvieron durante la guerra fría, pero ahí estaban, nunca dejaron de existir. Mientras la mayoría de los países no contemplaba la vuelta a la amenaza nuclear como elemento disuasorio, algunos sí se preparaban para ella. A Putin no le ha gustado ni lo más mínimo que un Estado que considera inferior, de hecho, que considera debería ser una parte de su territorio como lo fue durante un tiempo histórico, pueda defenderse de su fuerza invasora con la destreza que está demostrando Ucrania para esa tarea. Algo que no se podría mantener si no hubiera un suministro de armamento y munición por parte de muchos países occidentales que han visto la amenaza rusa como algo cercano.

La cuestión es que se está subiendo la apuesta, la defensa ucraniana necesita armas pesadas, pidió 500 carros de combate y un número de aviones sin determinar. Si bien no van a conseguir todo lo que piden, Estados Unidos ya ha aprobado este mes más envío de armamento, en total van 2300 millones de dólares. Cohetes guiados por láser, drones tácticos de última generación, vehículos blindados de ruedas, sistemas tácticos de comunicaciones seguras y conexiones satelitales para incrementar la eficiencia de los ataques ucranianos, son algunas de las cosas que Putin no tolera. También han salido este mes de la República Checa docenas (no se ha podido determinar el número exacto por la discreción de la operación) de carros de combate T72, de origen soviético, para Ucrania, un tipo de vehículo con el que las tripulaciones ucranianas están familiarizadas, por lo que no perderían tiempo en adiestramientos complementarios; eso tampoco le gustó a Putin. Además de Estados Unidos, Reino Unido y Eslovaquia están liderando el envío de sistemas antiaéreos, y Alemania se está pensando el envío de 100 carros de combate; acciones que Putin ha recibido con desagrado.

El nuevo zar ha probado esta misma semana un misil balístico intercontinental, para fortalecer sus amenazas. Pero en este momento el riesgo está en la posible utilización de armas nucleares tácticas, misiles más pequeños con carga nuclear que se pueden usar para destruir barcos, aeropuertos, unos kilómetros de carreteras en los que esté, por ejemplo, una columna de vehículos. Desde luego que la guerra que él mismo ha puesto en marcha invadiendo un país no le está resultando tan fácil como creía. Si Ucrania logra establecer una barrera que los rusos no puedan atravesar y recuperar algunas ciudades, aunque el este y el sur del país se den casi por perdidos, Putin podría usar ese armamento. Y ante esa situación ni la OTAN ni otros países occidentales que todavía no han entrado en la Alianza, saben cómo responder en estos momentos.


La invasión de Ucrania se le ha atragantado al nuevo zar, lo que pretendía ser una operación relámpago se ha convertido en una resistencia feroz de mujeres y hombres ucranianos con muchas más bajas rusas de lo previsto. El cerco de la acería de Mariúpol está posicionándose como caso de estudio en la historia militar; es un asedio más, con características de asedios anteriores, pero se está haciendo en abril de 2022, cuando creíamos que no se vería algo parecido nunca más. Ante todas las dificultades Putin amenaza con misiles nucleares, no solo para que a la OTAN no se le ocurra intervenir, sino también ante el envío de armamento pesado, con capacidad de dar más tiempo a Ucrania, por parte de numerosos países.

Vivíamos en un mundo en el que las armas nucleares habían quedado sin el protagonismo que tuvieron durante la guerra fría, pero ahí estaban, nunca dejaron de existir. Mientras la mayoría de los países no contemplaba la vuelta a la amenaza nuclear como elemento disuasorio, algunos sí se preparaban para ella. A Putin no le ha gustado ni lo más mínimo que un Estado que considera inferior, de hecho, que considera debería ser una parte de su territorio como lo fue durante un tiempo histórico, pueda defenderse de su fuerza invasora con la destreza que está demostrando Ucrania para esa tarea. Algo que no se podría mantener si no hubiera un suministro de armamento y munición por parte de muchos países occidentales que han visto la amenaza rusa como algo cercano.

La cuestión es que se está subiendo la apuesta, la defensa ucraniana necesita armas pesadas, pidió 500 carros de combate y un número de aviones sin determinar. Si bien no van a conseguir todo lo que piden, Estados Unidos ya ha aprobado este mes más envío de armamento, en total van 2300 millones de dólares. Cohetes guiados por láser, drones tácticos de última generación, vehículos blindados de ruedas, sistemas tácticos de comunicaciones seguras y conexiones satelitales para incrementar la eficiencia de los ataques ucranianos, son algunas de las cosas que Putin no tolera. También han salido este mes de la República Checa docenas (no se ha podido determinar el número exacto por la discreción de la operación) de carros de combate T72, de origen soviético, para Ucrania, un tipo de vehículo con el que las tripulaciones ucranianas están familiarizadas, por lo que no perderían tiempo en adiestramientos complementarios; eso tampoco le gustó a Putin. Además de Estados Unidos, Reino Unido y Eslovaquia están liderando el envío de sistemas antiaéreos, y Alemania se está pensando el envío de 100 carros de combate; acciones que Putin ha recibido con desagrado.

El nuevo zar ha probado esta misma semana un misil balístico intercontinental, para fortalecer sus amenazas. Pero en este momento el riesgo está en la posible utilización de armas nucleares tácticas, misiles más pequeños con carga nuclear que se pueden usar para destruir barcos, aeropuertos, unos kilómetros de carreteras en los que esté, por ejemplo, una columna de vehículos. Desde luego que la guerra que él mismo ha puesto en marcha invadiendo un país no le está resultando tan fácil como creía. Si Ucrania logra establecer una barrera que los rusos no puedan atravesar y recuperar algunas ciudades, aunque el este y el sur del país se den casi por perdidos, Putin podría usar ese armamento. Y ante esa situación ni la OTAN ni otros países occidentales que todavía no han entrado en la Alianza, saben cómo responder en estos momentos.