/ viernes 2 de agosto de 2019

Amistad de calidad


Existe el peligro de que no sepamos ser amigos. ¿Verdad que este planteamiento suena a insulto? Analizando con un poco de calma el tema de la amistad caigo en la cuenta que ser amigo no es un asunto fácil.

Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Qué es la amistad? Sabemos que es un vínculo entre dos personas que pueden ser de distintas culturas, edades, aficiones, etc. Podemos decir que la amistad es un tipo de amor. Hay distintas formas de amar; pueden ser entre esposos, novios, padres e hijos y demás parientes, compañeros… en fin.

Esta forma de querer exige esfuerzo y, sobre todo, decisión.

Claro está que a veces no es muy fácil congeniar con todas las personas, incluyendo a quienes estimamos, por eso —entre otras cosas— es importante conocer y respetar el temperamento de cada uno. La prudencia nos ha de ayudar para convivir con personalidades muy diversas.

En nuestro ambiente solemos —como un detalle de atención— presentar a un conocido diciendo: “Te presento a un amigo”, aunque no nos acordemos de su nombre, con lo cual estamos abaratando la amistad. Algo parecido a los jóvenes cuando afirman que tienen más de mil amigos en su “Facebook”. Pero si les preguntamos cuántos amigos… “amigos” tienen, suelen contestar que tres o cuatro, lo cual ayuda a distinguir que hay mucha diferencia entre amigos y “amigos”. Ahora sí ya nos vamos ubicando en el tema.

La amistad tiene unas reglas. Las más importantes son: respeto; jugar limpio; discreción, para jamás divulgar nada de lo que nos hayamos enterado en una confidencia de amistad; fidelidad, capacidad de perdón y capacidad para corregir; y disponibilidad para ayudar en los momentos necesarios sin importar el tener que renunciar a nuestros planes personales cuando nos necesitan. Estamos, pues, ante una amistad de calidad.

Este tipo de relación admite dos modalidades: De afinidad; cuando coincidimos en gustos, aficiones, capacidades, etc. Y complementariedad cuando somos muy distintos en varios aspectos, pero esas diferencias nos enriquecen a los dos.

No podemos ser amigos de todo el mundo, pero lo que sí podemos es mejorar el trato con los que ya tenemos.

www.padrealejandro.org


Existe el peligro de que no sepamos ser amigos. ¿Verdad que este planteamiento suena a insulto? Analizando con un poco de calma el tema de la amistad caigo en la cuenta que ser amigo no es un asunto fácil.

Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Qué es la amistad? Sabemos que es un vínculo entre dos personas que pueden ser de distintas culturas, edades, aficiones, etc. Podemos decir que la amistad es un tipo de amor. Hay distintas formas de amar; pueden ser entre esposos, novios, padres e hijos y demás parientes, compañeros… en fin.

Esta forma de querer exige esfuerzo y, sobre todo, decisión.

Claro está que a veces no es muy fácil congeniar con todas las personas, incluyendo a quienes estimamos, por eso —entre otras cosas— es importante conocer y respetar el temperamento de cada uno. La prudencia nos ha de ayudar para convivir con personalidades muy diversas.

En nuestro ambiente solemos —como un detalle de atención— presentar a un conocido diciendo: “Te presento a un amigo”, aunque no nos acordemos de su nombre, con lo cual estamos abaratando la amistad. Algo parecido a los jóvenes cuando afirman que tienen más de mil amigos en su “Facebook”. Pero si les preguntamos cuántos amigos… “amigos” tienen, suelen contestar que tres o cuatro, lo cual ayuda a distinguir que hay mucha diferencia entre amigos y “amigos”. Ahora sí ya nos vamos ubicando en el tema.

La amistad tiene unas reglas. Las más importantes son: respeto; jugar limpio; discreción, para jamás divulgar nada de lo que nos hayamos enterado en una confidencia de amistad; fidelidad, capacidad de perdón y capacidad para corregir; y disponibilidad para ayudar en los momentos necesarios sin importar el tener que renunciar a nuestros planes personales cuando nos necesitan. Estamos, pues, ante una amistad de calidad.

Este tipo de relación admite dos modalidades: De afinidad; cuando coincidimos en gustos, aficiones, capacidades, etc. Y complementariedad cuando somos muy distintos en varios aspectos, pero esas diferencias nos enriquecen a los dos.

No podemos ser amigos de todo el mundo, pero lo que sí podemos es mejorar el trato con los que ya tenemos.

www.padrealejandro.org