El pasado miércoles se publicó aquí nuestra opinión respecto de la propensión del presidente López Obrador a delegar sus funciones gubernamentales a fin de armar su reelección en 2024; por lo que, concluíamos, “lo suyo lo suyo es estar siempre en campaña electoral”.
El viernes, en Atlixco, Puebla, reconocería: “No me hallo en la oficina, en el Palacio Nacional, tengo que andar en los pueblos porque así inicié mi lucha y así quiero continuar”.
En consecuencia, todo el mes de julio lo dedicará a recorrer el país, empezando con el informe en la Ciudad de México con motivo del primer aniversario de su triunfo electoral en 2018.
Es posible que en ese “primer informe” y con el consabido “yo tengo otros datos”, pueda desmentir la situación actual del país, porque como dice Jesús Silva Herzog en “Hechizo de palabras”, “Andrés Manuel López Obrador se habituó a producir realidad con las palabras.
“Hasta los enemigos del presidente se describen como ‘fifís a mucha honra’. Y el absurdo de la ‘Cuarta Transformación’… es una fórmula que emplean hasta los críticos del gobierno… Eso no es más que eso: un lema para enaltecer al poder. Nuestra expresión no puede ser tributo a la megalomanía presidencial.
“Difícilmente puede haber crítica cuando el poder presidencial ha colonizado no solamente las instituciones sino, sobre todo, el lenguaje.
“No es exageración decir que López Obrador está en boca de todos. Lo está porque se infiltró en nuestro idioma. No niego el misterioso talento expresivo que hay en ese ‘poeta del insulto’, como lo llamara Gabriel Zaid. Advierto las consecuencias de ese embrujo”.
En “López Obrador, el populista engañoso” Jorge Zepeda Patterson dice: “A López Obrador es más fácil amarlo u odiarlo que intentar comprenderlo… Para muchos mexicanos, el presidente es un redentor del cambio, para otros un reventador de instituciones. A seis meses de haber llegado al poder sus palabras y acciones han recrudecido la polarización que provocaba como candidato.
“Sus tesis son consideradas de un populismo trasnochado de izquierda, pero buena parte de sus estrategias económicas y de finanzas públicas son impecablemente neoliberales.
“La austeridad en el gasto público, el control de la inflación y del endeudamiento gubernamental y la disminución de la burocracia son medidas que suscribirían los más ortodoxos del FMI.
“Se habla del autoritarismo de López Obrador y el riesgo que supone un gobierno intolerante. Pero al mismo tiempo se le critica por su pasividad para utilizar el uso de la fuerza, que ha llevado, incluso, a un rosario de excesos en contra de militares por parte de pobladores…”.
Continuará.