/ jueves 21 de enero de 2021

AMLO, ser o no ser

Imaginemos, por un momento, que William Shakespeare es un observador imparcial de la gestión presidencial en México. Contrario a las encuestas favorables al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), diría con Portia: “No puedo, al elegir, guiarme sólo por el tierno impulso de mis ojos…” (II, I, 13-14) El Mercader de Venecia (MDV). Él buscaría los hechos recordando al Rey en Hamlet: “¿Qué harías para mostrar con hechos, no con palabras, que sois digno hijo de vuestro padre?” (IV, VII, 123-125) Hamlet (H). Y al ver la situación de nuestro país concluiría con Hamlet:

“¿Pues quién podrá soportar… las injusticias del tirano, la afrenta del soberbio… la insolencia del Estado, y la humillación que la virtud recibe de quien es indigno…?” (III, I, 70-74) (H). Y si a alguien se le ocurriera decir que la gestión de AMLO ha servido al pueblo, aunque no cumpla sus promesas y su situación estuviera peor que nunca, su juicio no se haría esperar con las célebres palabras de Hamlet: “Ser o no ser… Esa es la cuestión. ¿Qué es mejor para el alma, sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos o levantarse en armas contra el océano del mal…y que así cesen?” (III, I, 56-60) (H)

Y si aún hubiera dudas de su opinión, nos repetiría a Hamlet: “¡Parecerme, señora! No: es. No sé qué es parecer”. (I, II, 76) (H). Y citaría al Príncipe de Aragón: “¿Quién ha de perseguir a la fortuna con engaños? ¿quién puede ser honrado sin el sello del mérito?” (II, IX, 37-39) (MDV). Reprocharía el derroche de recursos, que poco o nada han ayudado, con Bassanio: “No se os oculta, Antonio, cómo he dilapidado mi fortuna por llevar una vida de más fasto de lo que mis escasos medios permitían… que me ha dejado amordazado, mi Juventud algo pródiga”. (I, I, 122-125 y 129) (MDV).

Con Gratiano se quejaría del afán de hacer irreversible a la Cuarta Transformación (4T): “Los que se afanan por conquistarlo (al mundo) lo pierden”. (I, I, 75) (MDV). Al saber de los planes fallidos y la falta de rumbo de la 4T, afirmaría con Solanio: “Nunca escuché pasión tan confusa, tan extraña, tan escandalosa y tan variable”. (II, VIII, 12-13) (MDV), y como sentencia de muerte de su terca vanidad, con Portia expresaría: “Decidme dónde nace el capricho, ¿en el corazón nace?... ¿De qué se nutre?... nace en los ojos y son miradas su alimento; muere en la cuna donde se tiende”. (III, II, 63-70) (MDV).

Por Jessica, Shakespeare vería en los que aún creen en AMLO: “Pero el amor es ciego, y los amantes no ven las dulces locuras que ellos mismos cometen”. (II, VI, 36-37) (MDV), y su poder destructivo, con Albany: “Quien a sí misma se desgaja del tronco que le daba su savia, forzosamente habrá de marchitarse y encontrará en la muerte su destino”. (IV, II, 34-36) El Rey Lear (RL). Pero guardaría la fiel esperanza de Hamlet: “He oído que quienes son culpables, ante una representación se han sentido impresionados… hasta el punto que han llegado a proclamar sus delitos”. (II, II, 612-616) (H).

Y aunque no fuera así, Portia tiene razón cuando dice: “¡Cuántas cosas, sazonadas por su tiempo alcanzan justa alabanza y verdadera perfección!”. (V, I, 107-108) (MDV). Es verdad, sin duda, que todo por su propio peso, tarde o temprano, cae.

agusperezr@hotmail.com


Imaginemos, por un momento, que William Shakespeare es un observador imparcial de la gestión presidencial en México. Contrario a las encuestas favorables al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), diría con Portia: “No puedo, al elegir, guiarme sólo por el tierno impulso de mis ojos…” (II, I, 13-14) El Mercader de Venecia (MDV). Él buscaría los hechos recordando al Rey en Hamlet: “¿Qué harías para mostrar con hechos, no con palabras, que sois digno hijo de vuestro padre?” (IV, VII, 123-125) Hamlet (H). Y al ver la situación de nuestro país concluiría con Hamlet:

“¿Pues quién podrá soportar… las injusticias del tirano, la afrenta del soberbio… la insolencia del Estado, y la humillación que la virtud recibe de quien es indigno…?” (III, I, 70-74) (H). Y si a alguien se le ocurriera decir que la gestión de AMLO ha servido al pueblo, aunque no cumpla sus promesas y su situación estuviera peor que nunca, su juicio no se haría esperar con las célebres palabras de Hamlet: “Ser o no ser… Esa es la cuestión. ¿Qué es mejor para el alma, sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos o levantarse en armas contra el océano del mal…y que así cesen?” (III, I, 56-60) (H)

Y si aún hubiera dudas de su opinión, nos repetiría a Hamlet: “¡Parecerme, señora! No: es. No sé qué es parecer”. (I, II, 76) (H). Y citaría al Príncipe de Aragón: “¿Quién ha de perseguir a la fortuna con engaños? ¿quién puede ser honrado sin el sello del mérito?” (II, IX, 37-39) (MDV). Reprocharía el derroche de recursos, que poco o nada han ayudado, con Bassanio: “No se os oculta, Antonio, cómo he dilapidado mi fortuna por llevar una vida de más fasto de lo que mis escasos medios permitían… que me ha dejado amordazado, mi Juventud algo pródiga”. (I, I, 122-125 y 129) (MDV).

Con Gratiano se quejaría del afán de hacer irreversible a la Cuarta Transformación (4T): “Los que se afanan por conquistarlo (al mundo) lo pierden”. (I, I, 75) (MDV). Al saber de los planes fallidos y la falta de rumbo de la 4T, afirmaría con Solanio: “Nunca escuché pasión tan confusa, tan extraña, tan escandalosa y tan variable”. (II, VIII, 12-13) (MDV), y como sentencia de muerte de su terca vanidad, con Portia expresaría: “Decidme dónde nace el capricho, ¿en el corazón nace?... ¿De qué se nutre?... nace en los ojos y son miradas su alimento; muere en la cuna donde se tiende”. (III, II, 63-70) (MDV).

Por Jessica, Shakespeare vería en los que aún creen en AMLO: “Pero el amor es ciego, y los amantes no ven las dulces locuras que ellos mismos cometen”. (II, VI, 36-37) (MDV), y su poder destructivo, con Albany: “Quien a sí misma se desgaja del tronco que le daba su savia, forzosamente habrá de marchitarse y encontrará en la muerte su destino”. (IV, II, 34-36) El Rey Lear (RL). Pero guardaría la fiel esperanza de Hamlet: “He oído que quienes son culpables, ante una representación se han sentido impresionados… hasta el punto que han llegado a proclamar sus delitos”. (II, II, 612-616) (H).

Y aunque no fuera así, Portia tiene razón cuando dice: “¡Cuántas cosas, sazonadas por su tiempo alcanzan justa alabanza y verdadera perfección!”. (V, I, 107-108) (MDV). Es verdad, sin duda, que todo por su propio peso, tarde o temprano, cae.

agusperezr@hotmail.com