/ miércoles 10 de noviembre de 2021

Anacronismo proteccionista de autos usados

Por Miguel A. Cervantes, con la participación de Alejandro Sandoval Murillo

La discusión sobre automóviles de procedencia extranjera es un anacronismo que se niega a morir a pesar de los cambios dinámicos que México ha vivido después de la apertura comercial. Con un verdadero sistema neoliberalista, énfasis marcado, régimen de libre comercio, en particular el mercado de automóviles en general no tendría este reiterado problema.

Es una simple narrativa impuesta por el ánimo proteccionista, y que continúa a pesar de que México vive en un contexto de apertura comercial sea a través de la Organización Mundial de Comercio o los tratados individuales que ha firmado; dicho proteccionismo se ha convertido en una ideología sagrada, sin que se pueda poner en tela de juicio.

Al entrar México al GATT empieza una dinámica exportadora que continúa con la entrada al TLCAN y posteriores tratados individuales. Desde esa apertura económica, México ha tenido un liderazgo en exportaciones e innovación, que nunca se tuvo durante el tiempo de proteccionismo. De acuerdo con datos del Buró de Análisis Económico de EU, México es el tercer exportador de automóviles, primer exportador de tractocamiones y primer exportador de autopartes. Sin embargo, a pesar del éxito de exportaciones, seguimos con barreras proteccionistas en la importación de automóviles usados y seminuevos.

México además de ser líder exportador ha abierto el mercado a las importaciones de automóviles nuevos. Actualmente hay una gran variedad de éstos, no sólo de EU y Canadá, sino de Europa, Brasil y Corea del Sur. De hecho, la mitad de los automóviles nuevos vendidos por agencias son importados según datos de la AMIA. México ha entrado en una dinámica de comercio intraindustrial, esto es la exportación e importación de productos similares como son los autos, pero con diferenciaciones tecnológicas. México produce una variedad limitada de autos, pero exporta en grandes cantidades hacia EU, Canadá, y en menor cantidad Europa. Al mismo tiempo importa automóviles de lujo, deportivos, SUVs y minivans, para satisfacer la demanda del mercado interno. México, ha logrado economías de escala y produce la más alta calidad mundial.

Pero, a pesar de la distinción de las exportaciones mexicanas, se sigue metiendo el miedo sobre cualquier apertura a los automóviles usados y seminuevos, cuando México exporta el 75 por ciento de su producción e importa la mitad de los vehículos de agencia. Con el TLCAN se suponía que en 2019 se obtendría la libre importación de automóviles usados; sin embargo, eso no ha pasado porque diferentes intereses se oponen a dicha apertura comercial. Es claro que ello no tiene que ver nada con la protección de la industria nacional automotriz, sino con un anacronismo que se ha quedado después de años de proteccionismo generalizado, protegiendo intereses muy particulares. Este proteccionismo daña a los consumidores, especialmente a los más pobres, al no permitirles acceder a mejor calidad de automóviles a mejores precios. Por ende, la justificación del proteccionismo es una narrativa que se impone por la prepotencia y no por su justificación en teoría económica.


Por Miguel A. Cervantes, con la participación de Alejandro Sandoval Murillo

La discusión sobre automóviles de procedencia extranjera es un anacronismo que se niega a morir a pesar de los cambios dinámicos que México ha vivido después de la apertura comercial. Con un verdadero sistema neoliberalista, énfasis marcado, régimen de libre comercio, en particular el mercado de automóviles en general no tendría este reiterado problema.

Es una simple narrativa impuesta por el ánimo proteccionista, y que continúa a pesar de que México vive en un contexto de apertura comercial sea a través de la Organización Mundial de Comercio o los tratados individuales que ha firmado; dicho proteccionismo se ha convertido en una ideología sagrada, sin que se pueda poner en tela de juicio.

Al entrar México al GATT empieza una dinámica exportadora que continúa con la entrada al TLCAN y posteriores tratados individuales. Desde esa apertura económica, México ha tenido un liderazgo en exportaciones e innovación, que nunca se tuvo durante el tiempo de proteccionismo. De acuerdo con datos del Buró de Análisis Económico de EU, México es el tercer exportador de automóviles, primer exportador de tractocamiones y primer exportador de autopartes. Sin embargo, a pesar del éxito de exportaciones, seguimos con barreras proteccionistas en la importación de automóviles usados y seminuevos.

México además de ser líder exportador ha abierto el mercado a las importaciones de automóviles nuevos. Actualmente hay una gran variedad de éstos, no sólo de EU y Canadá, sino de Europa, Brasil y Corea del Sur. De hecho, la mitad de los automóviles nuevos vendidos por agencias son importados según datos de la AMIA. México ha entrado en una dinámica de comercio intraindustrial, esto es la exportación e importación de productos similares como son los autos, pero con diferenciaciones tecnológicas. México produce una variedad limitada de autos, pero exporta en grandes cantidades hacia EU, Canadá, y en menor cantidad Europa. Al mismo tiempo importa automóviles de lujo, deportivos, SUVs y minivans, para satisfacer la demanda del mercado interno. México, ha logrado economías de escala y produce la más alta calidad mundial.

Pero, a pesar de la distinción de las exportaciones mexicanas, se sigue metiendo el miedo sobre cualquier apertura a los automóviles usados y seminuevos, cuando México exporta el 75 por ciento de su producción e importa la mitad de los vehículos de agencia. Con el TLCAN se suponía que en 2019 se obtendría la libre importación de automóviles usados; sin embargo, eso no ha pasado porque diferentes intereses se oponen a dicha apertura comercial. Es claro que ello no tiene que ver nada con la protección de la industria nacional automotriz, sino con un anacronismo que se ha quedado después de años de proteccionismo generalizado, protegiendo intereses muy particulares. Este proteccionismo daña a los consumidores, especialmente a los más pobres, al no permitirles acceder a mejor calidad de automóviles a mejores precios. Por ende, la justificación del proteccionismo es una narrativa que se impone por la prepotencia y no por su justificación en teoría económica.