/ sábado 25 de agosto de 2018

Anecdotario de herederos

Los retos a los que se enfrentan los herederos son especiales y a veces mal entendidos: ¿Por qué no puede ser feliz alguien con tanto dinero?


Voy a iniciar una serie de comentarios relacionados con las experiencias de herederos: sus conflictos, sus retos, sus transformaciones (para bien o para mal), y en sí lo que he observado a lo largo de los últimos 12 años.


Lo cierto es que recibir herencias trae consigo compromisos muy particulares. Por ejemplo, la carga emocional de los herederos que no han tenido la satisfacción de haber creado capital económico se encuentran ahora con asuntos de responsabilidad y administración. Tan sólo este tema hace que su actividad en la familia y en la sociedad cambie dramáticamente.


Generalmente al inicio la mayoría de los herederos se comportan con mucho entusiasmo y muy agradecidos por los repentinos bienes económicos, aun cuando ya los esperaban. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que los cambios de su estilo de vida, incluyendo nuevas obligaciones llegaron con los bienes.


Algunos amigos de la infancia, amigos de toda la vida, y lamentablemente parientes de su primera rama familiar les envidian y se distancian. De un cariño fraternal llegan a expresar su enojo: ¿Por qué tú sí tienes y yo no? La inteligente respuesta de quien ha heredado a quien le envidia nos puede dar una lección de vida: “Te doy mi herencia y tú regrésame la vida de mis padres”.


Los cambios de las personas en los negocios no son la excepción. Compañeros y subordinados dejan de respetar el prestigio y autoridad que previamente se ha ganado el heredero con su trabajo a lo largo de los años. Una especie de sentimiento de animadversión por el que ahora tiene más dinero.


Luego empiezan los nuevos amigos o las nuevas relaciones con múltiples invitaciones para diferentes actividades. Llegan las solicitudes para contribuir a obras sociales a cambio de pertenecer al consejo u algún otro nombramiento. Y como la vanidad se hace presente y se junta con el autoconvencimiento de que merecen esos reconocimientos, los confirman haciendo contribuciones generosas. A la par hacen dispendio con sus amigos y familiares incluyendo préstamos poco o nada justificados, cuanto menos administrativamente ordenados.


La clave para ser buenos herederos es cuidar mucho las formas y el fondo haciendo cambios graduales en su estilo de vida, o no haciendo ninguno. Seguiré comentando.





Los retos a los que se enfrentan los herederos son especiales y a veces mal entendidos: ¿Por qué no puede ser feliz alguien con tanto dinero?


Voy a iniciar una serie de comentarios relacionados con las experiencias de herederos: sus conflictos, sus retos, sus transformaciones (para bien o para mal), y en sí lo que he observado a lo largo de los últimos 12 años.


Lo cierto es que recibir herencias trae consigo compromisos muy particulares. Por ejemplo, la carga emocional de los herederos que no han tenido la satisfacción de haber creado capital económico se encuentran ahora con asuntos de responsabilidad y administración. Tan sólo este tema hace que su actividad en la familia y en la sociedad cambie dramáticamente.


Generalmente al inicio la mayoría de los herederos se comportan con mucho entusiasmo y muy agradecidos por los repentinos bienes económicos, aun cuando ya los esperaban. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que los cambios de su estilo de vida, incluyendo nuevas obligaciones llegaron con los bienes.


Algunos amigos de la infancia, amigos de toda la vida, y lamentablemente parientes de su primera rama familiar les envidian y se distancian. De un cariño fraternal llegan a expresar su enojo: ¿Por qué tú sí tienes y yo no? La inteligente respuesta de quien ha heredado a quien le envidia nos puede dar una lección de vida: “Te doy mi herencia y tú regrésame la vida de mis padres”.


Los cambios de las personas en los negocios no son la excepción. Compañeros y subordinados dejan de respetar el prestigio y autoridad que previamente se ha ganado el heredero con su trabajo a lo largo de los años. Una especie de sentimiento de animadversión por el que ahora tiene más dinero.


Luego empiezan los nuevos amigos o las nuevas relaciones con múltiples invitaciones para diferentes actividades. Llegan las solicitudes para contribuir a obras sociales a cambio de pertenecer al consejo u algún otro nombramiento. Y como la vanidad se hace presente y se junta con el autoconvencimiento de que merecen esos reconocimientos, los confirman haciendo contribuciones generosas. A la par hacen dispendio con sus amigos y familiares incluyendo préstamos poco o nada justificados, cuanto menos administrativamente ordenados.


La clave para ser buenos herederos es cuidar mucho las formas y el fondo haciendo cambios graduales en su estilo de vida, o no haciendo ninguno. Seguiré comentando.