/ miércoles 30 de diciembre de 2020

Año novedoso

El año nuevo llega con las respectivas expectativas de cada cual. Después del 2020, se desea sobre todo salud y la posibilidad de convivir nuevamente con familia, amigos y comunidad. Pero el mundo ya no será el mismo y tendremos que acostumbrarnos a nuevas normalidades.

Yo en lo particular visualizo un futuro prometedor si restamos algunas cosas y, y esto implica despedirnos de creencias y costumbres muy arraigadas.

La primera y prioritaria es aminorar el crecimiento de la población, pero habrá quien diga: ¡Yo tengo derecho a tener los hijos que me dé la gana! ¡Los puedo mantener! pero el detalle es que el planeta ya no puede con la carga. Pensemos en todo lo que implica la llegada de un ser humano a este planeta. Principia una vida llena de necesidades que activan infinidad de rubros comerciales. Va creciendo el individuo y multiplicándose todo lo que requiere y eso multipliquémoslo por los millones de individuos que nacen cada año.

Restar mascotas. Tenemos la gran responsabilidad de ver por esos animales que hemos integrado a nuestro hábitat. Cuidarlos, alimentarlos, y sobre todo esterilizarlos. Ya dejó de ser graciosa la multiplicación de perros, gatos y demás, para en muchas ocasiones ser deleite de un tiempecito y luego el abandono de seres vivos, que solos no sobreviven.

Restar el consumo de carne. En algún momento la mercadotecnia nos convenció que comer carne era indispensable ¿Y saben que? No lo es. Podemos comerla sólo de vez en cuando y estaremos muy bien. Se están deforestando infinidad de selvas y bosques para criar y sembrar alimento para el ganado y mientras la demanda crezca, más pedazos de tierra se necesitarán para darnos el gusto de tener todos los días carne y más carne a costa de la destrucción de la imprescindible naturaleza.

Menos hombres derramando irresponsablemente semen. ¡Cuántos niños abandonados porque el padre eyaculó al “ahi” se va.

Mujeres menos confiadas. Somos el albergue de la concepción y desarrollo de un ser humano, la mayor responsabilidad de esta existencia. Recibimos un chisguete masculino y en cuestión de minutos ya estamos embarazadas. A como está el mundo hay que pensar muy bien si quieren contraer el compromiso de criar un niño, y si no, cierren piernas si no han tomado medidas para evitar el embarazo. El aborto es devastador, por más que lo pongan como remedio, es terrible para creyentes y ateos.

Menos viajes. ¿Sabes la gran contaminación que están ocasionando los aviones y demás transportes? Es muy preocupante que vehículos casi vacíos transitan por tierra, aire y agua, sólo por darle al consumidor infinidad de opciones de horario. Que las empresas de transporte hagan nuevas maneras de que los viajes se aprovechen al máximo.

Menos ruido. A las personas que les gusta el ruido que lo disfruten desde sus audífonos ¿Por qué hemos de aguantar los que queremos silencio? El ruido además de molestar afecta el derredor con esas ondas sonoras que impactan los organismos.

Menos corrupción. El corrupto vive hasta que la sociedad lo pone en su lugar.

Ya no me alcanza hablar de más menos, pero cada cual sabremos en qué tenemos que restar. Por el contrario, hace falta sumar unión y fuerza comunitaria para exigir que líderes gobiernen desde y para el pueblo.

Feliz Año Nuevo, y que esta fecha de inicio nos ubique en las urgentes nuevas maneras de hacer y dejar de hacer.


El año nuevo llega con las respectivas expectativas de cada cual. Después del 2020, se desea sobre todo salud y la posibilidad de convivir nuevamente con familia, amigos y comunidad. Pero el mundo ya no será el mismo y tendremos que acostumbrarnos a nuevas normalidades.

Yo en lo particular visualizo un futuro prometedor si restamos algunas cosas y, y esto implica despedirnos de creencias y costumbres muy arraigadas.

La primera y prioritaria es aminorar el crecimiento de la población, pero habrá quien diga: ¡Yo tengo derecho a tener los hijos que me dé la gana! ¡Los puedo mantener! pero el detalle es que el planeta ya no puede con la carga. Pensemos en todo lo que implica la llegada de un ser humano a este planeta. Principia una vida llena de necesidades que activan infinidad de rubros comerciales. Va creciendo el individuo y multiplicándose todo lo que requiere y eso multipliquémoslo por los millones de individuos que nacen cada año.

Restar mascotas. Tenemos la gran responsabilidad de ver por esos animales que hemos integrado a nuestro hábitat. Cuidarlos, alimentarlos, y sobre todo esterilizarlos. Ya dejó de ser graciosa la multiplicación de perros, gatos y demás, para en muchas ocasiones ser deleite de un tiempecito y luego el abandono de seres vivos, que solos no sobreviven.

Restar el consumo de carne. En algún momento la mercadotecnia nos convenció que comer carne era indispensable ¿Y saben que? No lo es. Podemos comerla sólo de vez en cuando y estaremos muy bien. Se están deforestando infinidad de selvas y bosques para criar y sembrar alimento para el ganado y mientras la demanda crezca, más pedazos de tierra se necesitarán para darnos el gusto de tener todos los días carne y más carne a costa de la destrucción de la imprescindible naturaleza.

Menos hombres derramando irresponsablemente semen. ¡Cuántos niños abandonados porque el padre eyaculó al “ahi” se va.

Mujeres menos confiadas. Somos el albergue de la concepción y desarrollo de un ser humano, la mayor responsabilidad de esta existencia. Recibimos un chisguete masculino y en cuestión de minutos ya estamos embarazadas. A como está el mundo hay que pensar muy bien si quieren contraer el compromiso de criar un niño, y si no, cierren piernas si no han tomado medidas para evitar el embarazo. El aborto es devastador, por más que lo pongan como remedio, es terrible para creyentes y ateos.

Menos viajes. ¿Sabes la gran contaminación que están ocasionando los aviones y demás transportes? Es muy preocupante que vehículos casi vacíos transitan por tierra, aire y agua, sólo por darle al consumidor infinidad de opciones de horario. Que las empresas de transporte hagan nuevas maneras de que los viajes se aprovechen al máximo.

Menos ruido. A las personas que les gusta el ruido que lo disfruten desde sus audífonos ¿Por qué hemos de aguantar los que queremos silencio? El ruido además de molestar afecta el derredor con esas ondas sonoras que impactan los organismos.

Menos corrupción. El corrupto vive hasta que la sociedad lo pone en su lugar.

Ya no me alcanza hablar de más menos, pero cada cual sabremos en qué tenemos que restar. Por el contrario, hace falta sumar unión y fuerza comunitaria para exigir que líderes gobiernen desde y para el pueblo.

Feliz Año Nuevo, y que esta fecha de inicio nos ubique en las urgentes nuevas maneras de hacer y dejar de hacer.