/ martes 2 de enero de 2018

Año nuevo

El año nuevo es una celebración para conmemorar el siguiente año del calendario, revisto de un significado especial y emotivo.  Es la más antigua y universal de las festividades religiosas, homenajeado distintamente en cada cultura. Su historia comienza cuando aún no existía un calendario anual y el tiempo se medía entre el transcurso de siembra y cosecha, que representaba “un año”. En la mitología romana, enero (Januarios) era el mes de Jano, dios de las puertas, los comienzos y los finales. Le fue consagrado el primer mes del año y se le convocaba públicamente ese día, pues según los romanos, aseguraba buenos finales.

En 1582, el papa Gregorio XIII dispuso que los países católicos celebrasen el año nuevo el primero de enero. Ikram Antaki reseña que al parecer en el año 532, el monje Denis le Petit propuso contar los años a partir del nacimiento de Cristo (según la iglesia), desplazando siete días para fijar el inicio del año el primer día del mes de enero. Las fechas varían de acuerdo a la cultura. Hablar de un año nuevo nos conduce a reflexionar sobre el tiempo, no solamente el calendarizado que marca celebraciones, sino el sentido entorno a él.  A lo largo de la historia, se ha medido de diversas formas. Su percepción primitiva giraba alrededor a la naturaleza. Su  primer cálculo se hizo a partir de observaciones astronómicas y fue el cielo instrumento para ello. En Birmania los monjes se levantaban al amanecer cuando “había suficiente luz para ver las venas de la mano”, la organización de la labor en los puertos se ajustaba a los movimientos del mar y en sociedades de Oriente, la cocción del arroz representaba media hora. Era una orientación al “quehacer”. Hacia el año 1345 se comenzó a dividir el día en horas y segundos, y su medición representó poder para las clases pudientes. Respetar los horarios era hacer que la vida colectiva ocurriese en orden y afirmar la sumisión a una regla.

En la edad de hierro reinaba el caos. Urano intentó impedir el paso del tiempo destruyendo a sus hijos; uno de ellos fue el titán Cronos, quien lo castró, liberó el tiempo y adquirió control del universo. Se convirtió en el dios del tiempo, decisión y opción. Representa el orden de las cosas para el bien de la humanidad. Carlos Fuentes indica que el tiempo siempre ha sido un problema y que su problema es tiempo mismo. “La historia es la historia de la violencia, el tiempo su lucha”. Antaki refiere que hay dos opciones de uso del tiempo: en una, la persona es una máquina programada entre otras máquinas; en otra, inventa el tiempo y da ritmo a su propia vida. Es la medida de su existencia, emplea mecanismos para designarlo con orden y sentido inscribiéndose alrededor a él.

Dicen que el año nuevo es una vida nueva; lo cierto es que otra puerta se abre, brindando oportunidad de iniciar una era acompañada de buenos deseos de amor, felicidad, perdón y esperanza para un nuevo ciclo, dando incondicionalmente a los demás y procurando ser mejor de lo que fuimos en el pasado. A veces cuando los ciclos recomienzan, el futuro encuentra el pasado y repetimos sus errores y nos enfrentamos a  las decisiones del pasado y sus consecuencias, algunas no tan buenas. Esperemos aprender de ellas y transformarlas en algo mejor. Año nuevo es la oportunidad para nuevas metas y retomar nuestras actividades, pero sobre todo, gozar de nuestra existencia. Y mirar al futuro con ilusión.

Ojalá los anhelos sean la semilla de sembrar buenos deseos y entorno al tiempo, demos ritmo a nuestra propia vida y regresemos a frases como “ni un mar de café sería suficiente para charlar contigo” disfrutando el instante sin poner límites a los buenos momentos. Y citando a Carlos Fuentes: “Quizá nuestro pacto con el tiempo es vivir en el presente sin memoria de nuestro pasado o de nuestro porvenir, los más lejanos, no los más próximos, si de ellos llegamos a nuestro hoy”.

 

Yanez_flor@hotmail.com

 

El año nuevo es una celebración para conmemorar el siguiente año del calendario, revisto de un significado especial y emotivo.  Es la más antigua y universal de las festividades religiosas, homenajeado distintamente en cada cultura. Su historia comienza cuando aún no existía un calendario anual y el tiempo se medía entre el transcurso de siembra y cosecha, que representaba “un año”. En la mitología romana, enero (Januarios) era el mes de Jano, dios de las puertas, los comienzos y los finales. Le fue consagrado el primer mes del año y se le convocaba públicamente ese día, pues según los romanos, aseguraba buenos finales.

En 1582, el papa Gregorio XIII dispuso que los países católicos celebrasen el año nuevo el primero de enero. Ikram Antaki reseña que al parecer en el año 532, el monje Denis le Petit propuso contar los años a partir del nacimiento de Cristo (según la iglesia), desplazando siete días para fijar el inicio del año el primer día del mes de enero. Las fechas varían de acuerdo a la cultura. Hablar de un año nuevo nos conduce a reflexionar sobre el tiempo, no solamente el calendarizado que marca celebraciones, sino el sentido entorno a él.  A lo largo de la historia, se ha medido de diversas formas. Su percepción primitiva giraba alrededor a la naturaleza. Su  primer cálculo se hizo a partir de observaciones astronómicas y fue el cielo instrumento para ello. En Birmania los monjes se levantaban al amanecer cuando “había suficiente luz para ver las venas de la mano”, la organización de la labor en los puertos se ajustaba a los movimientos del mar y en sociedades de Oriente, la cocción del arroz representaba media hora. Era una orientación al “quehacer”. Hacia el año 1345 se comenzó a dividir el día en horas y segundos, y su medición representó poder para las clases pudientes. Respetar los horarios era hacer que la vida colectiva ocurriese en orden y afirmar la sumisión a una regla.

En la edad de hierro reinaba el caos. Urano intentó impedir el paso del tiempo destruyendo a sus hijos; uno de ellos fue el titán Cronos, quien lo castró, liberó el tiempo y adquirió control del universo. Se convirtió en el dios del tiempo, decisión y opción. Representa el orden de las cosas para el bien de la humanidad. Carlos Fuentes indica que el tiempo siempre ha sido un problema y que su problema es tiempo mismo. “La historia es la historia de la violencia, el tiempo su lucha”. Antaki refiere que hay dos opciones de uso del tiempo: en una, la persona es una máquina programada entre otras máquinas; en otra, inventa el tiempo y da ritmo a su propia vida. Es la medida de su existencia, emplea mecanismos para designarlo con orden y sentido inscribiéndose alrededor a él.

Dicen que el año nuevo es una vida nueva; lo cierto es que otra puerta se abre, brindando oportunidad de iniciar una era acompañada de buenos deseos de amor, felicidad, perdón y esperanza para un nuevo ciclo, dando incondicionalmente a los demás y procurando ser mejor de lo que fuimos en el pasado. A veces cuando los ciclos recomienzan, el futuro encuentra el pasado y repetimos sus errores y nos enfrentamos a  las decisiones del pasado y sus consecuencias, algunas no tan buenas. Esperemos aprender de ellas y transformarlas en algo mejor. Año nuevo es la oportunidad para nuevas metas y retomar nuestras actividades, pero sobre todo, gozar de nuestra existencia. Y mirar al futuro con ilusión.

Ojalá los anhelos sean la semilla de sembrar buenos deseos y entorno al tiempo, demos ritmo a nuestra propia vida y regresemos a frases como “ni un mar de café sería suficiente para charlar contigo” disfrutando el instante sin poner límites a los buenos momentos. Y citando a Carlos Fuentes: “Quizá nuestro pacto con el tiempo es vivir en el presente sin memoria de nuestro pasado o de nuestro porvenir, los más lejanos, no los más próximos, si de ellos llegamos a nuestro hoy”.

 

Yanez_flor@hotmail.com