/ viernes 14 de mayo de 2021

Ante un muerte segura

Me parece que ante la amenaza de una próxima muerte, cualquiera se desanima. Hace oración y pide un milagro, esperando conservar la vida. Pero la muerte es exorable, llega cuando tiene que llegar.

No todos los humanos conocen las enfermedades que causan una muerte pronta. A veces la muerte es por causas diferentes a la enfermedad: una guerra, a una invasión. En cuanto a la enfermedad los médicos diagnostican una muerte en pocos días. Causan una pronta muerte: el cáncer, la parálisis cerebral, el coronavirus… y otras.

Cristo, ante la amenaza de la muerte, oró en el Jardín de los Olivos y pidió: “Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad”.

El Papa Juan XIII tenía una dolencia en el intestino. Vomitaba sangre. Sabia de su segura muerte. Le pido a su médico: “Avíseme cuando vaya a ser el fin”. Y el doctor le avisó. Y él aprovechó sus últimos momentos para confesarse y para que impusieran el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Pidió hablar con sus hermanos, pero ellos llegaron a Roma cando él había muerto.

A un padre de familia, con 4 hijas y un hijo, le resulto de pronto una dolora insoportable en el estómago. El doctor fue claridoso: “Tiene un cáncer fulminante. Le advierto que tendrá 5 días de vida. Arregle sus asuntos”. Inexorablemente la muerte llegó el quinto día.

Una jovencita de 19 años cuando comentó su próxima muerte, dijo: - “Le doy gracias a Dios por haberme dado 19 años. Estoy contenta de mi muerte. Regreso al Padre. No lloren por mí”.

Un niño de tercero de primaría, ante su pronta muerte, no comentó su partida, se dejó querer por sus padres. Estudió sus libros como si fuera a vivir para estudiar un oficio para la vida. Murió tranquilo. Simplemente pidió a sus papás: - “No lloren”.

La muerte pronta es una vida que se va con rapidez. Si tu vida va a terminar de manera repentina y segura, no queda más que aceptar la verdad. Aunque te desesperes, llegará la muerte irremediablemente. No se te anunció cuando ibas a nacer, tampoco tienes una certeza de cuando termine la vida. En todo caso, tal vez te ayude a una muerte pronta pensar en agradecer la vida, por corta que sea.

Todos los que existieron, ya se han ido, y muchos de ellos se han ido con una muerte pronta. Pero siempre la final de la vida es la terminación del recorrido por el mundo. Los que mueren en ancianidad tienen dos formas de morir: Aceptan el fin de la vida, o se rebelan ante la desaparición de la vida.

Una maestra mayor, ante la noticia, empezó a llorar y a lamentarse. Su queja era: “No quiero morirme. Dios mío, ¡que no me muera!”. Y se murió entre sus protestas. Pero un empresario estaba abriendo una nueva planta. Les decía a los más jóvenes: - “Yo no abriré esta empresa, a ustedes sí le tocarán verla hecha”. Murió tranquilo, agradeciendo su larga vida.

Te deseo que tengas una muerte ejemplar, que sea tu modo de morir tu herencia, para tus descendientes.

Me parece que ante la amenaza de una próxima muerte, cualquiera se desanima. Hace oración y pide un milagro, esperando conservar la vida. Pero la muerte es exorable, llega cuando tiene que llegar.

No todos los humanos conocen las enfermedades que causan una muerte pronta. A veces la muerte es por causas diferentes a la enfermedad: una guerra, a una invasión. En cuanto a la enfermedad los médicos diagnostican una muerte en pocos días. Causan una pronta muerte: el cáncer, la parálisis cerebral, el coronavirus… y otras.

Cristo, ante la amenaza de la muerte, oró en el Jardín de los Olivos y pidió: “Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad”.

El Papa Juan XIII tenía una dolencia en el intestino. Vomitaba sangre. Sabia de su segura muerte. Le pido a su médico: “Avíseme cuando vaya a ser el fin”. Y el doctor le avisó. Y él aprovechó sus últimos momentos para confesarse y para que impusieran el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Pidió hablar con sus hermanos, pero ellos llegaron a Roma cando él había muerto.

A un padre de familia, con 4 hijas y un hijo, le resulto de pronto una dolora insoportable en el estómago. El doctor fue claridoso: “Tiene un cáncer fulminante. Le advierto que tendrá 5 días de vida. Arregle sus asuntos”. Inexorablemente la muerte llegó el quinto día.

Una jovencita de 19 años cuando comentó su próxima muerte, dijo: - “Le doy gracias a Dios por haberme dado 19 años. Estoy contenta de mi muerte. Regreso al Padre. No lloren por mí”.

Un niño de tercero de primaría, ante su pronta muerte, no comentó su partida, se dejó querer por sus padres. Estudió sus libros como si fuera a vivir para estudiar un oficio para la vida. Murió tranquilo. Simplemente pidió a sus papás: - “No lloren”.

La muerte pronta es una vida que se va con rapidez. Si tu vida va a terminar de manera repentina y segura, no queda más que aceptar la verdad. Aunque te desesperes, llegará la muerte irremediablemente. No se te anunció cuando ibas a nacer, tampoco tienes una certeza de cuando termine la vida. En todo caso, tal vez te ayude a una muerte pronta pensar en agradecer la vida, por corta que sea.

Todos los que existieron, ya se han ido, y muchos de ellos se han ido con una muerte pronta. Pero siempre la final de la vida es la terminación del recorrido por el mundo. Los que mueren en ancianidad tienen dos formas de morir: Aceptan el fin de la vida, o se rebelan ante la desaparición de la vida.

Una maestra mayor, ante la noticia, empezó a llorar y a lamentarse. Su queja era: “No quiero morirme. Dios mío, ¡que no me muera!”. Y se murió entre sus protestas. Pero un empresario estaba abriendo una nueva planta. Les decía a los más jóvenes: - “Yo no abriré esta empresa, a ustedes sí le tocarán verla hecha”. Murió tranquilo, agradeciendo su larga vida.

Te deseo que tengas una muerte ejemplar, que sea tu modo de morir tu herencia, para tus descendientes.