/ sábado 12 de marzo de 2022

Antes que se nos olvide | Con la rabia acumulada

Por: Carlos A. Esparza Deister

En 2021, de las diez ciudades más violentas en el mundo, ocho fueron mexicanas. Esto se debe en gran medida a las organizaciones criminales que cobran venganza de sus rivales y han convertido al país en un enorme cementerio, quizás el más grande del mundo. Pero no sólo ellos son culpables, lo somos todos como sociedad, basta observar lo ocurrido el sábado pasado en Querétaro, donde fanáticos de futbol se golpearon de manera brutal, como si estuvieran en una guerra, es estúpido que por un simple partido de futbol varios de ellos estén a punto de morir o vayan a tener secuelas de por vida. Es impactante el nivel de salvajismo mostrado por muchos de estos pseudoaficionados, continuar golpeando y desnudar a una persona inerte, es un acto demencial. Luego del lamentable hecho, varios utilizaron la frase, “lo ocurrido es un reflejo de nuestra sociedad” y es cierto, pero debemos preguntarnos también, ¿cómo puedo contribuir para que disminuya esa violencia? La responsabilidad es de todos.

Y es que la violencia no cesa, como en la reciente marcha de las mujeres, que por supuesto tienen todo el derecho de expresarse y tratar de sacudir a una sociedad que las ha sobajado históricamente. Es muy válido levantar la voz, pero no es válido que algunas de ellas la manchen con violencia y aunque ahora disminuyó, no faltaron los destrozos, como tumbar un enorme semáforo en el Zócalo de la Ciudad de México, poniendo en peligro a cientos de manifestantes. O aquí en Chihuahua, que fueron a pintarrajear y quebrar varios cristales del Palacio de Gobierno, así mismo lanzaron objetos en llamas dentro del lugar, esto pudo haber causado un incendio, con riesgo de lastimar a quienes estaban dentro, incluidas mujeres, a las que dicen defender y apoyar.

Probablemente varios de los miembros de organizaciones criminales, que han convertido algunas de nuestras ciudades en las más violentas del mundo, provienen de familias despedazadas por la inconsciencia humana. Descienden de padres que, por su caótica y egoísta vida, olvidan amar, respetar y valorar la piedra angular de una sociedad, la familia. Quizás algunos delincuentes veían cómo su padre borracho golpeaba a su madre. O el hermano mayor los maltrataba o quizás hasta fueron abusados sexualmente por algún familiar. Sin duda, esto les provocó acumulación de rabia y frustración.

Pero no sólo los delincuentes traen rabia acumulada, también gran parte de la sociedad, lo vimos en cientos de fanáticos en Querétaro. Lo observamos con varias mujeres en la marcha feminista. Lo vemos en las calles, cuando un encolerizado automovilista quiere golpear a otro conductor por un percance vial. Lo vemos en el empleado frustrado que quiere pegarle a su jefe inmediato, “nomás porque es muy mamón”. Lo vemos en los padres intolerantes y complicados. Así mismo, en el hijo que se convierte en tirano de papá y mamá y los exprime hasta la última gota. En el maestro impaciente o malhumorado, pero también en el alumno que, al sentirse protegido, es altanero y agresivo con sus profesores, etc. etc. Insisto, la responsabilidad es de todos.

Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com

Por: Carlos A. Esparza Deister

En 2021, de las diez ciudades más violentas en el mundo, ocho fueron mexicanas. Esto se debe en gran medida a las organizaciones criminales que cobran venganza de sus rivales y han convertido al país en un enorme cementerio, quizás el más grande del mundo. Pero no sólo ellos son culpables, lo somos todos como sociedad, basta observar lo ocurrido el sábado pasado en Querétaro, donde fanáticos de futbol se golpearon de manera brutal, como si estuvieran en una guerra, es estúpido que por un simple partido de futbol varios de ellos estén a punto de morir o vayan a tener secuelas de por vida. Es impactante el nivel de salvajismo mostrado por muchos de estos pseudoaficionados, continuar golpeando y desnudar a una persona inerte, es un acto demencial. Luego del lamentable hecho, varios utilizaron la frase, “lo ocurrido es un reflejo de nuestra sociedad” y es cierto, pero debemos preguntarnos también, ¿cómo puedo contribuir para que disminuya esa violencia? La responsabilidad es de todos.

Y es que la violencia no cesa, como en la reciente marcha de las mujeres, que por supuesto tienen todo el derecho de expresarse y tratar de sacudir a una sociedad que las ha sobajado históricamente. Es muy válido levantar la voz, pero no es válido que algunas de ellas la manchen con violencia y aunque ahora disminuyó, no faltaron los destrozos, como tumbar un enorme semáforo en el Zócalo de la Ciudad de México, poniendo en peligro a cientos de manifestantes. O aquí en Chihuahua, que fueron a pintarrajear y quebrar varios cristales del Palacio de Gobierno, así mismo lanzaron objetos en llamas dentro del lugar, esto pudo haber causado un incendio, con riesgo de lastimar a quienes estaban dentro, incluidas mujeres, a las que dicen defender y apoyar.

Probablemente varios de los miembros de organizaciones criminales, que han convertido algunas de nuestras ciudades en las más violentas del mundo, provienen de familias despedazadas por la inconsciencia humana. Descienden de padres que, por su caótica y egoísta vida, olvidan amar, respetar y valorar la piedra angular de una sociedad, la familia. Quizás algunos delincuentes veían cómo su padre borracho golpeaba a su madre. O el hermano mayor los maltrataba o quizás hasta fueron abusados sexualmente por algún familiar. Sin duda, esto les provocó acumulación de rabia y frustración.

Pero no sólo los delincuentes traen rabia acumulada, también gran parte de la sociedad, lo vimos en cientos de fanáticos en Querétaro. Lo observamos con varias mujeres en la marcha feminista. Lo vemos en las calles, cuando un encolerizado automovilista quiere golpear a otro conductor por un percance vial. Lo vemos en el empleado frustrado que quiere pegarle a su jefe inmediato, “nomás porque es muy mamón”. Lo vemos en los padres intolerantes y complicados. Así mismo, en el hijo que se convierte en tirano de papá y mamá y los exprime hasta la última gota. En el maestro impaciente o malhumorado, pero también en el alumno que, al sentirse protegido, es altanero y agresivo con sus profesores, etc. etc. Insisto, la responsabilidad es de todos.

Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com