/ sábado 5 de junio de 2021

Antes que se nos olvide | Derrote al abstencionismo

Por: Carlos A. Esparza Deister

La lucha libre es una mezcla de teatro y deporte, con esto no quiero decir que los golpes son ficticios, son reales, claro a veces los exageran, pero es un deporte muy peligroso, tanto, que varios gladiadores han muerto dentro de un ring. Los luchadores representan una obra teatral, donde el bien enfrenta al mal, diablo contra ángel; rudos contra técnicos. Los espectadores se emocionan, sobre todo los niños, quisieran meterse al cuadrilátero para ayudar a su luchador favorito, que regularmente es vapuleado por los rudos, quienes insultan mientras lo golpean. Esto enardece al público, que les grita de todo, sin embargo, en los vestidores, antes de subir al ring, regularmente todo es camaradería entre los gladiadores “adversarios”, incluso se ponen de acuerdo con la rutina que realizarán para evitar lastimarse. Al finalizar la lucha, por lo general, rudos y técnicos terminan satisfechos, porque hicieron creer a la gente que su rivalidad es auténtica. Algo parecido ocurre en la política mexicana, varios políticos simulan que se tiran con todo, que están defendiendo los intereses de los ciudadanos, enfrentándose en una supuesta lucha feroz, pero luego todo resulta una farsa, al final terminan igual que los luchadores (una disculpa si algún luchador se siente ofendido por la comparación): abrazados y carcajeando.

Por lo anterior y más, la ciudadanía se decepciona de la política, pero hay que ser positivos; es como cuando Santo y Blue Demon, a pesar de su rivalidad en el ring, unieron fuerzas para salvar a la sociedad mexicana de las terribles “Momias de Guanajuato”.

Quizá la principal similitud entre lucha libre y política es que sin gente, sin ciudadanos, ninguno de los dos existiría, ¿qué sería de una arena de lucha sin aficionados? o ¿un mitin sin partidarios? Imagine a un político solitario en una avenida, entregando sus folletos. No duraría ni media hora haciéndolo, se iría cabizbajo a casa. Así mismo, unas elecciones sin ciudadanos no son nada, e independientemente que varios políticos hacen la faramalla de pelear con otros o realizan alianzas con el adversario, eso no debe desilusionarnos, pues nuestra obligación como sociedad es votar, si no hay una participación masiva, las elecciones no tienen sentido. Y de nada servirá que el INE, buscando realizar un ejercicio democrático, otorgue a los partidos dinero de nuestros impuestos para que sean promocionados sus candidatos y propuestas.

El destino de un estado, ciudad o pueblo, está en manos del ciudadano, de usted, el verdadero protagonista de las elecciones. Participe, no permita que otros tomen la decisión por usted, este 6 de junio vaya y vote por quien mejor le parezca, rudo o técnico, conviértase en la estrella de la lucha y deje tendido en la lona al abstencionismo.

@carlosaesparza

esparzadeister@gmail.com

Por: Carlos A. Esparza Deister

La lucha libre es una mezcla de teatro y deporte, con esto no quiero decir que los golpes son ficticios, son reales, claro a veces los exageran, pero es un deporte muy peligroso, tanto, que varios gladiadores han muerto dentro de un ring. Los luchadores representan una obra teatral, donde el bien enfrenta al mal, diablo contra ángel; rudos contra técnicos. Los espectadores se emocionan, sobre todo los niños, quisieran meterse al cuadrilátero para ayudar a su luchador favorito, que regularmente es vapuleado por los rudos, quienes insultan mientras lo golpean. Esto enardece al público, que les grita de todo, sin embargo, en los vestidores, antes de subir al ring, regularmente todo es camaradería entre los gladiadores “adversarios”, incluso se ponen de acuerdo con la rutina que realizarán para evitar lastimarse. Al finalizar la lucha, por lo general, rudos y técnicos terminan satisfechos, porque hicieron creer a la gente que su rivalidad es auténtica. Algo parecido ocurre en la política mexicana, varios políticos simulan que se tiran con todo, que están defendiendo los intereses de los ciudadanos, enfrentándose en una supuesta lucha feroz, pero luego todo resulta una farsa, al final terminan igual que los luchadores (una disculpa si algún luchador se siente ofendido por la comparación): abrazados y carcajeando.

Por lo anterior y más, la ciudadanía se decepciona de la política, pero hay que ser positivos; es como cuando Santo y Blue Demon, a pesar de su rivalidad en el ring, unieron fuerzas para salvar a la sociedad mexicana de las terribles “Momias de Guanajuato”.

Quizá la principal similitud entre lucha libre y política es que sin gente, sin ciudadanos, ninguno de los dos existiría, ¿qué sería de una arena de lucha sin aficionados? o ¿un mitin sin partidarios? Imagine a un político solitario en una avenida, entregando sus folletos. No duraría ni media hora haciéndolo, se iría cabizbajo a casa. Así mismo, unas elecciones sin ciudadanos no son nada, e independientemente que varios políticos hacen la faramalla de pelear con otros o realizan alianzas con el adversario, eso no debe desilusionarnos, pues nuestra obligación como sociedad es votar, si no hay una participación masiva, las elecciones no tienen sentido. Y de nada servirá que el INE, buscando realizar un ejercicio democrático, otorgue a los partidos dinero de nuestros impuestos para que sean promocionados sus candidatos y propuestas.

El destino de un estado, ciudad o pueblo, está en manos del ciudadano, de usted, el verdadero protagonista de las elecciones. Participe, no permita que otros tomen la decisión por usted, este 6 de junio vaya y vote por quien mejor le parezca, rudo o técnico, conviértase en la estrella de la lucha y deje tendido en la lona al abstencionismo.

@carlosaesparza

esparzadeister@gmail.com