/ sábado 4 de septiembre de 2021

Antes que se nos olvide; Los grandiosos atletas paralímpicos


Por: Carlos A. Esparza Deister

No se demeritan las cuatro medallas de bronce conseguidas en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, son fruto de un gran esfuerzo y dedicación al deporte. Varios atletas mexicanos quedaron en cuarto lugar, lo cual también es plausible, estuvieron muy cerca de alcanzar su objetivo, sin embargo, no es entendible que una delegación de 160 deportistas obtenga estos resultados, pues los grandes atletas paralímpicos, con un promedio de 60 competidores, siempre los superan ampliamente en el medallero. Ellos van con un solo propósito: triunfar, y así lo hacen. En estos Juegos Paralímpicos ya llevan 14 medallas: 5 de oro, 1 de plata y 8 de bronce, más las que se acumulen, pues la competencia aún no termina. Con lo anterior, ya han alcanzado 100 medallas doradas y más de 300 preseas en 61 años de esta competencia. Por otro lado, los deportistas mexicanos sin discapacidades sólo llevan 73 medallas en más de 120 años. A pesar de todo esto, los medios mexicanos difunden poco los Juegos Paralímpicos y por ende, la gente pierde interés en la competencia, es raro escuchar que alguien se desveló como lo hizo en las Olimpiadas para seguir a sus compatriotas, es injusto, porque con los atletas paralímpicos la desvelada vale la pena, ya que regularmente no se quedan en el “ya merito”.

Lo realizado por estos grandes deportistas debe inspirar a toda nuestra nación, pues son ejemplo de coraje, entrega, mentalidad positiva y pasión. Estos atletas siempre dan el extra, si todos los mexicanos lo diéramos en nuestras labores cotidianas, el país sería mucho mejor. Por lo tanto, más que admirarlos, debemos imitarlos.

Su enorme ejemplo debe servir para que las personas “normales”, eliminen de su mente obstáculos que se han inventado a través de los años, los cuales de una u otra forma los han convertido en seres discapacitados, pues muchos, aun teniendo excelente vista, sufren “ceguera”, van por la vida desaprovechando grandes oportunidades que están frente a ellos. Otros no sueltan las muletas psicológicas, entonces, van complicando paulatinamente su andar hacia las metas trazadas. Algunos están atados a una silla de ruedas ficticia, rara vez se levantan de ella, pues de cierta manera están cómodos, creen tener todo en esa silla y ya no se atreven a levantarse para buscar nuevos horizontes, por miedo a caer, porque temen fracasar. Mientras los atletas paralímpicos, que son realmente invidentes, están postrados en sillas o se apoyan en muletas, logran realizar sus sueños a toda costa, demostrando que son campeones no sólo del deporte, sino de la vida.

Cada edición de los Juegos Paralímpicos es lo mismo, casi todos los mexicanos demuestra admiración, respeto y orgullo por estos grandes atletas, pero luego de unas semanas, se olvidan sus hazañas y todo vuelve a la “normalidad”. Ellos, disciplinadamente regresan a entrenar, con la misma hambre de triunfo, olvidándose por momentos de su discapacidad, mientras muchas personas “normales” regresan a la rutina, unos toman sus muletas psicológicas, otros se van a refugiar a la silla de ruedas ficticia y allí permanecen por un largo tiempo, olvidándose que están sanos.

esparzadeister@gmail.com


@carlosaesparza



Por: Carlos A. Esparza Deister

No se demeritan las cuatro medallas de bronce conseguidas en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, son fruto de un gran esfuerzo y dedicación al deporte. Varios atletas mexicanos quedaron en cuarto lugar, lo cual también es plausible, estuvieron muy cerca de alcanzar su objetivo, sin embargo, no es entendible que una delegación de 160 deportistas obtenga estos resultados, pues los grandes atletas paralímpicos, con un promedio de 60 competidores, siempre los superan ampliamente en el medallero. Ellos van con un solo propósito: triunfar, y así lo hacen. En estos Juegos Paralímpicos ya llevan 14 medallas: 5 de oro, 1 de plata y 8 de bronce, más las que se acumulen, pues la competencia aún no termina. Con lo anterior, ya han alcanzado 100 medallas doradas y más de 300 preseas en 61 años de esta competencia. Por otro lado, los deportistas mexicanos sin discapacidades sólo llevan 73 medallas en más de 120 años. A pesar de todo esto, los medios mexicanos difunden poco los Juegos Paralímpicos y por ende, la gente pierde interés en la competencia, es raro escuchar que alguien se desveló como lo hizo en las Olimpiadas para seguir a sus compatriotas, es injusto, porque con los atletas paralímpicos la desvelada vale la pena, ya que regularmente no se quedan en el “ya merito”.

Lo realizado por estos grandes deportistas debe inspirar a toda nuestra nación, pues son ejemplo de coraje, entrega, mentalidad positiva y pasión. Estos atletas siempre dan el extra, si todos los mexicanos lo diéramos en nuestras labores cotidianas, el país sería mucho mejor. Por lo tanto, más que admirarlos, debemos imitarlos.

Su enorme ejemplo debe servir para que las personas “normales”, eliminen de su mente obstáculos que se han inventado a través de los años, los cuales de una u otra forma los han convertido en seres discapacitados, pues muchos, aun teniendo excelente vista, sufren “ceguera”, van por la vida desaprovechando grandes oportunidades que están frente a ellos. Otros no sueltan las muletas psicológicas, entonces, van complicando paulatinamente su andar hacia las metas trazadas. Algunos están atados a una silla de ruedas ficticia, rara vez se levantan de ella, pues de cierta manera están cómodos, creen tener todo en esa silla y ya no se atreven a levantarse para buscar nuevos horizontes, por miedo a caer, porque temen fracasar. Mientras los atletas paralímpicos, que son realmente invidentes, están postrados en sillas o se apoyan en muletas, logran realizar sus sueños a toda costa, demostrando que son campeones no sólo del deporte, sino de la vida.

Cada edición de los Juegos Paralímpicos es lo mismo, casi todos los mexicanos demuestra admiración, respeto y orgullo por estos grandes atletas, pero luego de unas semanas, se olvidan sus hazañas y todo vuelve a la “normalidad”. Ellos, disciplinadamente regresan a entrenar, con la misma hambre de triunfo, olvidándose por momentos de su discapacidad, mientras muchas personas “normales” regresan a la rutina, unos toman sus muletas psicológicas, otros se van a refugiar a la silla de ruedas ficticia y allí permanecen por un largo tiempo, olvidándose que están sanos.

esparzadeister@gmail.com


@carlosaesparza