/ sábado 2 de julio de 2022

Antes que se nos olvide | Un  día  en el  campo  de batalla   44 

Por: Carlos A. Esparza Deister

La mañana es muy fría, llego tiritando a la Clínica 44 del Seguro social para tramitar una autorización y poder cobrar una incapacidad de trabajo. Son apenas las siete de la mañana, pero por el ir y venir de gente pareciera que son las doce del día.

Con tristeza veo que la fila es larguísima, resignado subo una rampa de cemento ubicándome en el último lugar, detrás de mí llega una señora de sesenta y tantos, luego un señor más o menos de la misma edad, inmediatamente entablan amena plática, ella cuenta que viene a la supervivencia , algo que exige el seguro cada ocho meses para verificar que sus pensionados aún viven, y así evitar estar pagándole a muertitos, él, acompañado de montones de papeles, realizará un trámite de su pensión. La señora le demuestra gran conocimiento en papeleo del IMSS, mencionando una larga lista de documentos que le pedirán, el señor aliviado dice tener todo.

La fila incrementa cada vez más, de pronto la señora alerta que un viejito de cachucha que acaba de llegar se ha colado delante de nosotros, rápidamente el señor va y exige que se vaya al lugar que le corresponde, el anciano atrapado infraganti no tiene más remedio que hacer caso, “viejo abusón”, dice en voz baja la señora, en ese momento toma el mando de nuestro grupo convirtiéndose en “La Generala”, y comienza a platicar con una joven que está delante de mí, estoy atrapado en medio de la conversación, cuenta que a ella la han operado dos veces de la columna, pero “La Generala” para todos tiene, revira diciendo que a ella le han hecho la misma operación tres veces y va por la cuarta porque no ha quedado bien, la joven mujer no quiere quedarse atrás y menciona otra enfermedad que ha padecido, entonces la plática se centra en un toma y daca para ver quién de las dos ha tenido más enfermedades en los últimos meses.

El tiempo pasa lentamente, la clínica está repleta, frente a nosotros ya hay otra fila bastante concurrida para farmacia. Por el altavoz un guardia de seguridad pide a los padres de varios niños que saltan sobre las sillas que los tranquilicen. En eso pasa una doctora que saluda efusivamente a “La Generala”, que aprovecha para tratar de impresionar a su contrincante de males, comentando en voz alta que en unos días regresará a consulta porque se ha sentido muy mal del corazón, la doctora dice que cuando guste, y se retira.

Ahora quien alerta es el señor, nuevamente hay un intruso en nuestra fila, informa a “La Generala” que es una femenina de suéter rojo, en ese momento el señor se convierte en “Cabo 1”, rápidamente “La Generala” se dirige a poner orden, luego de unos minutos regresa muy enojada, informando sobre la encomienda, “pues dice que está muy enferma y no pude estar mucho de pie, no se quiso quitar… vieja abusona”.

Ante la lentitud, el señor sorprendido infraganti prefiere irse, miren, mejor se fue el mañoso, señala sonriendo “Cabo 1”.

“La Generala” decide matar el tiempo aconsejando a la gente que pasa a su alrededor, abríguese bien antes de salir, tápele la boca a esa criatura, no saque a su mamá así, se le puede enfermar.

Nuevamente un foco rojo, “Cabo 1” informa de otra señora que parece quiere hacer el viejo truco de saludar a una persona quedándose discretamente en la fila, por lo cual “La Generala” ataca sin misericordia gritándole que ahí no va la fila, la mujer responde que el señor es su marido y puede ponerse donde ella quiera.

De pronto, la señora de suéter rojo pasa delante de nosotros muy sonriente, dirigiéndose a la salida luego de ser atendida, “vieja abusona”, grita “La Generala”

En esta batalla no hay tregua, “Cabo 1” informa de otro enemigo acechando, “La Generala” me ordena atacar, convirtiéndome sin quererlo en “Cabo 2”, voy y cumplo con mi deber, pido a la señora que se mueva, ella con semblante triste me indica que ya estaba formada y sólo va a entregar un documento de su esposo fallecido hace unos días, regreso a mi lugar cabizbajo, la misión falló.

A punto de ser atendidos, nuestra “Generala” no se confía y llevando su dedo índice al ojo derecho, ordena estar muy alertas.

Por fin, casi a las dos de la tarde soy atendido, me despido de mi “Generala” y “Cabo 1”, la misión ha terminado y ruego no volver a ese duro campo de batalla 44.

Sígame en Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com


Por: Carlos A. Esparza Deister

La mañana es muy fría, llego tiritando a la Clínica 44 del Seguro social para tramitar una autorización y poder cobrar una incapacidad de trabajo. Son apenas las siete de la mañana, pero por el ir y venir de gente pareciera que son las doce del día.

Con tristeza veo que la fila es larguísima, resignado subo una rampa de cemento ubicándome en el último lugar, detrás de mí llega una señora de sesenta y tantos, luego un señor más o menos de la misma edad, inmediatamente entablan amena plática, ella cuenta que viene a la supervivencia , algo que exige el seguro cada ocho meses para verificar que sus pensionados aún viven, y así evitar estar pagándole a muertitos, él, acompañado de montones de papeles, realizará un trámite de su pensión. La señora le demuestra gran conocimiento en papeleo del IMSS, mencionando una larga lista de documentos que le pedirán, el señor aliviado dice tener todo.

La fila incrementa cada vez más, de pronto la señora alerta que un viejito de cachucha que acaba de llegar se ha colado delante de nosotros, rápidamente el señor va y exige que se vaya al lugar que le corresponde, el anciano atrapado infraganti no tiene más remedio que hacer caso, “viejo abusón”, dice en voz baja la señora, en ese momento toma el mando de nuestro grupo convirtiéndose en “La Generala”, y comienza a platicar con una joven que está delante de mí, estoy atrapado en medio de la conversación, cuenta que a ella la han operado dos veces de la columna, pero “La Generala” para todos tiene, revira diciendo que a ella le han hecho la misma operación tres veces y va por la cuarta porque no ha quedado bien, la joven mujer no quiere quedarse atrás y menciona otra enfermedad que ha padecido, entonces la plática se centra en un toma y daca para ver quién de las dos ha tenido más enfermedades en los últimos meses.

El tiempo pasa lentamente, la clínica está repleta, frente a nosotros ya hay otra fila bastante concurrida para farmacia. Por el altavoz un guardia de seguridad pide a los padres de varios niños que saltan sobre las sillas que los tranquilicen. En eso pasa una doctora que saluda efusivamente a “La Generala”, que aprovecha para tratar de impresionar a su contrincante de males, comentando en voz alta que en unos días regresará a consulta porque se ha sentido muy mal del corazón, la doctora dice que cuando guste, y se retira.

Ahora quien alerta es el señor, nuevamente hay un intruso en nuestra fila, informa a “La Generala” que es una femenina de suéter rojo, en ese momento el señor se convierte en “Cabo 1”, rápidamente “La Generala” se dirige a poner orden, luego de unos minutos regresa muy enojada, informando sobre la encomienda, “pues dice que está muy enferma y no pude estar mucho de pie, no se quiso quitar… vieja abusona”.

Ante la lentitud, el señor sorprendido infraganti prefiere irse, miren, mejor se fue el mañoso, señala sonriendo “Cabo 1”.

“La Generala” decide matar el tiempo aconsejando a la gente que pasa a su alrededor, abríguese bien antes de salir, tápele la boca a esa criatura, no saque a su mamá así, se le puede enfermar.

Nuevamente un foco rojo, “Cabo 1” informa de otra señora que parece quiere hacer el viejo truco de saludar a una persona quedándose discretamente en la fila, por lo cual “La Generala” ataca sin misericordia gritándole que ahí no va la fila, la mujer responde que el señor es su marido y puede ponerse donde ella quiera.

De pronto, la señora de suéter rojo pasa delante de nosotros muy sonriente, dirigiéndose a la salida luego de ser atendida, “vieja abusona”, grita “La Generala”

En esta batalla no hay tregua, “Cabo 1” informa de otro enemigo acechando, “La Generala” me ordena atacar, convirtiéndome sin quererlo en “Cabo 2”, voy y cumplo con mi deber, pido a la señora que se mueva, ella con semblante triste me indica que ya estaba formada y sólo va a entregar un documento de su esposo fallecido hace unos días, regreso a mi lugar cabizbajo, la misión falló.

A punto de ser atendidos, nuestra “Generala” no se confía y llevando su dedo índice al ojo derecho, ordena estar muy alertas.

Por fin, casi a las dos de la tarde soy atendido, me despido de mi “Generala” y “Cabo 1”, la misión ha terminado y ruego no volver a ese duro campo de batalla 44.

Sígame en Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com