/ sábado 30 de julio de 2022

Antes que se nos olvide | Un verdadero jefe de nación

Por: Carlos A. Esparza Deister

Como he mencionado en anteriores artículos, no dudo de las buenas intenciones del presidente López Obrador, para lograr un mejor país, sin embargo, en diversas ocasiones le gana el protagonismo y hasta la soberbia, que lo ha llevado a frecuentes enfrentamientos con “medio mundo”. Estos años de mandato ha tenido conflictos en política interna y hasta externa. Como cuando le pidió a España que se disculparan por las vejaciones ocurridas durante la Conquista o también, cuando envió a Perú varios funcionarios, entre ellos al secretario de Hacienda, para que apoyaran al presidente Castillo de esa nación, ante una posible destitución. Por si fuera poco, no asistió a la Cumbre de las Américas, realizada en Estados Unidos, porque no fueron invitados sus “amigos”, los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, países con severa crisis social, principalmente por la dictadura que impera en cada uno. Así mismo, la cancillería de Colombia lo criticó por haber apoyado a Petro, candidato presidencial de izquierda, López Obrador se justificó diciendo que lo hizo porque estaba enfrentando una guerra sucia de lo más indigna y cobarde. Posteriormente, pidió al presidente Biden exonerar a Julián Assange, un ex hacker encarcelado en Reino Unido, acusado de revelar información confidencial de Estados Unidos. Pero entonces, si es el salvador de Latinoamérica ¿por qué no defiende así a la sociedad mexicana de las masacres, asesinatos, balaceras, inseguridad, asaltos, violaciones y desapariciones?

La constante en su administración han sido los desencuentros, por ejemplo, con la clase media mexicana, a la cual llamó “aspiracionistas sin escrúpulos morales”. Después la agarró con la UNAM, máxima casa de estudios de nuestro país, diciendo que se volvió “derechista “ y conservadora , que no hizo nada ante los saqueos de gobiernos anteriores, y que durante la pandemia se acobardaron, pues en lugar de enviar a los estudiantes de medicina a hospitales, los mandaron a sus casas, sin embargo directivos de la UNAM señalaron que fueron las mismas autoridades sanitarias las que ordenaron a estudiantes no presentarse en hospitales, para evitar más contagios. Pero no sale de una y se mete en otra, acusó a la Iglesia Católica de haber callado ante la brutal violencia en sexenios anteriores, esto lo hizo como respuesta cuando el clero le pidió que cambiara su estrategia de abrazos, no balazos, luego del asesinato de dos sacerdotes en la sierra de Chihuahua. Un sector de la población señaló que los religiosos asesinados habían dado abrazos, pero les habían respondido con balazos, pero esto no conmovió al presidente.

Los conflictos del presidente han ido en aumento, recientemente Estados Unidos solicitó consultas a las políticas energéticas de México, pues realizaron algunos cambios que afectan los compromisos acordados en el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, Andrés Manuel, a su estilo, le restó importancia y como diciendo, “aquí nomás mis chicharrones truenan”, respondió en su conferencia Mañanera con una canción de Chico Che llamada “Uy qué miedo”, quizá su respuesta es graciosa si se tratara de un pacto entre el primero A y el segundo C, de cualquier secundaria, pero en un acuerdo entre naciones no lo es. Tal vez el “presi” en la escuela era el clásico chistosito, también debió ser muy “bronquero” y quizás se quedó estancado en su etapa escolar, pues continúa dándose sus “entres” con quien osa criticarlo. Recientemente se aventó un “tirito” con el publicista Carlos Alazraki, por supuesto López Obrador tiene derecho a defenderse, pero no desde la conferencia matutina, donde se supone deben tratarse problemas del país, no personales. México necesita un presidente, no un bravucón, que, al primer roce se altera sin medir consecuencias, no estoy diciendo que se vaya, tal como lo piden muchos, sólo que cambie su actitud a la de un verdadero jefe de Nación.

Orgulloso miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua A.C.


Sígame en Face: @Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com


Por: Carlos A. Esparza Deister

Como he mencionado en anteriores artículos, no dudo de las buenas intenciones del presidente López Obrador, para lograr un mejor país, sin embargo, en diversas ocasiones le gana el protagonismo y hasta la soberbia, que lo ha llevado a frecuentes enfrentamientos con “medio mundo”. Estos años de mandato ha tenido conflictos en política interna y hasta externa. Como cuando le pidió a España que se disculparan por las vejaciones ocurridas durante la Conquista o también, cuando envió a Perú varios funcionarios, entre ellos al secretario de Hacienda, para que apoyaran al presidente Castillo de esa nación, ante una posible destitución. Por si fuera poco, no asistió a la Cumbre de las Américas, realizada en Estados Unidos, porque no fueron invitados sus “amigos”, los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, países con severa crisis social, principalmente por la dictadura que impera en cada uno. Así mismo, la cancillería de Colombia lo criticó por haber apoyado a Petro, candidato presidencial de izquierda, López Obrador se justificó diciendo que lo hizo porque estaba enfrentando una guerra sucia de lo más indigna y cobarde. Posteriormente, pidió al presidente Biden exonerar a Julián Assange, un ex hacker encarcelado en Reino Unido, acusado de revelar información confidencial de Estados Unidos. Pero entonces, si es el salvador de Latinoamérica ¿por qué no defiende así a la sociedad mexicana de las masacres, asesinatos, balaceras, inseguridad, asaltos, violaciones y desapariciones?

La constante en su administración han sido los desencuentros, por ejemplo, con la clase media mexicana, a la cual llamó “aspiracionistas sin escrúpulos morales”. Después la agarró con la UNAM, máxima casa de estudios de nuestro país, diciendo que se volvió “derechista “ y conservadora , que no hizo nada ante los saqueos de gobiernos anteriores, y que durante la pandemia se acobardaron, pues en lugar de enviar a los estudiantes de medicina a hospitales, los mandaron a sus casas, sin embargo directivos de la UNAM señalaron que fueron las mismas autoridades sanitarias las que ordenaron a estudiantes no presentarse en hospitales, para evitar más contagios. Pero no sale de una y se mete en otra, acusó a la Iglesia Católica de haber callado ante la brutal violencia en sexenios anteriores, esto lo hizo como respuesta cuando el clero le pidió que cambiara su estrategia de abrazos, no balazos, luego del asesinato de dos sacerdotes en la sierra de Chihuahua. Un sector de la población señaló que los religiosos asesinados habían dado abrazos, pero les habían respondido con balazos, pero esto no conmovió al presidente.

Los conflictos del presidente han ido en aumento, recientemente Estados Unidos solicitó consultas a las políticas energéticas de México, pues realizaron algunos cambios que afectan los compromisos acordados en el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, Andrés Manuel, a su estilo, le restó importancia y como diciendo, “aquí nomás mis chicharrones truenan”, respondió en su conferencia Mañanera con una canción de Chico Che llamada “Uy qué miedo”, quizá su respuesta es graciosa si se tratara de un pacto entre el primero A y el segundo C, de cualquier secundaria, pero en un acuerdo entre naciones no lo es. Tal vez el “presi” en la escuela era el clásico chistosito, también debió ser muy “bronquero” y quizás se quedó estancado en su etapa escolar, pues continúa dándose sus “entres” con quien osa criticarlo. Recientemente se aventó un “tirito” con el publicista Carlos Alazraki, por supuesto López Obrador tiene derecho a defenderse, pero no desde la conferencia matutina, donde se supone deben tratarse problemas del país, no personales. México necesita un presidente, no un bravucón, que, al primer roce se altera sin medir consecuencias, no estoy diciendo que se vaya, tal como lo piden muchos, sólo que cambie su actitud a la de un verdadero jefe de Nación.

Orgulloso miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua A.C.


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