/ sábado 16 de abril de 2022

Antes que se nos olvide | Vivir a colores

Por: Carlos A. Esparza Deister

Para muchos llegar a la vejez es sinónimo de amargura, desesperanza y soledad, aunque no es cierto, terminan por atraerlos a su vida, convirtiéndose en seres afligidos, grises, la película full color de su existencia de pronto cambia a un triste, blanco y negro. Hace algún tiempo encontré entre los documentos de mi padre, quien ya falleció, un extraordinario decálogo, seguramente varios lo conocen, pero vale la pena recordarlo y sobre todo ponerlo en práctica, los que han llegado a la tercera edad o están a punto de hacerlo. Sin duda, los siguientes consejos ayudarán a ponerle nuevamente color a su existencia.

Cuida tu aspecto todos los días. Viste bien, arréglate como si fueras a una fiesta ¡Qué más fiesta que la vida!

No te encierres en casa ni en tu habitación, nada de jugar al enclaustrado o preso voluntario. Sal a la calle y al campo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil enmohece.

Ama al ejercicio físico como a ti mismo, haz un rato de gimnasia o una caminata razonable dentro o fuera de casa.

Evita actividades y gestos de viejo derrumbado, la cabeza gacha, espalda encorvada, arrastrar los pies, no, que la gente diga un piropo cuando pases.

No hables de tu vejez, ni te quejes de tus achaques, acabarás por creerte más viejo y enfermo de lo que en realidad estás. Nadie quiere estar oyendo historias de hospital. Deja de llamarte viejo y considerarte enfermo.

Cultiva optimismo sobre todas las cosas, al mal tiempo buena cara. Sé positivo en tus juicios, da buen humor en tus palabras, siempre rostro alegre, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce, la vejez no es cuestión de años, sino un estado de ánimo.

Trata de ser útil a ti mismo y a los demás. No eres ni parásito, ni rama desgajada voluntariamente del árbol de la vida. Bástate hasta donde sea posible y siempre otorga una sonrisa o un buen consejo.

Trabaja con tu mente y manos. El trabajo es una terapia infalible, cualquier actividad laboral, intelectual o artística es medicina para todos los males.

Mantén vivas las relaciones humanas. Desde luego las que ayudan dentro del hogar; integrándose a todos los miembros de la familia, ahí tienes la oportunidad de convivir con personas de todas las edades, el perfecto muestrario de la vida.

No pienses que todo el tiempo pasado fue mejor; deja de estar condenado a tu mundo y maldiciendo tu momento, alégrate que entre las espinas florezcan las rosas. Positivo siempre, negativo jamás. El anciano debiera ser como la luna, un cuerpo opaco destinado a dar luz.

El decálogo se titula “Aprendiendo a envejecer”, bien podría llamarse “Vivir con plenitud”; busqué en internet el nombre del autor, pero no lo encontré. A éste publicado le hice algunas modificaciones, cuidando que no perdiera su esencia.

Si siente que su vida ya no tiene mucho sentido, que se convirtió en blanco y negro por la vejez, recuerde que los colores pueden regresar a su existencia en cuanto usted, así lo decida.

***

Sígame en Facebok: Antes que se nos Olvide

esparzadeister@gmail.com


Por: Carlos A. Esparza Deister

Para muchos llegar a la vejez es sinónimo de amargura, desesperanza y soledad, aunque no es cierto, terminan por atraerlos a su vida, convirtiéndose en seres afligidos, grises, la película full color de su existencia de pronto cambia a un triste, blanco y negro. Hace algún tiempo encontré entre los documentos de mi padre, quien ya falleció, un extraordinario decálogo, seguramente varios lo conocen, pero vale la pena recordarlo y sobre todo ponerlo en práctica, los que han llegado a la tercera edad o están a punto de hacerlo. Sin duda, los siguientes consejos ayudarán a ponerle nuevamente color a su existencia.

Cuida tu aspecto todos los días. Viste bien, arréglate como si fueras a una fiesta ¡Qué más fiesta que la vida!

No te encierres en casa ni en tu habitación, nada de jugar al enclaustrado o preso voluntario. Sal a la calle y al campo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil enmohece.

Ama al ejercicio físico como a ti mismo, haz un rato de gimnasia o una caminata razonable dentro o fuera de casa.

Evita actividades y gestos de viejo derrumbado, la cabeza gacha, espalda encorvada, arrastrar los pies, no, que la gente diga un piropo cuando pases.

No hables de tu vejez, ni te quejes de tus achaques, acabarás por creerte más viejo y enfermo de lo que en realidad estás. Nadie quiere estar oyendo historias de hospital. Deja de llamarte viejo y considerarte enfermo.

Cultiva optimismo sobre todas las cosas, al mal tiempo buena cara. Sé positivo en tus juicios, da buen humor en tus palabras, siempre rostro alegre, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce, la vejez no es cuestión de años, sino un estado de ánimo.

Trata de ser útil a ti mismo y a los demás. No eres ni parásito, ni rama desgajada voluntariamente del árbol de la vida. Bástate hasta donde sea posible y siempre otorga una sonrisa o un buen consejo.

Trabaja con tu mente y manos. El trabajo es una terapia infalible, cualquier actividad laboral, intelectual o artística es medicina para todos los males.

Mantén vivas las relaciones humanas. Desde luego las que ayudan dentro del hogar; integrándose a todos los miembros de la familia, ahí tienes la oportunidad de convivir con personas de todas las edades, el perfecto muestrario de la vida.

No pienses que todo el tiempo pasado fue mejor; deja de estar condenado a tu mundo y maldiciendo tu momento, alégrate que entre las espinas florezcan las rosas. Positivo siempre, negativo jamás. El anciano debiera ser como la luna, un cuerpo opaco destinado a dar luz.

El decálogo se titula “Aprendiendo a envejecer”, bien podría llamarse “Vivir con plenitud”; busqué en internet el nombre del autor, pero no lo encontré. A éste publicado le hice algunas modificaciones, cuidando que no perdiera su esencia.

Si siente que su vida ya no tiene mucho sentido, que se convirtió en blanco y negro por la vejez, recuerde que los colores pueden regresar a su existencia en cuanto usted, así lo decida.

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