/ domingo 17 de octubre de 2021

Apertura frontera norte

Por: Juan Carlos Loera

Todo indica que la prolongada espera que la comunidad fronteriza ha mantenido durante diecinueve meses culminará la primera o segunda semana de noviembre con la reapertura de los puentes a los viajes no esenciales. Quienes vivimos en esta generosa zona de México sabemos que esta es una gran noticia, porque las actividades cotidianas de las y los fronterizos están impregnadas de intercambios con los vecinos del otro lado de la línea divisoria.

Desde que esta frontera fue trazada a mediados del siglo XIX la vida de las ciudades mexicanas y sus contrapartes norteamericanas ha estado sellada por la interdependencia. Los flujos comerciales han sido siempre muy intensos y desde el Porfiriato han ocupado un lugar central en el comercio que México sostiene con el exterior, y lo mismo ha ocurrido con el comercio norteamericano que cada día depende en mayor grado de la economía mexicana.

Al revisar este intercambio comercial en gran escala que implica millones de flujos de ida y vuelta, de todo tipo de mercancías y servicios, encontramos que no sufrió mayores consecuencias. El valor de las importaciones y de las exportaciones se mantiene muy cercano al medio billón de dólares y prevalece un equilibrio inestable, que en ciertos años favorece a México y en otros a los Estados Unidos.

Pero lo importante es que con ello se revela la magnitud de interdependencia entre ambos países; de modo que México realiza el 80% de su comercio con Estados Unidos y para este país, en tanto socios comerciales ocupamos la primera o segunda posición, por el valor de los negocios que hacemos con ellos.

Dada esta situación podríamos apreciar que a nivel macroeconómico no hubo grandes sobresaltos con el cierre de la frontera a los viajes no esenciales, porque en realidad el tráfico de mercancías y servicios al ser considerado esencial no sufrió grandes problemas y ya está en franca recuperación, lo cual es una gran noticia.

Sin embargo, en el corazón de las ciudades fronterizas, en lo que hace a las transacciones, tratos y visitas que los fronterizos realizan diariamente la historia ha sido diferente. Por lo menos desde fines del 1993, cuando estaba a punto de comenzar la vigencia del TLC, las autoridades migratorias norteamericanas establecieron la llamada “Operación Blockade”; y desde entonces por diversas razones, lo cual incluyó la construcción del renombrado muro de Trump, las restricciones para a viajes y el tráfico vecinal, entre las alguna vez llamadas “ciudades gemelas”, se han multiplicado.

Los límites a estos movimientos vecinales que hemos vivido como consecuencia de la pandemia han significado un motivo más para dificultar las actividades que comparten entre sí las familias y los negocios de las ciudades radicadas en la frontera norte.

Por ello nos alegra que de nuevo se abra la frontera a los llamados viajes no esenciales, pero también debemos observar que tal apertura está condicionada a que los viajeros tengan completa su esquema de vacunación y esto es importante que se valore, porque de no ser adecuadamente atendido, podrá representar un obstáculo más a la movilidad transfronteriza, tan necesaria para quienes vivimos en y de la vida de las ciudades fronterizas.

En este contexto nos parece muy prudente y adecuada la decisión las autoridades estatales de regresar al semáforo amarillo en el estado de Chihuahua, como una medida preventiva, que ayudará a que los ciudadanos valoremos la importancia de la vacuna, ya no sólo para proteger nuestra salud y la de todas las personas con las que convivimos, sino además como una condición para mantener nuestra libertad de movimiento, a través de la frontera.

Tenemos que ser conscientes de que estas nuevas reglas para garantizar un movimiento seguro a través de las fronteras tienen un carácter mundial y con una alta probabilidad se mantendrán en el largo plazo.

Como chihuahuenses, ante la importancia que le reconocemos a la movilidad transfronteriza, estamos ante el reto de generar las mejores condiciones para adaptarnos a los obstáculos que dificultan nuestros encuentros, con la familia, con los amigos y con el mundo que está detrás de una vallas, que no terminan por comprender el valor de nuestra vecindad con las ciudades y la sociedad “del otro lado".

Por: Juan Carlos Loera

Todo indica que la prolongada espera que la comunidad fronteriza ha mantenido durante diecinueve meses culminará la primera o segunda semana de noviembre con la reapertura de los puentes a los viajes no esenciales. Quienes vivimos en esta generosa zona de México sabemos que esta es una gran noticia, porque las actividades cotidianas de las y los fronterizos están impregnadas de intercambios con los vecinos del otro lado de la línea divisoria.

Desde que esta frontera fue trazada a mediados del siglo XIX la vida de las ciudades mexicanas y sus contrapartes norteamericanas ha estado sellada por la interdependencia. Los flujos comerciales han sido siempre muy intensos y desde el Porfiriato han ocupado un lugar central en el comercio que México sostiene con el exterior, y lo mismo ha ocurrido con el comercio norteamericano que cada día depende en mayor grado de la economía mexicana.

Al revisar este intercambio comercial en gran escala que implica millones de flujos de ida y vuelta, de todo tipo de mercancías y servicios, encontramos que no sufrió mayores consecuencias. El valor de las importaciones y de las exportaciones se mantiene muy cercano al medio billón de dólares y prevalece un equilibrio inestable, que en ciertos años favorece a México y en otros a los Estados Unidos.

Pero lo importante es que con ello se revela la magnitud de interdependencia entre ambos países; de modo que México realiza el 80% de su comercio con Estados Unidos y para este país, en tanto socios comerciales ocupamos la primera o segunda posición, por el valor de los negocios que hacemos con ellos.

Dada esta situación podríamos apreciar que a nivel macroeconómico no hubo grandes sobresaltos con el cierre de la frontera a los viajes no esenciales, porque en realidad el tráfico de mercancías y servicios al ser considerado esencial no sufrió grandes problemas y ya está en franca recuperación, lo cual es una gran noticia.

Sin embargo, en el corazón de las ciudades fronterizas, en lo que hace a las transacciones, tratos y visitas que los fronterizos realizan diariamente la historia ha sido diferente. Por lo menos desde fines del 1993, cuando estaba a punto de comenzar la vigencia del TLC, las autoridades migratorias norteamericanas establecieron la llamada “Operación Blockade”; y desde entonces por diversas razones, lo cual incluyó la construcción del renombrado muro de Trump, las restricciones para a viajes y el tráfico vecinal, entre las alguna vez llamadas “ciudades gemelas”, se han multiplicado.

Los límites a estos movimientos vecinales que hemos vivido como consecuencia de la pandemia han significado un motivo más para dificultar las actividades que comparten entre sí las familias y los negocios de las ciudades radicadas en la frontera norte.

Por ello nos alegra que de nuevo se abra la frontera a los llamados viajes no esenciales, pero también debemos observar que tal apertura está condicionada a que los viajeros tengan completa su esquema de vacunación y esto es importante que se valore, porque de no ser adecuadamente atendido, podrá representar un obstáculo más a la movilidad transfronteriza, tan necesaria para quienes vivimos en y de la vida de las ciudades fronterizas.

En este contexto nos parece muy prudente y adecuada la decisión las autoridades estatales de regresar al semáforo amarillo en el estado de Chihuahua, como una medida preventiva, que ayudará a que los ciudadanos valoremos la importancia de la vacuna, ya no sólo para proteger nuestra salud y la de todas las personas con las que convivimos, sino además como una condición para mantener nuestra libertad de movimiento, a través de la frontera.

Tenemos que ser conscientes de que estas nuevas reglas para garantizar un movimiento seguro a través de las fronteras tienen un carácter mundial y con una alta probabilidad se mantendrán en el largo plazo.

Como chihuahuenses, ante la importancia que le reconocemos a la movilidad transfronteriza, estamos ante el reto de generar las mejores condiciones para adaptarnos a los obstáculos que dificultan nuestros encuentros, con la familia, con los amigos y con el mundo que está detrás de una vallas, que no terminan por comprender el valor de nuestra vecindad con las ciudades y la sociedad “del otro lado".