/ martes 24 de julio de 2018

Apremiante educar para la paz y la legalidad

En nuestro estado, la violencia predomina en sus múltiples aspectos, generando pérdidas humanas, la desfragmentación del tejido social, corrupción, violaciones a los Derechos Humanos, discriminación, entre otras, dificultándose respetar el Estado de derecho que debiéramos observar. Pareciera que hemos normalizado la violencia y esperamos que sean las autoridades las que solucionen los problemas, pero ante su incapacidad, sólo se logra incrementar la percepción de inseguridad en la sociedad.

Ello implica la necesidad de redoblar esfuerzos para crear mecanismos enfocados a procesos de construcción de una cultura de paz y legalidad en nuestra sociedad, trabajando en beneficio de un desarrollo inclusivo para la recomposición del tejido social. Hacerlo es apremiante, y la educación en ello es un vehículo elemental, pues se centra en la necesidad de orientarnos a un mundo más armonioso e implementar antídotos a la violencia, por medio de acciones que favorezcan la gestión pacífica de conflictos desde temprana edad.

Godson indica que la cultura de la legalidad de una sociedad determinada, “es el conjunto de creencias, valores, normas y acciones que promueve que la población crea en el Estado de derecho, lo defienda y no tolere la ilegalidad”. Sirve como criterio para evaluar el grado de respeto y apego a las normas vigentes por parte de sus aplicadores y destinatarios.

Este concepto ha adquirido mucha relevancia a nivel mundial, y países que han atravesado conflictos violentos han decidido implementar la asignatura de Cultura de la Legalidad en sus escuelas, como un efectivo medio de prevención del delito y la violencia, y crear condiciones que permitan vivir en paz.

Aunque ello es muy importante, recientemente circuló la noticia de que esa asignatura desaparecería de la currícula en las escuelas, y que sería opcional para los planteles que quisieran impartir la asignatura. Ante ello, si el Estado no está siendo efectivo para disminuir la violencia, ¿cómo esperamos que suceda si no involucramos a la sociedad con prevención a través de la educación?

Es así, que resulta una necesidad apremiante que toda institución educativa adopte programas que eduquen en valores elementales como paz, legalidad, justicia, democracia, respeto, tolerancia, solidaridad, diálogo, medios alternos de resolución de conflictos, cooperación, entre otros, y conseguir que el derecho formal de la paz se convierta en un derecho real, a través de las nuevas generaciones. De implementarse correctamente, los resultados serán tangibles en un futuro próximo a modo de prevención, para que la violencia, delitos, violaciones a Derechos Humanos y la corrupción se erradiquen en nuestra sociedad.

yanez_flor@hotmail.com



En nuestro estado, la violencia predomina en sus múltiples aspectos, generando pérdidas humanas, la desfragmentación del tejido social, corrupción, violaciones a los Derechos Humanos, discriminación, entre otras, dificultándose respetar el Estado de derecho que debiéramos observar. Pareciera que hemos normalizado la violencia y esperamos que sean las autoridades las que solucionen los problemas, pero ante su incapacidad, sólo se logra incrementar la percepción de inseguridad en la sociedad.

Ello implica la necesidad de redoblar esfuerzos para crear mecanismos enfocados a procesos de construcción de una cultura de paz y legalidad en nuestra sociedad, trabajando en beneficio de un desarrollo inclusivo para la recomposición del tejido social. Hacerlo es apremiante, y la educación en ello es un vehículo elemental, pues se centra en la necesidad de orientarnos a un mundo más armonioso e implementar antídotos a la violencia, por medio de acciones que favorezcan la gestión pacífica de conflictos desde temprana edad.

Godson indica que la cultura de la legalidad de una sociedad determinada, “es el conjunto de creencias, valores, normas y acciones que promueve que la población crea en el Estado de derecho, lo defienda y no tolere la ilegalidad”. Sirve como criterio para evaluar el grado de respeto y apego a las normas vigentes por parte de sus aplicadores y destinatarios.

Este concepto ha adquirido mucha relevancia a nivel mundial, y países que han atravesado conflictos violentos han decidido implementar la asignatura de Cultura de la Legalidad en sus escuelas, como un efectivo medio de prevención del delito y la violencia, y crear condiciones que permitan vivir en paz.

Aunque ello es muy importante, recientemente circuló la noticia de que esa asignatura desaparecería de la currícula en las escuelas, y que sería opcional para los planteles que quisieran impartir la asignatura. Ante ello, si el Estado no está siendo efectivo para disminuir la violencia, ¿cómo esperamos que suceda si no involucramos a la sociedad con prevención a través de la educación?

Es así, que resulta una necesidad apremiante que toda institución educativa adopte programas que eduquen en valores elementales como paz, legalidad, justicia, democracia, respeto, tolerancia, solidaridad, diálogo, medios alternos de resolución de conflictos, cooperación, entre otros, y conseguir que el derecho formal de la paz se convierta en un derecho real, a través de las nuevas generaciones. De implementarse correctamente, los resultados serán tangibles en un futuro próximo a modo de prevención, para que la violencia, delitos, violaciones a Derechos Humanos y la corrupción se erradiquen en nuestra sociedad.

yanez_flor@hotmail.com