/ martes 30 de julio de 2019

Aprenda a respetar, dictador

“Los perros no molestan hasta que ladran y los necios hasta que hablan”. G.B Shaw


La honorabilidad es la calidad del valor ético: bondad. Respeto, justicia, equidad, son valores que los ciudadanos y los gobernantes deben llevar a la praxis, en la integración de una nación. Los mejores preceptores son los padres, luego, los profesores y en general la sociedad en su conjunto. Ser honorable es aplicar el conjunto de los valores educativos (área cognoscitiva, área afectiva y el área psicomotriz). Son el motor y el cerebro de una sociedad sana, progresista y feliz. Los electores, al acudir a las urnas electorales, lo hacen con ánimo y respeto, de que a ellos los respeten los candidatos electos. Asesinar el espíritu cívico con epítetos que zahieren la dignidad humana, con frases burlescas para sectores respetables de la sociedad, pero también el nefasto hábito fascista de etiquetar a los sectores que se oponen a las lamentables aberraciones del dictador.

Difícilmente se puede denominar presidente de la república a un candidato que protestó “cumplir y hacer cumplir la constitución”, y la viola y propone acciones de todo marco legal. Un ente que intenta retorcer la voluntad ciudadana, para gobernar a capricho personal y de su pandilla de ignorantes vividores que están desangrando la economía de la nación. Esa es la razón suficiente para nominarlo: dictador. En nuestra historia los ha habido de todos los colores, desde Pisístrato, Alejandro de Macedonia, Julio César, los emperadores romanos, los reyes bárbaros, los asesores de los monarcas absolutos, como el cardenal Richelieu, Mazarino, consejero de Luis XIV, Talleyrand, Fouché, hasta, Stalin, Mussolini, Hitler, Franco, los Somoza, Trujillo, Porfirio Díaz, Yuan Shi Kai, Mao- Tsé Tung, Kim Il Sung, Batista, Castro, Nicolae Ceacescu, los primeros ministros de la URSS, Pinochet, Videla y decenas de hombres que se han arrogado el poder máximo.

Arribamos a la mayor dictadura militar, política y financiera: el Imperio, integrada por Wall Street, el Pentágono y la Casa Blanca. Hoy los mexicanos estamos siendo afectados seriamente por un dictador con poderes omnímodos, que nos falta al respeto y nos ofende con su verborrea de merolico de “día de plaza”.

“Los perros no molestan hasta que ladran y los necios hasta que hablan”. G.B Shaw


La honorabilidad es la calidad del valor ético: bondad. Respeto, justicia, equidad, son valores que los ciudadanos y los gobernantes deben llevar a la praxis, en la integración de una nación. Los mejores preceptores son los padres, luego, los profesores y en general la sociedad en su conjunto. Ser honorable es aplicar el conjunto de los valores educativos (área cognoscitiva, área afectiva y el área psicomotriz). Son el motor y el cerebro de una sociedad sana, progresista y feliz. Los electores, al acudir a las urnas electorales, lo hacen con ánimo y respeto, de que a ellos los respeten los candidatos electos. Asesinar el espíritu cívico con epítetos que zahieren la dignidad humana, con frases burlescas para sectores respetables de la sociedad, pero también el nefasto hábito fascista de etiquetar a los sectores que se oponen a las lamentables aberraciones del dictador.

Difícilmente se puede denominar presidente de la república a un candidato que protestó “cumplir y hacer cumplir la constitución”, y la viola y propone acciones de todo marco legal. Un ente que intenta retorcer la voluntad ciudadana, para gobernar a capricho personal y de su pandilla de ignorantes vividores que están desangrando la economía de la nación. Esa es la razón suficiente para nominarlo: dictador. En nuestra historia los ha habido de todos los colores, desde Pisístrato, Alejandro de Macedonia, Julio César, los emperadores romanos, los reyes bárbaros, los asesores de los monarcas absolutos, como el cardenal Richelieu, Mazarino, consejero de Luis XIV, Talleyrand, Fouché, hasta, Stalin, Mussolini, Hitler, Franco, los Somoza, Trujillo, Porfirio Díaz, Yuan Shi Kai, Mao- Tsé Tung, Kim Il Sung, Batista, Castro, Nicolae Ceacescu, los primeros ministros de la URSS, Pinochet, Videla y decenas de hombres que se han arrogado el poder máximo.

Arribamos a la mayor dictadura militar, política y financiera: el Imperio, integrada por Wall Street, el Pentágono y la Casa Blanca. Hoy los mexicanos estamos siendo afectados seriamente por un dictador con poderes omnímodos, que nos falta al respeto y nos ofende con su verborrea de merolico de “día de plaza”.