/ viernes 8 de marzo de 2019

Aquel año de 1958


Me parece que los recuerdos de la juventud explican nuestra adultez y nuestra ancianidad. Me casé a los 25 años en 1958; el presidente de El Heraldo de Chihuahua era don Guillermo Asúnsulo; el obispo de Chihuahua, elevado a rango de arzobispo, era don Antonio Guízar Valencia. En 1958: Moría el papa Pío XII y era elegido Angello Giussepe Roncalli, que tomaba el nombre de Juan XXIII; el presidente de México era Adolfo Ruiz Cortines; el gobernador de Chihuahua era Teófilo Borunda; el presidente de los Estados Unidos era Dwight Eisenhower; el jefe de Rusia era Nikita Krushev, y el de Cuba era Fulgencio Batista.

Eran los tiempos de la guerra fría entre EU y la Rusia comunista. Nos asustaba que estallara repentinamente una guerra nuclear, que sería la tercera guerra mundial. Había en el mundo comunista y en México una persecución contra Ios católicos. Tras la “cortina de hierro” eran muchos los obispos reducidos a prisión, en los países comunistas era tiempo de mártires. En México eran adversos a los católicos los artículos de la constitución: 3, 27 y 130. Era muy estricta la vigilancia en prensa, en radio, en los actos de culto. En los periódicos no podíamos utilizar una palabra que tuviera carácter religioso. Lo mismo sucedía en la radio. ¡Qué esperanzas que se fuera a publicar una fotografía de una boda en el templo! Eso sería violatorio y motivo de cárcel. Estaban totalmente prohibidos los actos de culto fuera de los templos. No podía haber procesiones, ni siquiera en el 12 de diciembre. Hoy las leyes han cambiado, y existe una libertad que a veces no apreciamos.

Soy maestro católico, era mi profesión. En 1958 sufríamos para conseguir la incorporación de una escuela particular. Teníamos que llenar 28 requisitos de papelería. Siempre había una razón para negar la incorporación. En los desfiles había concurso para premiar a la mejor escuela. Nunca la ganaba una escuela particular. La educación era estatista. Todo era exultación para el Estado. Por Estado se entendía al PRI. Era el gobierno. Los funcionarios tenían prohibido por ley manifestar inclinación a una religión. Me tocó conocer a un director estatal de Educación. Me lo topé en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México. Él iba saliendo cuando yo llegaba. Cuando me vio se ocultó, se escondió. No tenía derechos a profesar una fe.

El medio de comunicación que más facilitaba las noticias era el periódico. Se empezaba a utilizar la radio. Ese año el papa Pío XII mandó a México por radio la bendición “Orbi et urbi”, era violación de todas las leyes. Hace 60 años México era otro. Hoy hay libertad, disfrutemosla, apreciémosla, valoremosla.



Me parece que los recuerdos de la juventud explican nuestra adultez y nuestra ancianidad. Me casé a los 25 años en 1958; el presidente de El Heraldo de Chihuahua era don Guillermo Asúnsulo; el obispo de Chihuahua, elevado a rango de arzobispo, era don Antonio Guízar Valencia. En 1958: Moría el papa Pío XII y era elegido Angello Giussepe Roncalli, que tomaba el nombre de Juan XXIII; el presidente de México era Adolfo Ruiz Cortines; el gobernador de Chihuahua era Teófilo Borunda; el presidente de los Estados Unidos era Dwight Eisenhower; el jefe de Rusia era Nikita Krushev, y el de Cuba era Fulgencio Batista.

Eran los tiempos de la guerra fría entre EU y la Rusia comunista. Nos asustaba que estallara repentinamente una guerra nuclear, que sería la tercera guerra mundial. Había en el mundo comunista y en México una persecución contra Ios católicos. Tras la “cortina de hierro” eran muchos los obispos reducidos a prisión, en los países comunistas era tiempo de mártires. En México eran adversos a los católicos los artículos de la constitución: 3, 27 y 130. Era muy estricta la vigilancia en prensa, en radio, en los actos de culto. En los periódicos no podíamos utilizar una palabra que tuviera carácter religioso. Lo mismo sucedía en la radio. ¡Qué esperanzas que se fuera a publicar una fotografía de una boda en el templo! Eso sería violatorio y motivo de cárcel. Estaban totalmente prohibidos los actos de culto fuera de los templos. No podía haber procesiones, ni siquiera en el 12 de diciembre. Hoy las leyes han cambiado, y existe una libertad que a veces no apreciamos.

Soy maestro católico, era mi profesión. En 1958 sufríamos para conseguir la incorporación de una escuela particular. Teníamos que llenar 28 requisitos de papelería. Siempre había una razón para negar la incorporación. En los desfiles había concurso para premiar a la mejor escuela. Nunca la ganaba una escuela particular. La educación era estatista. Todo era exultación para el Estado. Por Estado se entendía al PRI. Era el gobierno. Los funcionarios tenían prohibido por ley manifestar inclinación a una religión. Me tocó conocer a un director estatal de Educación. Me lo topé en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México. Él iba saliendo cuando yo llegaba. Cuando me vio se ocultó, se escondió. No tenía derechos a profesar una fe.

El medio de comunicación que más facilitaba las noticias era el periódico. Se empezaba a utilizar la radio. Ese año el papa Pío XII mandó a México por radio la bendición “Orbi et urbi”, era violación de todas las leyes. Hace 60 años México era otro. Hoy hay libertad, disfrutemosla, apreciémosla, valoremosla.