/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Arriba

Estoy en este mundo y cuando necesito salir de él, visualizo en mi imaginación cómo desgarro una capa superior, tengo que subir para alcanzarla y la rasgo sin mucho esfuerzo, cuando salgo, ahí arriba corre un aire diferente, respiro hondo y un silencio único me da la oportunidad de oír a Dios. Le digo por qué salí del barullo terrenal y él me tranquiliza con una sensación de calma que no tiene voz, pero sí todas las respuestas. Esa su voz sin tonos vocales la conozco desde hace mucho, me habla muchas veces, pero en ocasiones la ignoré ¿Por qué? Porque no sabía que ese tono era el sonido de lo divino, de lo sencillo, de lo lógico, del amor. Dios es mi mejor amigo, al principio de mi vida lo percibí como una presencia lejana, forzada, autoritaria, por una religión que lo alababa en circunstancias contradictorias, pregonando su palabra, pero traicionando su legado. Así que hoy lo encuentro por mi lado. He subido escaleras que me llevan hasta el cielo, toco a su puerta y me abre a veces amoroso, a veces serio, a veces enojado. ¡Y no es que no me ame, pero las complicaciones de mi vida tienen que tener una reacción que las sacuda! Dios es todo amor ¡Lo es sin duda! Y nos da lo que necesitamos en el momento.

Llegar a percibir a Dios se puede, pongámonos atentos, el solo hecho de respirar conscientemente nos lleva a él, respiramos estamos vivos y Dios es vida. Ver y oír el latido de su creación nos invita a incluirnos en su grandeza. Cada persona que nos topamos o con las que convivimos a diario son mensajeros de Dios. ¡Así que a responderle como se merece! Agradeciendo cada día, y descubriendo nuestros dones para ponerlos a su servicio. Buscando siempre la verdad dentro y fuera de nosotros para que plantados en la realidad trabajemos en este maravilloso planeta que requiere del cuidado de todos los que lo poblamos.

Me estorban muchas de las costumbres y definitivamente no las seguiré por el flujo social, no tengo que tener a nadie contento nada más que a mí misma, y en ese contento podré compartir lo que soy y lo que tengo. El sentido común me dice que no me debo dejar envolver por un flujo de información excesiva y dudosa, mi esperanza no está en el peso de lo repetitivo, de lo insistente, sino en lo que mi corazón me dice.

Gracias Dios por otro día, por la salud, por la oportunidad de ver nuevos escenarios cada día, muchas gracias porque puedo disfrutar a todos esos seres maravillosos que están y a los que van y vienen. Arriba, sí, allá arriba te encuentro para sanar mi alma.




Estoy en este mundo y cuando necesito salir de él, visualizo en mi imaginación cómo desgarro una capa superior, tengo que subir para alcanzarla y la rasgo sin mucho esfuerzo, cuando salgo, ahí arriba corre un aire diferente, respiro hondo y un silencio único me da la oportunidad de oír a Dios. Le digo por qué salí del barullo terrenal y él me tranquiliza con una sensación de calma que no tiene voz, pero sí todas las respuestas. Esa su voz sin tonos vocales la conozco desde hace mucho, me habla muchas veces, pero en ocasiones la ignoré ¿Por qué? Porque no sabía que ese tono era el sonido de lo divino, de lo sencillo, de lo lógico, del amor. Dios es mi mejor amigo, al principio de mi vida lo percibí como una presencia lejana, forzada, autoritaria, por una religión que lo alababa en circunstancias contradictorias, pregonando su palabra, pero traicionando su legado. Así que hoy lo encuentro por mi lado. He subido escaleras que me llevan hasta el cielo, toco a su puerta y me abre a veces amoroso, a veces serio, a veces enojado. ¡Y no es que no me ame, pero las complicaciones de mi vida tienen que tener una reacción que las sacuda! Dios es todo amor ¡Lo es sin duda! Y nos da lo que necesitamos en el momento.

Llegar a percibir a Dios se puede, pongámonos atentos, el solo hecho de respirar conscientemente nos lleva a él, respiramos estamos vivos y Dios es vida. Ver y oír el latido de su creación nos invita a incluirnos en su grandeza. Cada persona que nos topamos o con las que convivimos a diario son mensajeros de Dios. ¡Así que a responderle como se merece! Agradeciendo cada día, y descubriendo nuestros dones para ponerlos a su servicio. Buscando siempre la verdad dentro y fuera de nosotros para que plantados en la realidad trabajemos en este maravilloso planeta que requiere del cuidado de todos los que lo poblamos.

Me estorban muchas de las costumbres y definitivamente no las seguiré por el flujo social, no tengo que tener a nadie contento nada más que a mí misma, y en ese contento podré compartir lo que soy y lo que tengo. El sentido común me dice que no me debo dejar envolver por un flujo de información excesiva y dudosa, mi esperanza no está en el peso de lo repetitivo, de lo insistente, sino en lo que mi corazón me dice.

Gracias Dios por otro día, por la salud, por la oportunidad de ver nuevos escenarios cada día, muchas gracias porque puedo disfrutar a todos esos seres maravillosos que están y a los que van y vienen. Arriba, sí, allá arriba te encuentro para sanar mi alma.




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