/ martes 19 de enero de 2021

Arribó la época del oportunismo amoral

“Aquel que nada desea será siempre libre”. E.F Lefevre Laboulaye

Penetramos en la época de la mercadotecnia político-electoral, recordemos a Savater cuando nos dice: “Nadie cree, salvo en niveles culturales muy bajos, que este jabón lava más blanco que este otro. Los jabones lavan más o menos parecido.

Lo que sucede es que la publicidad genera afectos, simpatías y adhesiones que a veces están relacionadas con el actor o modelo que aparece en el anuncio. La publicidad es condenable cuando apela a la mentira y flagrante”.

En efecto, en las campañas políticas, se miente tanto, como el hombre que regresa de la cacería o de la guerra. Mediocres y mentirosos se atreven a hacer públicas sus mendacidades, mientras haya quien se las crea. En estos momentos, se vive la transferencia de siglas partidarias por no haber sido tomados en cuenta por sus institutos políticos para las candidaturas.

Me cambio (¿cambio?) a otro, que surgió de la ambiciosa y tenebrosa patología por el poder, pero que no tiene ni pies, ni cabeza y que necesita títeres manipulables. ¿De dónde? De donde sea, pero que sea, bonapartista y mediocre y sobre todo, carente de convicciones políticas y sociales.

Año de elecciones federales y estatales, participan once partidos, algunos con presencia de decenios, otros de algunos años y otros de meses, es decir recién aceptados por el INE. Los nuevos son apéndices de otros o de personas de negro historial. “Aunque sea una diputación proveniente de una coalición de tipo mayoría relativa”.

La dignidad no se negocia, frase que repetía a mis alumnos en la materia de Ética, la vuelvo a reiterar a los ciudadanos que van a ejercer su derecho al voto. No se alejen de su concepción del mundo y de la vida y de sus convicciones, su cónyuge y sus hijos lo merecen. No se diga de los maestros, por favor no se hagan merecedores del desprecio de sus discípulos, ¡hónrenlos!

Los partidos políticos cayeron desde sus orígenes en un “proteísmo” devorador de sus entrañas en cada elección y su unidad (¿?) no existió porque los buitres presurosos, la devoraron. Reflexionemos a nuestro paisano Martín Luis Guzmán: “En política, nada se agradece porque nada se da”.

En efecto, se le “invita”, porque, se le va utilizar, se requiere por su columna vertebral de hule y, desde luego, por su lacayismo. La eterna utilidad de la falsa fidelidad y de la lealtad hipócrita que envuelve la relación entre el político y el “invitado”. Serenidad, libertad y moralidad a la hora de votar.

Muchos han cambiado de signo político, me pregunto: ¿Qué ideales defenderá el aspirante, que fue tránsfuga del PRI, del PRD, de Morena y ahora se pasa al P(de)AN? Oportunismo químicamente puro.


“Aquel que nada desea será siempre libre”. E.F Lefevre Laboulaye

Penetramos en la época de la mercadotecnia político-electoral, recordemos a Savater cuando nos dice: “Nadie cree, salvo en niveles culturales muy bajos, que este jabón lava más blanco que este otro. Los jabones lavan más o menos parecido.

Lo que sucede es que la publicidad genera afectos, simpatías y adhesiones que a veces están relacionadas con el actor o modelo que aparece en el anuncio. La publicidad es condenable cuando apela a la mentira y flagrante”.

En efecto, en las campañas políticas, se miente tanto, como el hombre que regresa de la cacería o de la guerra. Mediocres y mentirosos se atreven a hacer públicas sus mendacidades, mientras haya quien se las crea. En estos momentos, se vive la transferencia de siglas partidarias por no haber sido tomados en cuenta por sus institutos políticos para las candidaturas.

Me cambio (¿cambio?) a otro, que surgió de la ambiciosa y tenebrosa patología por el poder, pero que no tiene ni pies, ni cabeza y que necesita títeres manipulables. ¿De dónde? De donde sea, pero que sea, bonapartista y mediocre y sobre todo, carente de convicciones políticas y sociales.

Año de elecciones federales y estatales, participan once partidos, algunos con presencia de decenios, otros de algunos años y otros de meses, es decir recién aceptados por el INE. Los nuevos son apéndices de otros o de personas de negro historial. “Aunque sea una diputación proveniente de una coalición de tipo mayoría relativa”.

La dignidad no se negocia, frase que repetía a mis alumnos en la materia de Ética, la vuelvo a reiterar a los ciudadanos que van a ejercer su derecho al voto. No se alejen de su concepción del mundo y de la vida y de sus convicciones, su cónyuge y sus hijos lo merecen. No se diga de los maestros, por favor no se hagan merecedores del desprecio de sus discípulos, ¡hónrenlos!

Los partidos políticos cayeron desde sus orígenes en un “proteísmo” devorador de sus entrañas en cada elección y su unidad (¿?) no existió porque los buitres presurosos, la devoraron. Reflexionemos a nuestro paisano Martín Luis Guzmán: “En política, nada se agradece porque nada se da”.

En efecto, se le “invita”, porque, se le va utilizar, se requiere por su columna vertebral de hule y, desde luego, por su lacayismo. La eterna utilidad de la falsa fidelidad y de la lealtad hipócrita que envuelve la relación entre el político y el “invitado”. Serenidad, libertad y moralidad a la hora de votar.

Muchos han cambiado de signo político, me pregunto: ¿Qué ideales defenderá el aspirante, que fue tránsfuga del PRI, del PRD, de Morena y ahora se pasa al P(de)AN? Oportunismo químicamente puro.