/ martes 18 de febrero de 2020

Ayer y hoy

Analizando la situación actual del país, podemos decir que para el hombre de trabajo y de buena fe, es terrible que sea el Gobierno o algún líder quien tenga exceso de poder como ya lo tiene el actual Presidente. Del poder siempre habrá quien abuse. "Unos cuantos hombres, fuera de la ley, están privando a la gente de su soberanía. Se pisotean las leyes públicamente. El ladrón es dueño de todo. El oro está escaso; al artesano le falta trabajo. Uno es el que siembra y otro el que cosecha. El mundo se halla exhausto. Hoy hay más mandatarios que nunca...". Esto lo dijo un escriba egipcio hace casi cinco mil años, según lo leí hace años.

Sin lugar a dudas el mundo sigue siendo el mismo de siempre, con burocracia, parasitismo, crimen, avaricia, abusos, despojos, injusticias, desocupación; ayer, hoy y siempre, lo mismo. Los humanos de hoy no somos ni mejores ni peores que los que ocuparon este espacio hace miles de años. Quizá somos distintos, pero solamente gracias a la tecnología. Una evolución de algunos milenios meramente nos da como resultado una postura diferente respecto a lo que nos rodea. Con frecuencia tenemos la sospecha de que a la gente le gusta ser engañada y dominada, solo tenemos que escuchar, ver y oír las afirmaciones del gobierno. Esto lo observamos con más detenimiento durante los tiempos de elecciones. Lo que los políticos nos presentan como las solución para la humanidad no es otra cosa que su ambición insaciable de poder y de lucro. A través de los años encontramos que nada cambia. Ayer y hoy sigue habiendo gobernantes de poca cultura. Los hay muy cultos también, pero alimentan su alma de vanidades casi poéticas en vez de la objetividad. Un buen gobernante es aquél que primero se gobierna a sí mismo. Pareciera que entre más inculto el individuo y más incapaz de bastarse a sí mismo, más capaz y merecedor se siente para gobernarnos.

Si la democracia peligrara en algún momento, el peligro no radicaría en el materialismo, sino en el idealismo falso y mal entendido. Quizá nadie es más intolerante que el gobernante ignorante o equivocado que cree estar obrando con justicia. La realidad es que por mucho que sepan nuestros gobernantes es imposible que todo lo sepan. Es prudente poder huir de la arrogancia, producto de la poca sabiduría, así como de la anarquía, producto de la política mal entendida. En el mundo de la política, muchos, como algunos jugadores de golf que conozco, en lugar de progresar en su juego empeoran cada día con la práctica. Practican y repasan tanto sus errores, que los vuelven perfectos. En la política del partido oficial, muchos piensan que nadie tiene la razón sino ellos, y esto es lo que vuelve desequilibrados a los cuerdos, y a los ya desequilibrados los vuelve locos de remate. Normalmente las dictaduras no son gobiernos de leyes, sino de hombres o de partidos.

Todo un país puede estar sujeto al temperamento y salud de su dictador. Por medio del miedo, del odio, de las dádivas y otras perversiones colectivas, el hombre llega a convertirse en esclavo voluntariamente, o es ahogado en sangre. Los gobiernos de izquierda latinoamericanos y uno de Oriente, esto es un hecho, no son países socialistas, sino países de esclavos, y de éstos todavía quedan algunos botones de muestra y parece mentira, pero nos quieren incorporar a una esclavitud “bolivariana” a como de lugar.

Analizando la situación actual del país, podemos decir que para el hombre de trabajo y de buena fe, es terrible que sea el Gobierno o algún líder quien tenga exceso de poder como ya lo tiene el actual Presidente. Del poder siempre habrá quien abuse. "Unos cuantos hombres, fuera de la ley, están privando a la gente de su soberanía. Se pisotean las leyes públicamente. El ladrón es dueño de todo. El oro está escaso; al artesano le falta trabajo. Uno es el que siembra y otro el que cosecha. El mundo se halla exhausto. Hoy hay más mandatarios que nunca...". Esto lo dijo un escriba egipcio hace casi cinco mil años, según lo leí hace años.

Sin lugar a dudas el mundo sigue siendo el mismo de siempre, con burocracia, parasitismo, crimen, avaricia, abusos, despojos, injusticias, desocupación; ayer, hoy y siempre, lo mismo. Los humanos de hoy no somos ni mejores ni peores que los que ocuparon este espacio hace miles de años. Quizá somos distintos, pero solamente gracias a la tecnología. Una evolución de algunos milenios meramente nos da como resultado una postura diferente respecto a lo que nos rodea. Con frecuencia tenemos la sospecha de que a la gente le gusta ser engañada y dominada, solo tenemos que escuchar, ver y oír las afirmaciones del gobierno. Esto lo observamos con más detenimiento durante los tiempos de elecciones. Lo que los políticos nos presentan como las solución para la humanidad no es otra cosa que su ambición insaciable de poder y de lucro. A través de los años encontramos que nada cambia. Ayer y hoy sigue habiendo gobernantes de poca cultura. Los hay muy cultos también, pero alimentan su alma de vanidades casi poéticas en vez de la objetividad. Un buen gobernante es aquél que primero se gobierna a sí mismo. Pareciera que entre más inculto el individuo y más incapaz de bastarse a sí mismo, más capaz y merecedor se siente para gobernarnos.

Si la democracia peligrara en algún momento, el peligro no radicaría en el materialismo, sino en el idealismo falso y mal entendido. Quizá nadie es más intolerante que el gobernante ignorante o equivocado que cree estar obrando con justicia. La realidad es que por mucho que sepan nuestros gobernantes es imposible que todo lo sepan. Es prudente poder huir de la arrogancia, producto de la poca sabiduría, así como de la anarquía, producto de la política mal entendida. En el mundo de la política, muchos, como algunos jugadores de golf que conozco, en lugar de progresar en su juego empeoran cada día con la práctica. Practican y repasan tanto sus errores, que los vuelven perfectos. En la política del partido oficial, muchos piensan que nadie tiene la razón sino ellos, y esto es lo que vuelve desequilibrados a los cuerdos, y a los ya desequilibrados los vuelve locos de remate. Normalmente las dictaduras no son gobiernos de leyes, sino de hombres o de partidos.

Todo un país puede estar sujeto al temperamento y salud de su dictador. Por medio del miedo, del odio, de las dádivas y otras perversiones colectivas, el hombre llega a convertirse en esclavo voluntariamente, o es ahogado en sangre. Los gobiernos de izquierda latinoamericanos y uno de Oriente, esto es un hecho, no son países socialistas, sino países de esclavos, y de éstos todavía quedan algunos botones de muestra y parece mentira, pero nos quieren incorporar a una esclavitud “bolivariana” a como de lugar.