/ sábado 31 de julio de 2021

Baeza sí; Barrio no

Ambos fueron gobernadores del estado de Chihuahua. Uno por el Partido Revolucionario Institucional en el periodo 1986 a 1992. El otro fue por el Partido Acción Nacional en el periodo 1992 a 1998. Chihuahua lograba la tan idealizada alternancia en el poder estatal que daba un tufo democrático a aquellos tiempos.

A pesar de haber sido el primer panista en gobernar el estado de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas pasó a la historia como una efímera celebridad que tuvo la locura (al igual que su pupilo Javier Corral) de creer que podía ser presidente de México.

Ernesto Ruffo Appel y Francisco Barrio estaban (se pensaba en ese tiempo) destinados a ser figuras de las grandes ligas de la política nacional, incluso uno de ellos podía ser presidente de México.

¿Por qué el bárbaro del norte no fue presidente y se condenó a sí mismo a la oscuridad política?

Porque carece de lo que tanto presumió en 1986 tras perder la elección con Fernando Baeza: valentía, carácter y voluntad. Al igual que su discípulo estrella Javier Corral Jurado, Barrio Terrazas es buenísimo para arengar, vociferar, insultar, apuntar y calumniar.

Al terminar su periodo frente al Gobierno del Estado de Chihuahua en 1998, lo hizo como un mandatario fracasado ante los adversarios que juró destruir: ellos le quitaron el control del congreso, las alcaldías ganadas previamente y todo control político posible fuera de la esfera partidista de Acción Nacional.

Incluso fue un gobernador con tan poco talento y oficio político, que perdió el control del proceso interno panista, en el que se impuso un candidato débil ante la figura en ascenso que representaba Patricio Martínez García, entonces alcalde de la capital del estado.

Acompañó a Fox en su lucha por obtener la presidencia de México, lo cual lo hizo merecedor a un puesto en el primer gabinete presidencial panista de la historia de México, como titular de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo. En ese encargo acuñó un término mediático denominado “peces gordos”, para hacer referencia a los delincuentes de “cuello blanco” de los gobiernos federales anteriores a la llegada de Vicente Fox.

Barrio prometió pescar aún y cuando no son talentos propios de su naturaleza. ¿Qué logró pescar en los casi tres años como la voz anticorrupción del gobierno foxista?

Absolutamente nada. Ni un charalito.

Barrio Terrazas pasó por el gobierno de Chihuahua con mucha pena y nada de gloria. Como embajador mexicano en Canadá sólo vivió los privilegios de la casta dorada de la diplomacia sin obtener un solo beneficio para las y los mexicanos.

Ya como ex gobernador del estado, su papel ha sido patético.

Fue rescatado como asesor del Poder Ejecutivo del estado de Chihuahua por su padawan, Javier Corral, quien con eso acabó de castrar la poca voluntad de Barrio Terrazas. Corral Jurado le ató las manos tan fuerte como quiso. Silenció su poca capacidad política y solamente existió como un favor político degradado a grises.

Cuando pudo ser parte fundamental de la historia política de Chihuahua, al respaldar a Maru Campos durante la persecución política de la que fue objeto, Barrio prefirió el silencio y el favor del obsesivo dictador que aún despacha en Palacio de Gobierno de Chihuahua.

El que calla otorga.

En contraste, el enemigo acérrimo del panismo por décadas, Fernando Baeza, públicamente respaldó a Maru Campos en su lucha por ser gobernadora de Chihuahua. Maru está a escasas semanas de asumir el control del estado y Barrio aún permanece en silencio.

Qué ironía que 35 años después sean los panistas los que digan: Baeza sí; Barrio no.


ULTIMALETRA

Chihuahua no le tiene miedo al presidente, quien es enemigo de los agricultores locales.

luisruben@plandevuelo.mx

Ambos fueron gobernadores del estado de Chihuahua. Uno por el Partido Revolucionario Institucional en el periodo 1986 a 1992. El otro fue por el Partido Acción Nacional en el periodo 1992 a 1998. Chihuahua lograba la tan idealizada alternancia en el poder estatal que daba un tufo democrático a aquellos tiempos.

A pesar de haber sido el primer panista en gobernar el estado de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas pasó a la historia como una efímera celebridad que tuvo la locura (al igual que su pupilo Javier Corral) de creer que podía ser presidente de México.

Ernesto Ruffo Appel y Francisco Barrio estaban (se pensaba en ese tiempo) destinados a ser figuras de las grandes ligas de la política nacional, incluso uno de ellos podía ser presidente de México.

¿Por qué el bárbaro del norte no fue presidente y se condenó a sí mismo a la oscuridad política?

Porque carece de lo que tanto presumió en 1986 tras perder la elección con Fernando Baeza: valentía, carácter y voluntad. Al igual que su discípulo estrella Javier Corral Jurado, Barrio Terrazas es buenísimo para arengar, vociferar, insultar, apuntar y calumniar.

Al terminar su periodo frente al Gobierno del Estado de Chihuahua en 1998, lo hizo como un mandatario fracasado ante los adversarios que juró destruir: ellos le quitaron el control del congreso, las alcaldías ganadas previamente y todo control político posible fuera de la esfera partidista de Acción Nacional.

Incluso fue un gobernador con tan poco talento y oficio político, que perdió el control del proceso interno panista, en el que se impuso un candidato débil ante la figura en ascenso que representaba Patricio Martínez García, entonces alcalde de la capital del estado.

Acompañó a Fox en su lucha por obtener la presidencia de México, lo cual lo hizo merecedor a un puesto en el primer gabinete presidencial panista de la historia de México, como titular de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo. En ese encargo acuñó un término mediático denominado “peces gordos”, para hacer referencia a los delincuentes de “cuello blanco” de los gobiernos federales anteriores a la llegada de Vicente Fox.

Barrio prometió pescar aún y cuando no son talentos propios de su naturaleza. ¿Qué logró pescar en los casi tres años como la voz anticorrupción del gobierno foxista?

Absolutamente nada. Ni un charalito.

Barrio Terrazas pasó por el gobierno de Chihuahua con mucha pena y nada de gloria. Como embajador mexicano en Canadá sólo vivió los privilegios de la casta dorada de la diplomacia sin obtener un solo beneficio para las y los mexicanos.

Ya como ex gobernador del estado, su papel ha sido patético.

Fue rescatado como asesor del Poder Ejecutivo del estado de Chihuahua por su padawan, Javier Corral, quien con eso acabó de castrar la poca voluntad de Barrio Terrazas. Corral Jurado le ató las manos tan fuerte como quiso. Silenció su poca capacidad política y solamente existió como un favor político degradado a grises.

Cuando pudo ser parte fundamental de la historia política de Chihuahua, al respaldar a Maru Campos durante la persecución política de la que fue objeto, Barrio prefirió el silencio y el favor del obsesivo dictador que aún despacha en Palacio de Gobierno de Chihuahua.

El que calla otorga.

En contraste, el enemigo acérrimo del panismo por décadas, Fernando Baeza, públicamente respaldó a Maru Campos en su lucha por ser gobernadora de Chihuahua. Maru está a escasas semanas de asumir el control del estado y Barrio aún permanece en silencio.

Qué ironía que 35 años después sean los panistas los que digan: Baeza sí; Barrio no.


ULTIMALETRA

Chihuahua no le tiene miedo al presidente, quien es enemigo de los agricultores locales.

luisruben@plandevuelo.mx