/ sábado 2 de julio de 2022

¡Balazos, no abrazos!, esta debe ser la estrategia

BARRA MEXICANA, COLEGIO DE ABOGADOS DE CHIHUAHUA, A.C.

Por: José Martínez Frausto (*)

En los últimos días hemos recibido noticias, por los diversos medios informativos, de hechos impactantes como homicidios múltiples y desapariciones de personas, así como masacres tales como la acontecida en el poblado de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, en la que un sujeto llamado José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, presuntamente asesinó a los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, así como al guía de turistas Pedro Palma, hechos ocurridos en el atrio de la parroquia que se ubica en ese poblado.

Este crimen tan atroz y cobarde, ya que ambos sacerdotes aparte de su ministerio que merecía respeto eran ancianos, fue ampliamente comentado a nivel local y también nacional e internacional, pues inclusive fue objeto de condena por el papa Francisco.

Ante la presión ejercida por diferentes sectores de la sociedad civil, se han desplegado más de mil elementos del Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal, para lograr la detención del presunto criminal.

Debo resaltar que no se tenía referencia de un operativo de tal magnitud en la sierra de Chihuahua, ni siquiera cuando en el poblado de Creel ocurrió otra masacre, hace aproximadamente doce años, en la que asesinaron a más de diez personas.

Desde luego, el presidente López Obrador tocó el tema en una de sus diarias conferencias de prensa, coloquialmente denominadas “mañaneras”. A pregunta de un reportero, para que dijera si con motivo de estos acontecimientos pensaba cambiar la estrategia para combatir la inseguridad y la impunidad, su respuesta fue que no lo va a hacer, que va a seguir con su política de “abrazos, no balazos”, agregando comentarios tan estúpidos como los siguientes: “No vamos a cambiar aunque me critiquen los conservadores”, “los clérigos están apergollados por la oligarquía mexicana”, “no obedecen ni al Papa”, etc. Y todo esto como respuesta a la petición de justicia que hacen de manera pacífica, clara y contundente los jesuitas y los diversos sectores de la sociedad.

Parece olvidar el presidente López Obrador que el país se encuentra ensangrentado por más de ciento veintidós mil personas privadas de la vida; que muy difícilmente se encuentra y juzga a algún responsable, es decir que priva la casi total impunidad.

En estas circunstancias, está obligado a cambiar su estrategia. Debe perseguirse con toda energía a los delincuentes y si es necesario usar en su contra todos los recursos bélicos de que se disponga, repeliendo con energía las agresiones de los criminales. Si ellos tiran a matar se debe responder de la misma manera. No es posible seguir soportando que gente sin ningún escrúpulo siga matando inclusive a mujeres y niños inocentes. Nada de abrazos a los asesinos.

Este mismo reclamo se hace a las autoridades estatales y a las municipales, en los casos en que estas últimas cuenten con los recursos para ello. La paz y tranquilidad de la sociedad solamente podría lograrse con la coordinación de los tres niveles de gobierno.


(*) Ex presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Abogados y de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados de Chihuahua.

BARRA MEXICANA, COLEGIO DE ABOGADOS DE CHIHUAHUA, A.C.

Por: José Martínez Frausto (*)

En los últimos días hemos recibido noticias, por los diversos medios informativos, de hechos impactantes como homicidios múltiples y desapariciones de personas, así como masacres tales como la acontecida en el poblado de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, en la que un sujeto llamado José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, presuntamente asesinó a los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, así como al guía de turistas Pedro Palma, hechos ocurridos en el atrio de la parroquia que se ubica en ese poblado.

Este crimen tan atroz y cobarde, ya que ambos sacerdotes aparte de su ministerio que merecía respeto eran ancianos, fue ampliamente comentado a nivel local y también nacional e internacional, pues inclusive fue objeto de condena por el papa Francisco.

Ante la presión ejercida por diferentes sectores de la sociedad civil, se han desplegado más de mil elementos del Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal, para lograr la detención del presunto criminal.

Debo resaltar que no se tenía referencia de un operativo de tal magnitud en la sierra de Chihuahua, ni siquiera cuando en el poblado de Creel ocurrió otra masacre, hace aproximadamente doce años, en la que asesinaron a más de diez personas.

Desde luego, el presidente López Obrador tocó el tema en una de sus diarias conferencias de prensa, coloquialmente denominadas “mañaneras”. A pregunta de un reportero, para que dijera si con motivo de estos acontecimientos pensaba cambiar la estrategia para combatir la inseguridad y la impunidad, su respuesta fue que no lo va a hacer, que va a seguir con su política de “abrazos, no balazos”, agregando comentarios tan estúpidos como los siguientes: “No vamos a cambiar aunque me critiquen los conservadores”, “los clérigos están apergollados por la oligarquía mexicana”, “no obedecen ni al Papa”, etc. Y todo esto como respuesta a la petición de justicia que hacen de manera pacífica, clara y contundente los jesuitas y los diversos sectores de la sociedad.

Parece olvidar el presidente López Obrador que el país se encuentra ensangrentado por más de ciento veintidós mil personas privadas de la vida; que muy difícilmente se encuentra y juzga a algún responsable, es decir que priva la casi total impunidad.

En estas circunstancias, está obligado a cambiar su estrategia. Debe perseguirse con toda energía a los delincuentes y si es necesario usar en su contra todos los recursos bélicos de que se disponga, repeliendo con energía las agresiones de los criminales. Si ellos tiran a matar se debe responder de la misma manera. No es posible seguir soportando que gente sin ningún escrúpulo siga matando inclusive a mujeres y niños inocentes. Nada de abrazos a los asesinos.

Este mismo reclamo se hace a las autoridades estatales y a las municipales, en los casos en que estas últimas cuenten con los recursos para ello. La paz y tranquilidad de la sociedad solamente podría lograrse con la coordinación de los tres niveles de gobierno.


(*) Ex presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Abogados y de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados de Chihuahua.