/ sábado 8 de mayo de 2021

Bellas Artes

El adiós de una gran diva: Christa Ludwig, perfección técnica y profundidad expresiva

A la memoria del sabio y generoso musicólogo Luis Pérez

Todavía tuve la gran fortuna de poder ver y escuchar a la enorme mezzosoprano alemana Christa Ludwig en la que fue su última aparición en una producción de la tetralogía El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner, en la Metropolitan Opera House de Nueva York donde participó asiduamente por más de tres décadas. La más destacada mezzo dramática de la posguerra, a su cálida y corpulenta voz sumó una no menos manifiesta profundidad expresiva y una depurada técnica que le permitieron abordar con solvencia los más difíciles roles para su tesitura, incluidos algunos para soprano como la Leonora de Fidelio de Beethoven, Lady Macbeth de Verdi y la Tintorera de La mujer sin sombra de Strauss.

Si bien comenzó su formación y la primera década de su exitosa carrera en su natal Alemania, desde mediados de la década de los cincuenta se vinculó a la Ópera Estatal de Viena. Compartió escenario y grabó con casi todas las demás leyendas vocales de buena parte del siglo XX, de la mano de directores de la talla de Karajan, Böhm, Klemperer, Bernstein y Solti.

Sus sobradas dotes interpretativas le permitieron encarnar a las grandes heroínas para su tesitura de Beethoven, Strauss, Verdi y Wagner. Como consumada liederista, sus incursiones con los catálogos especializados de Schubert, Schumann, Wolf, Mahler y el propio Strauss han dejado honda huella y hasta creado escuela, así como lo hecho con la obra vocal de Bach, Beethoven y Brahms.

Una cantante inteligente y además siempre discreta, tituló a su libro de memorias Y me habría encantado ser una prima donna, hasta cierto punto irónico porque brilló en un mundo particularmente dominado por las sopranos y los tenores. Su grandeza se confirmaba con su auténtico don de gente que nunca perdió el piso y tenía fama además de ser muy generosa, como en su biografía lo ha constatado una de sus amigas más entrañables, la soprano también berlinesa Gundula Janowitz. Este libro es una auténtica enseñanza de vida plena, escrito con ligereza y hasta con humor, pero con la profundidad de quien hizo del belcanto, en el nivel más alto y siempre a plenitud, una auténtica pasión y hasta un culto.

Figura indiscutible en los Festivales de Salzburgo y Bayreuth, cantó con solvencia los más importantes papeles para su tesitura de Mozart y Wagner. Además de los roles fundamentales para mezzo de Richard Strauss, tuvo de igual modo en repertorio algunos de los personajes esenciales para mezzo del acervo verdiano. ¡Cómo olvidar su Adalgisa de Norma, de Bellini, que además grabó con la Callas en su mejor momento, en esa insuperable versión de La Divina con el tenor Franco Corelli y el bajo Nicola Zaccaria, de 1960, con la Orquesta de La Scalla de Milán, bajo la batuta de Tullio Serafin!

\u0009Con la mezzosoprano total Christa Ludwig se ha ido una de las últimas grandes constelaciones del quehacer lírico del siglo XX, que en vida recibió todos los reconocimientos para una figura vocal de su envergadura, cubriendo un amplísimo repertorio que con sobrados recursos dominó los espectros lírico, spinto, dramático y hasta heroico, sin desconocer su presencia igualmente protagónica en el no menos selecto mundo de la canción de concierto.

El adiós de una gran diva: Christa Ludwig, perfección técnica y profundidad expresiva

A la memoria del sabio y generoso musicólogo Luis Pérez

Todavía tuve la gran fortuna de poder ver y escuchar a la enorme mezzosoprano alemana Christa Ludwig en la que fue su última aparición en una producción de la tetralogía El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner, en la Metropolitan Opera House de Nueva York donde participó asiduamente por más de tres décadas. La más destacada mezzo dramática de la posguerra, a su cálida y corpulenta voz sumó una no menos manifiesta profundidad expresiva y una depurada técnica que le permitieron abordar con solvencia los más difíciles roles para su tesitura, incluidos algunos para soprano como la Leonora de Fidelio de Beethoven, Lady Macbeth de Verdi y la Tintorera de La mujer sin sombra de Strauss.

Si bien comenzó su formación y la primera década de su exitosa carrera en su natal Alemania, desde mediados de la década de los cincuenta se vinculó a la Ópera Estatal de Viena. Compartió escenario y grabó con casi todas las demás leyendas vocales de buena parte del siglo XX, de la mano de directores de la talla de Karajan, Böhm, Klemperer, Bernstein y Solti.

Sus sobradas dotes interpretativas le permitieron encarnar a las grandes heroínas para su tesitura de Beethoven, Strauss, Verdi y Wagner. Como consumada liederista, sus incursiones con los catálogos especializados de Schubert, Schumann, Wolf, Mahler y el propio Strauss han dejado honda huella y hasta creado escuela, así como lo hecho con la obra vocal de Bach, Beethoven y Brahms.

Una cantante inteligente y además siempre discreta, tituló a su libro de memorias Y me habría encantado ser una prima donna, hasta cierto punto irónico porque brilló en un mundo particularmente dominado por las sopranos y los tenores. Su grandeza se confirmaba con su auténtico don de gente que nunca perdió el piso y tenía fama además de ser muy generosa, como en su biografía lo ha constatado una de sus amigas más entrañables, la soprano también berlinesa Gundula Janowitz. Este libro es una auténtica enseñanza de vida plena, escrito con ligereza y hasta con humor, pero con la profundidad de quien hizo del belcanto, en el nivel más alto y siempre a plenitud, una auténtica pasión y hasta un culto.

Figura indiscutible en los Festivales de Salzburgo y Bayreuth, cantó con solvencia los más importantes papeles para su tesitura de Mozart y Wagner. Además de los roles fundamentales para mezzo de Richard Strauss, tuvo de igual modo en repertorio algunos de los personajes esenciales para mezzo del acervo verdiano. ¡Cómo olvidar su Adalgisa de Norma, de Bellini, que además grabó con la Callas en su mejor momento, en esa insuperable versión de La Divina con el tenor Franco Corelli y el bajo Nicola Zaccaria, de 1960, con la Orquesta de La Scalla de Milán, bajo la batuta de Tullio Serafin!

\u0009Con la mezzosoprano total Christa Ludwig se ha ido una de las últimas grandes constelaciones del quehacer lírico del siglo XX, que en vida recibió todos los reconocimientos para una figura vocal de su envergadura, cubriendo un amplísimo repertorio que con sobrados recursos dominó los espectros lírico, spinto, dramático y hasta heroico, sin desconocer su presencia igualmente protagónica en el no menos selecto mundo de la canción de concierto.