/ miércoles 27 de enero de 2021

Biden o la apuesta por revertir la política de Trump

Joe Biden se convirtió en el presidente número 46 de los Estados Unidos de América al tomar protesta el 20 de enero de este año en una atípica ceremonia en la parte frontal oeste del Capitolio.

El mismo día se dio tiempo para firmar 17 decretos presidenciales para demostrar su firme intención de aplicar una política distinta a la de su antecesor. Son medidas que transforman la imagen internacional de los EUA como el regresar al acuerdo de París y a la OMS, los cuales abandonó Trump por pretextos sin fundamentos.

El retorno a la OMS beneficiará a este organismo pues los Estados Unidos era su mayor contribuyente, sobre todo si se toma en cuenta que es la nación con el mayor número de muertes y contagios por la Covid-19 en todo el mundo.

Para enfrentar la pandemia Biden prometió la vacunación de 100 millones en cien días, lo cual no deja de tener un tufillo populista parecido al del anterior presidente. Asimismo, ordenó el uso de cubre-bocas en las dependencias federales, la cual es una buena medida aunque parcial pues serán los estados los que decidan si también adoptan o no tal requisito preventivo.

El simple hecho de que el propio presidente utilice el tapabocas ahora en sus comparecencias públicas, sobre todo en la ceremonia de su juramento, es una imagen completamente diferente a la de un Trump empecinado en no usarlo a pesar de haber sido supuestamente contagiado.

Al menos el nuevo mandatario ya estableció una política agresiva para combatir la pandemia en lugar de la pasiva adoptada por su predecesor, el cual al inicio de la epidemia la calificó como una simple gripe más.

Para la recuperación económica Biden planteó un rescate de 1.9 billones de dólares, el mayor desde la crisis del 2008. Es una buena noticia no solo para los decaídos mercados financieros sino también para los millones de ciudadanos norteamericanos afectados por el desempleo y el cierre de empresas.

Los Estados Unidos son, junto con China, las dos más poderosas locomotoras de la economía mundial por lo que si logra superar la actual crisis en el menor tiempo posible beneficiará a las demás economías nacionales, sobre todo a la mexicana ya que somos su principal socio comercial.

En materia migratoria el mandatario norteamericano ordenó la suspensión inmediata del muro entre México y su país, la cual había sido una de las principales promesas de campaña de Trump que intentó llevar a cabo durante su gobierno. Además decidió fortalecer el DACA, el programa de protección a menores de edad que inmigraron ilegalmente a los EUA.

Asimismo, decretó la suspensión de la prohibición de ingreso de habitantes de algunos países musulmanes y la cancelación de la espera de los inmigrantes en México para tramitar sus juicios de asilo para poder estar en territorio estadounidense.

La postura política de Biden es borrar el pernicioso legado heredado por Trump en el menor tiempo posible, lo cual no deja de tener sus riesgos pues en algunos aspectos podría ser contraproducente para su intención conciliatoria de ser el presidente de todos.

Lo más significativo de la apuesta del nuevo presidente es que ha demostrado una actitud firme y propositiva con hechos, como la inclusión en su gabinete de funcionarios representativos de las minorías raciales, de género y de posturas libertarias, siendo su mejor ejemplo la vicepresidenta Kamala Harris.

El reto al que se enfrenta Biden no es fácil pues Trump dejó un país dividido, polarizado, con una seria crisis sanitaria, económica y política, además de la agudización de los conflictos raciales.

Por lo pronto ha demostrado en el inicio de su gobierno que aplicará una política diferente a la de su polémico antecesor y ha despertado una nueva esperanza en el escenario mundial, lo cual desde luego es positivo en este entorno tan adverso y sombrío que prevalece en la actualidad.


Joe Biden se convirtió en el presidente número 46 de los Estados Unidos de América al tomar protesta el 20 de enero de este año en una atípica ceremonia en la parte frontal oeste del Capitolio.

El mismo día se dio tiempo para firmar 17 decretos presidenciales para demostrar su firme intención de aplicar una política distinta a la de su antecesor. Son medidas que transforman la imagen internacional de los EUA como el regresar al acuerdo de París y a la OMS, los cuales abandonó Trump por pretextos sin fundamentos.

El retorno a la OMS beneficiará a este organismo pues los Estados Unidos era su mayor contribuyente, sobre todo si se toma en cuenta que es la nación con el mayor número de muertes y contagios por la Covid-19 en todo el mundo.

Para enfrentar la pandemia Biden prometió la vacunación de 100 millones en cien días, lo cual no deja de tener un tufillo populista parecido al del anterior presidente. Asimismo, ordenó el uso de cubre-bocas en las dependencias federales, la cual es una buena medida aunque parcial pues serán los estados los que decidan si también adoptan o no tal requisito preventivo.

El simple hecho de que el propio presidente utilice el tapabocas ahora en sus comparecencias públicas, sobre todo en la ceremonia de su juramento, es una imagen completamente diferente a la de un Trump empecinado en no usarlo a pesar de haber sido supuestamente contagiado.

Al menos el nuevo mandatario ya estableció una política agresiva para combatir la pandemia en lugar de la pasiva adoptada por su predecesor, el cual al inicio de la epidemia la calificó como una simple gripe más.

Para la recuperación económica Biden planteó un rescate de 1.9 billones de dólares, el mayor desde la crisis del 2008. Es una buena noticia no solo para los decaídos mercados financieros sino también para los millones de ciudadanos norteamericanos afectados por el desempleo y el cierre de empresas.

Los Estados Unidos son, junto con China, las dos más poderosas locomotoras de la economía mundial por lo que si logra superar la actual crisis en el menor tiempo posible beneficiará a las demás economías nacionales, sobre todo a la mexicana ya que somos su principal socio comercial.

En materia migratoria el mandatario norteamericano ordenó la suspensión inmediata del muro entre México y su país, la cual había sido una de las principales promesas de campaña de Trump que intentó llevar a cabo durante su gobierno. Además decidió fortalecer el DACA, el programa de protección a menores de edad que inmigraron ilegalmente a los EUA.

Asimismo, decretó la suspensión de la prohibición de ingreso de habitantes de algunos países musulmanes y la cancelación de la espera de los inmigrantes en México para tramitar sus juicios de asilo para poder estar en territorio estadounidense.

La postura política de Biden es borrar el pernicioso legado heredado por Trump en el menor tiempo posible, lo cual no deja de tener sus riesgos pues en algunos aspectos podría ser contraproducente para su intención conciliatoria de ser el presidente de todos.

Lo más significativo de la apuesta del nuevo presidente es que ha demostrado una actitud firme y propositiva con hechos, como la inclusión en su gabinete de funcionarios representativos de las minorías raciales, de género y de posturas libertarias, siendo su mejor ejemplo la vicepresidenta Kamala Harris.

El reto al que se enfrenta Biden no es fácil pues Trump dejó un país dividido, polarizado, con una seria crisis sanitaria, económica y política, además de la agudización de los conflictos raciales.

Por lo pronto ha demostrado en el inicio de su gobierno que aplicará una política diferente a la de su polémico antecesor y ha despertado una nueva esperanza en el escenario mundial, lo cual desde luego es positivo en este entorno tan adverso y sombrío que prevalece en la actualidad.