/ viernes 5 de junio de 2020

“Bienestar”

El “bienestar” ofrecido por AMLO es sólo una pesadilla vestida de gala.


AMLO afirma que los datos del PIB (Producto Interno Bruto) “no me importan mucho porque hay bienestar en el país”.

El “bienestar” normal hace referencia al conjunto de aquellas cosas que se necesitan para vivir bien. No, AMLO no nos ofrece “bienestar”, nos ofrece muy claramente pobreza, ya sea “republicana”, lo que eso pueda significar, pero más ciertamente pobreza “franciscana”, que es simplemente una pobreza plena, amplia y profunda para todos.

Para tener bienestar es obligatorio contar con los siguientes elementos: primero el dinero, el cual la 4ª lo presenta como un archienemigo, y como Hugo Chávez nos lo describió como “malo”, sin embargo es elemental y básico para satisfacer las necesidades materiales, así como salud, tiempo para el ocio y relaciones afectivas sanas, que son algunas de las cuestiones que contribuyen al bienestar de una persona. Se trata de un concepto totalmente subjetivo, que puede tener representaciones muy diferentes en la mente de cada individuo, dado que el bienestar está íntimamente relacionado con las necesidades y los gustos de las personas. Sin embargo, los seres humanos no siempre sabemos qué cosas nos hacen bien, y esto complica aún más la definición de este término, aunque Morena lo quiera definir como una aportación plena al “nuevo” sistema de esclavitud.

El “bienestar”, (como lo concibe la dictadura), nos demuestra que los conflictos no cambian a la persona y solamente exhiben su carácter. Casi todos hemos gastado dinero, tiempo y arriesgado hasta la salud en divertirnos, para darnos cuenta después que tal cosa no ha sido realmente importante y ni siquiera divertida.

Hace mucho alguien comentó que “el mucho aprender nos muestra lo poco que sabemos y la riqueza, un elemento del ‘bienestar’, lo poco que podemos gozar de ella”.

Hasta los de la clase media saben que existe un límite para satisfacer nuestras necesidades, así como los placeres y una vez llegado a este límite, lo que antes era bienestar, ahora se convierte en malestar y aburrimiento. Si el bienestar y el placer están en el “buen comer”, sabemos que más de tres comidas diarias son difíciles de digerir y que el dinero a nadie le regresa el apetito. Si está en el “buen vestir” encontramos cierta ropa incómoda y hasta ridícula. Si está en ingerir “buenas bebidas” no tardamos en darnos cuenta la terrible sensación del exceso. Aburrimiento e infelicidad son el producto de sobrepasar los límites en casi cualquier cosa.

En estos tiempos cada vez más materializados, encontramos que el más feliz es el que no tiene que desvelarse y gastarse su dinero en antros y cabarets, sino que más bien es el que disfruta de su trabajo. Pronto descubre que no hay realmente una buena vida y satisfacción fuera de un trabajo perseverante y un descanso moderado. Para ser feliz y tener “bienestar” sólo hay que ser moderado en todo, así como trabajar, no recibiendo becas y “apoyos” siendo unos mantenidos.

Es ideal tener lo suficiente para una vida cómoda y el tener o no tener mucho dinero no hace al hombre ni bueno ni malo, solamente hace que aflore su verdadero “yo”. Una persona feliz podrá agradecer y bendecir todo lo que recibe, así como también todo lo que le hace falta. Sin embargo, no hay que menospreciar la fortuna como nos lo solicita la dictadura. El sólo comer tortillas en lugar de pan, el sólo tener un par de zapatos bien desgastados; el tener sólo una camisa con el cuello roto, y un viejo Tsuru es el plan de la dictadura. En momentos de angustia, el tener recursos económicos es una bendición, además de que nos da ánimos y tranquilidad. Y toda fortuna bien habida debe ser digna de admiración, respeto y hasta de distinción por otros. Las buenas fortunas provienen de las buenas ideas. Es materializarlas y darles forma lo que importa.

Nunca es prudente culpar al que trabaja de nuestra pobreza, como lo implica AMLO, ni mucho menos culpar a nuestra honradez por lo mismo. No existe verdad alguna en eso que el pobre es el que mejor se porta, ni mucho menos en eso de que el pobre se lo merece todo. Para merecer hay que trabajar y existe satisfacción sin límite para aquel que es capaz de mantenerse fuera de problemas, de la cárcel y que prospera continuamente gracias a su trabajo constante y perseverante.

Un verdadero hombre es el que a pesar de sus escasos recursos, de su educación escolar incompleta, se convierte en persona útil y se ve y se siente totalmente satisfecho. El “bienestar” ofrecido por AMLO es sólo una pesadilla vestida de gala.

El “bienestar” ofrecido por AMLO es sólo una pesadilla vestida de gala.


AMLO afirma que los datos del PIB (Producto Interno Bruto) “no me importan mucho porque hay bienestar en el país”.

El “bienestar” normal hace referencia al conjunto de aquellas cosas que se necesitan para vivir bien. No, AMLO no nos ofrece “bienestar”, nos ofrece muy claramente pobreza, ya sea “republicana”, lo que eso pueda significar, pero más ciertamente pobreza “franciscana”, que es simplemente una pobreza plena, amplia y profunda para todos.

Para tener bienestar es obligatorio contar con los siguientes elementos: primero el dinero, el cual la 4ª lo presenta como un archienemigo, y como Hugo Chávez nos lo describió como “malo”, sin embargo es elemental y básico para satisfacer las necesidades materiales, así como salud, tiempo para el ocio y relaciones afectivas sanas, que son algunas de las cuestiones que contribuyen al bienestar de una persona. Se trata de un concepto totalmente subjetivo, que puede tener representaciones muy diferentes en la mente de cada individuo, dado que el bienestar está íntimamente relacionado con las necesidades y los gustos de las personas. Sin embargo, los seres humanos no siempre sabemos qué cosas nos hacen bien, y esto complica aún más la definición de este término, aunque Morena lo quiera definir como una aportación plena al “nuevo” sistema de esclavitud.

El “bienestar”, (como lo concibe la dictadura), nos demuestra que los conflictos no cambian a la persona y solamente exhiben su carácter. Casi todos hemos gastado dinero, tiempo y arriesgado hasta la salud en divertirnos, para darnos cuenta después que tal cosa no ha sido realmente importante y ni siquiera divertida.

Hace mucho alguien comentó que “el mucho aprender nos muestra lo poco que sabemos y la riqueza, un elemento del ‘bienestar’, lo poco que podemos gozar de ella”.

Hasta los de la clase media saben que existe un límite para satisfacer nuestras necesidades, así como los placeres y una vez llegado a este límite, lo que antes era bienestar, ahora se convierte en malestar y aburrimiento. Si el bienestar y el placer están en el “buen comer”, sabemos que más de tres comidas diarias son difíciles de digerir y que el dinero a nadie le regresa el apetito. Si está en el “buen vestir” encontramos cierta ropa incómoda y hasta ridícula. Si está en ingerir “buenas bebidas” no tardamos en darnos cuenta la terrible sensación del exceso. Aburrimiento e infelicidad son el producto de sobrepasar los límites en casi cualquier cosa.

En estos tiempos cada vez más materializados, encontramos que el más feliz es el que no tiene que desvelarse y gastarse su dinero en antros y cabarets, sino que más bien es el que disfruta de su trabajo. Pronto descubre que no hay realmente una buena vida y satisfacción fuera de un trabajo perseverante y un descanso moderado. Para ser feliz y tener “bienestar” sólo hay que ser moderado en todo, así como trabajar, no recibiendo becas y “apoyos” siendo unos mantenidos.

Es ideal tener lo suficiente para una vida cómoda y el tener o no tener mucho dinero no hace al hombre ni bueno ni malo, solamente hace que aflore su verdadero “yo”. Una persona feliz podrá agradecer y bendecir todo lo que recibe, así como también todo lo que le hace falta. Sin embargo, no hay que menospreciar la fortuna como nos lo solicita la dictadura. El sólo comer tortillas en lugar de pan, el sólo tener un par de zapatos bien desgastados; el tener sólo una camisa con el cuello roto, y un viejo Tsuru es el plan de la dictadura. En momentos de angustia, el tener recursos económicos es una bendición, además de que nos da ánimos y tranquilidad. Y toda fortuna bien habida debe ser digna de admiración, respeto y hasta de distinción por otros. Las buenas fortunas provienen de las buenas ideas. Es materializarlas y darles forma lo que importa.

Nunca es prudente culpar al que trabaja de nuestra pobreza, como lo implica AMLO, ni mucho menos culpar a nuestra honradez por lo mismo. No existe verdad alguna en eso que el pobre es el que mejor se porta, ni mucho menos en eso de que el pobre se lo merece todo. Para merecer hay que trabajar y existe satisfacción sin límite para aquel que es capaz de mantenerse fuera de problemas, de la cárcel y que prospera continuamente gracias a su trabajo constante y perseverante.

Un verdadero hombre es el que a pesar de sus escasos recursos, de su educación escolar incompleta, se convierte en persona útil y se ve y se siente totalmente satisfecho. El “bienestar” ofrecido por AMLO es sólo una pesadilla vestida de gala.