/ martes 31 de julio de 2018

Bolsas de plástico y paz


Hace unos años tuve la oportunidad de realizar una investigación de campo en Ruanda sobre los estragos del genocidio de 1994 y los métodos que hasta el día de hoy han empleado para lograr la paz, la reconciliación y el desarrollo.

Ese evento marcó la historia del país y actualmente, las heridas permanecen, por ello, continúan implementando programas y estrategias para alcanzar una verdadera transformación. La paz no significa el cese de violencia directa, es decir, los asesinatos, agresiones verbales y psicológicas, daños a infraestructuras, etc.; implica lograr una paz que vaya más allá del alto al fuego, que requiere modificar estructuras para que eventos trágicos no vuelvan a acaecer y
se logre estabilidad. Cuando acaban los “disparos” y todo ha quedado devastado, comienza el trabajo para construir la paz, por eso, hablar del tema resulta complejo, pues requiere tiempo, esfuerzo y dinero. Aunque algunos gobiernos y políticos incluyen el slogan de la paz en sus discursos, se queda sólo en palabras, pues quizá los resultados no sea visibles en su gobierno y eso no conviene políticamente.

Las medidas para lograrlo son variadas, desde implementar programas de reconciliación y desarrollo económico, hasta aquellas aparentemente “insignificantes” como prohibir las bolsas de plástico, pero que empoderan a la sociedad a alcanzar cosas extraordinarias. Al respecto, llegamos a la frontera entre Uganda y Ruanda y nos indicaron que bajáramos del vehículo para caminar a la aduana. Ahí, registraron minuciosamente nuestro equipaje, como si estuvieran buscando drogas. Fue paralizante, como si estuviese a punto de ser incriminada por algún delito, con una alta penalización. Y así fue. De pronto, el oficial sacó de mi maleta un champú que estaba envuelto en una bolsa de plástico, me miró inquisitivamente y logró hacerme sentir como una criminal. No sabía que las bolsas de plástico eran ilegales; la confiscaron y seguí mi camino. Los ciudadanos toman muy en serio esta medida para contribuir al orden en su país, lo que los ha llevado a recuperarse muy rápido en la reconstrucción de su nación.

Recientemente, Querétaro también adoptó la prohibición del uso de bolsas de plástico en unidades económicas, lo que seguramente tendrá un impacto para dar una oportunidad de vida al planeta, pues recordemos que la construcción de paz también es reconciliarse con el medioambiente, para enmendar sus perjuicios y construir una historia diferente.

La paz no tiene que ver con lo que pasa con la guerra y sus consecuencias en otra parte mundo, tiene que ver con voluntad política para lograr como prohibir las bolsas de plástico, y con elecciones diarias que con voluntad, puede transformar la realidad en algo mejor, como tener una sociedad más limpia, adoptando medidas que otros han tomado, que seguramente también funcionarán.


yanez_flor@hotmail.com




Hace unos años tuve la oportunidad de realizar una investigación de campo en Ruanda sobre los estragos del genocidio de 1994 y los métodos que hasta el día de hoy han empleado para lograr la paz, la reconciliación y el desarrollo.

Ese evento marcó la historia del país y actualmente, las heridas permanecen, por ello, continúan implementando programas y estrategias para alcanzar una verdadera transformación. La paz no significa el cese de violencia directa, es decir, los asesinatos, agresiones verbales y psicológicas, daños a infraestructuras, etc.; implica lograr una paz que vaya más allá del alto al fuego, que requiere modificar estructuras para que eventos trágicos no vuelvan a acaecer y
se logre estabilidad. Cuando acaban los “disparos” y todo ha quedado devastado, comienza el trabajo para construir la paz, por eso, hablar del tema resulta complejo, pues requiere tiempo, esfuerzo y dinero. Aunque algunos gobiernos y políticos incluyen el slogan de la paz en sus discursos, se queda sólo en palabras, pues quizá los resultados no sea visibles en su gobierno y eso no conviene políticamente.

Las medidas para lograrlo son variadas, desde implementar programas de reconciliación y desarrollo económico, hasta aquellas aparentemente “insignificantes” como prohibir las bolsas de plástico, pero que empoderan a la sociedad a alcanzar cosas extraordinarias. Al respecto, llegamos a la frontera entre Uganda y Ruanda y nos indicaron que bajáramos del vehículo para caminar a la aduana. Ahí, registraron minuciosamente nuestro equipaje, como si estuvieran buscando drogas. Fue paralizante, como si estuviese a punto de ser incriminada por algún delito, con una alta penalización. Y así fue. De pronto, el oficial sacó de mi maleta un champú que estaba envuelto en una bolsa de plástico, me miró inquisitivamente y logró hacerme sentir como una criminal. No sabía que las bolsas de plástico eran ilegales; la confiscaron y seguí mi camino. Los ciudadanos toman muy en serio esta medida para contribuir al orden en su país, lo que los ha llevado a recuperarse muy rápido en la reconstrucción de su nación.

Recientemente, Querétaro también adoptó la prohibición del uso de bolsas de plástico en unidades económicas, lo que seguramente tendrá un impacto para dar una oportunidad de vida al planeta, pues recordemos que la construcción de paz también es reconciliarse con el medioambiente, para enmendar sus perjuicios y construir una historia diferente.

La paz no tiene que ver con lo que pasa con la guerra y sus consecuencias en otra parte mundo, tiene que ver con voluntad política para lograr como prohibir las bolsas de plástico, y con elecciones diarias que con voluntad, puede transformar la realidad en algo mejor, como tener una sociedad más limpia, adoptando medidas que otros han tomado, que seguramente también funcionarán.


yanez_flor@hotmail.com