/ jueves 14 de enero de 2021

Burlesque electoral 2021


“En política son más los medios

los que justifican el fin”.

Albert Camus (1913 – 1960)


Durante el siglo XIX apareció un tipo de espectáculo teatral con género de comedia donde predominaba la parodia: el burlesque (del idioma italiano burla/broma) para ridiculizar al gobierno, satirizando lo socialmente inaceptable de los políticos de la época fecundados en un narcisismo sin límites, lo cual era objeto de burla y diversión de los espectadores que desde sus butacas gritaban eufóricos toda andanada de comentarios como forma de relajarse de los tiranos gobernantes.

A casi 200 años el burlesque se transformó en un teatro de variedades; sin embargo, nos hace recordar en la actualidad a los personajes en su mayoría que han surgido actualmente de las filas de los partidos, que han aprendido de este arte dramático una copiosa rutina para encontrar soluciones a todos los problemas sociales y económicos a sabiendas de no ser posible. Así es el oficio del político, donde la falsedad, el engaño y la mentira son a menudo los recursos más viables para lograr su cometido, aunque reciban rechiflas del electorado.

Saben que dentro de los electores son muchos más los ignorantes que los pensantes y sobre los cuales hay que prometerles lo inimaginable. Con los mismos discursos de siempre, culpando al pasado de todos los males y estableciendo futuras metas que jamás se han logrado en nuestra historia.

Así son nuestros políticos mexicanos de rabones y mediocres. Donde la soberbia los incauta una vez logrado un disputado puesto. Pareciera que la democracia es la culpable ante el argumento inexorable de que el pueblo es sabio y nunca se equivoca. Pueblo al que dominan con despensas, cartones de cerveza, láminas para techos, consultas y medicinas baratas, porciones de dinero que no alcanzan para nada, etc.

Con seguridad los candidatos a gobernador en Chihuahua, presidencias municipales y diputaciones habrán de “recitar” sus clásicas promesas de acabar con el hambre entre los indígenas, desterrar el narcotráfico, ofrecer salud de primer mundo, seguridad pública absoluta, becas a todos los estudiantes, carreteras, viviendas, etc. pareciera que no tienen empacho en tantas burdas mentiras en este frívolo burlesque electoral, hasta bajar el telón de esta ruin comedia.

Este es el pobre sustento de las campañas políticas, donde aún recuerdo al actual gobernador Corral (que voté por él) en su discurso de cierre de campaña en Ciudad Juárez, donde una de sus frases más aplaudidas sería: “Soy un hombre de palabra y de hechos”. Hoy habría que preguntarle dónde quedaron las palabras y cuáles fueron los hechos.



“En política son más los medios

los que justifican el fin”.

Albert Camus (1913 – 1960)


Durante el siglo XIX apareció un tipo de espectáculo teatral con género de comedia donde predominaba la parodia: el burlesque (del idioma italiano burla/broma) para ridiculizar al gobierno, satirizando lo socialmente inaceptable de los políticos de la época fecundados en un narcisismo sin límites, lo cual era objeto de burla y diversión de los espectadores que desde sus butacas gritaban eufóricos toda andanada de comentarios como forma de relajarse de los tiranos gobernantes.

A casi 200 años el burlesque se transformó en un teatro de variedades; sin embargo, nos hace recordar en la actualidad a los personajes en su mayoría que han surgido actualmente de las filas de los partidos, que han aprendido de este arte dramático una copiosa rutina para encontrar soluciones a todos los problemas sociales y económicos a sabiendas de no ser posible. Así es el oficio del político, donde la falsedad, el engaño y la mentira son a menudo los recursos más viables para lograr su cometido, aunque reciban rechiflas del electorado.

Saben que dentro de los electores son muchos más los ignorantes que los pensantes y sobre los cuales hay que prometerles lo inimaginable. Con los mismos discursos de siempre, culpando al pasado de todos los males y estableciendo futuras metas que jamás se han logrado en nuestra historia.

Así son nuestros políticos mexicanos de rabones y mediocres. Donde la soberbia los incauta una vez logrado un disputado puesto. Pareciera que la democracia es la culpable ante el argumento inexorable de que el pueblo es sabio y nunca se equivoca. Pueblo al que dominan con despensas, cartones de cerveza, láminas para techos, consultas y medicinas baratas, porciones de dinero que no alcanzan para nada, etc.

Con seguridad los candidatos a gobernador en Chihuahua, presidencias municipales y diputaciones habrán de “recitar” sus clásicas promesas de acabar con el hambre entre los indígenas, desterrar el narcotráfico, ofrecer salud de primer mundo, seguridad pública absoluta, becas a todos los estudiantes, carreteras, viviendas, etc. pareciera que no tienen empacho en tantas burdas mentiras en este frívolo burlesque electoral, hasta bajar el telón de esta ruin comedia.

Este es el pobre sustento de las campañas políticas, donde aún recuerdo al actual gobernador Corral (que voté por él) en su discurso de cierre de campaña en Ciudad Juárez, donde una de sus frases más aplaudidas sería: “Soy un hombre de palabra y de hechos”. Hoy habría que preguntarle dónde quedaron las palabras y cuáles fueron los hechos.