/ sábado 7 de abril de 2018

Caballerangos y depredadores

Cuando en la Primera Guerra Mundial, en Alemania, se crearon los primeros vehículos artillados, es decir los precursores de los tanques de guerra, se sustituyó al arma de caballería. En definitiva, eran cañones auto transportados que contaban con protección metálica y mucha más capacidad destructiva; eran mucho más eficaces que unos simples jinetes montados en sus frágiles caballos.

Sin embargo, en el ejército alemán sucedió un fenómeno curioso pues cada tanque contaba con un soldado más de los necesarios, y que además se quedaba en el lugar donde se preparaba el vehículo. La causa de este curioso fenómeno era que la artillería motorizada había sustituido a la caballería en la cual se contaba con un caballerango, quien era el responsable de atender al caballo del oficial que salía al combate, y así se quedó este absurdo fenómeno hasta que alguien se dio cuenta.

Este tipo de errores también lo encontramos en las empresas donde los trabajos se hacen de acuerdo a modelos ineficaces, “porque siempre se ha hecho así”.

Pienso que en todas las culturas podemos encontrar errores que se transmiten por tradición sin que a nadie les parezcan absurdos.

Un ejemplo, entre tantos otros, lo podemos apreciar en algunas familias, sobre todo cuando tienen una capacidad económica alta, pues les parece normal darles a los hijos una serie de bienes, paseos, cantidades de dinero en efectivo o a través de tarjetas de crédito “dado que son jóvenes y tienen derecho a divertirse”, con lo cual se corre el peligro de crear seres humanos que tienden a convertirse en depredadores, como lo fueron el su época los Raptors que vemos en las películas de “Jurassic Park”.

Con frecuencia nos encontramos con respuestas que nos hacen ver que las personas responsables de algún problema pueden ser muchas cosas, pero nos queda claro que no fueron precisamente eso: responsables.

Es evidente que educar a los hijos no es tarea fácil, pero cuando los padres de familia no se detienen a pensar y a estudiar sobre este delicado asunto los resultados pueden llegar a ser desastrosos. La exigencia en la labor de formación de los hijos no se contrapone con el cariño. Ojalá muchos lo entiendan.


www.padrealejandro.com


Cuando en la Primera Guerra Mundial, en Alemania, se crearon los primeros vehículos artillados, es decir los precursores de los tanques de guerra, se sustituyó al arma de caballería. En definitiva, eran cañones auto transportados que contaban con protección metálica y mucha más capacidad destructiva; eran mucho más eficaces que unos simples jinetes montados en sus frágiles caballos.

Sin embargo, en el ejército alemán sucedió un fenómeno curioso pues cada tanque contaba con un soldado más de los necesarios, y que además se quedaba en el lugar donde se preparaba el vehículo. La causa de este curioso fenómeno era que la artillería motorizada había sustituido a la caballería en la cual se contaba con un caballerango, quien era el responsable de atender al caballo del oficial que salía al combate, y así se quedó este absurdo fenómeno hasta que alguien se dio cuenta.

Este tipo de errores también lo encontramos en las empresas donde los trabajos se hacen de acuerdo a modelos ineficaces, “porque siempre se ha hecho así”.

Pienso que en todas las culturas podemos encontrar errores que se transmiten por tradición sin que a nadie les parezcan absurdos.

Un ejemplo, entre tantos otros, lo podemos apreciar en algunas familias, sobre todo cuando tienen una capacidad económica alta, pues les parece normal darles a los hijos una serie de bienes, paseos, cantidades de dinero en efectivo o a través de tarjetas de crédito “dado que son jóvenes y tienen derecho a divertirse”, con lo cual se corre el peligro de crear seres humanos que tienden a convertirse en depredadores, como lo fueron el su época los Raptors que vemos en las películas de “Jurassic Park”.

Con frecuencia nos encontramos con respuestas que nos hacen ver que las personas responsables de algún problema pueden ser muchas cosas, pero nos queda claro que no fueron precisamente eso: responsables.

Es evidente que educar a los hijos no es tarea fácil, pero cuando los padres de familia no se detienen a pensar y a estudiar sobre este delicado asunto los resultados pueden llegar a ser desastrosos. La exigencia en la labor de formación de los hijos no se contrapone con el cariño. Ojalá muchos lo entiendan.


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