/ sábado 6 de abril de 2019

Cámaras, partidos, sindicatos, etc

Estamos viviendo una situación excepcional que va desde la crisis institucional hasta desastres organizacionales, o de plano la inactividad por incapacidad, en buena parte de las organizaciones que deberían de participar constructivamente en la vida política estatal y nacional.

La crisis política y financiera que desató Echeverría en la década de los años 70, que culminó con la estatización de la banca con López Portillo en la década de los años 80, pudo ser resuelta gracias a la participación decidida, responsable y madura de las cámaras empresariales del país.

Transcurrieron tres décadas de experimentación política partidista, donde surgieron nuevos partidos políticos, que de partidos algunos nada tienen. Camarillas, grupitos y mafias que, en lugar de fortalecer la democracia de México, se dedicaron a repartirse las migajas petroleras millonarias que caían de la mesa de los gobiernos.

Independientemente del circo mediático diario, los partidos políticos hoy realmente muy poco nos ofrecen a los ciudadanos, salvo las ocurrencias y una que otra declaración sensata, donde a nivel federal el poder realmente está concentrado en López Obrador y una camarilla multicolor que todos los días friccionan entre ellos y dan la nota.

Cuando los partidos políticos se debilitan institucionalmente, se llenan de grillos y oportunistas y no forman políticos, entonces la sociedad necesita refugiarse en otras organizaciones, donde desde el punto de vista de los trabajadores están los sindicatos, pero a la fecha no se han curado de una corrupción crónica que les contagió el PRI y sus eternos secretarios generales.

Mientras que la famosísima sociedad civil las ONG y OSC no terminan de madurar y la mayoría se circunscriben a diminutos grupos más pendientes de hacer crecer una imagen mediática que desborda su capacidad real.

Ante semejante escenario, de nuevo, sólo nos quedan las cámaras empresariales como alternativa ante la locura, barbaridades y debilidad de los partidos, los sindicatos y la sociedad civil, pero como pudimos observar en los últimos días en la elección de la nueva dirigencia de Canaco y la Unión Ganadera, no podemos ser optimistas, después del espectáculo de carpa que nos ofrecieron.

La importancia que adquirieron las cámaras empresariales en Chihuahua durante la década de los 80 se prestó para que varios y poco importantes empresarios decidieran participar para sobresalir en la política, donde lamentablemente quienes deberían de haber llegado a ser presidentes, las cabezas de las empresas y los grupos importantes que se podían de hablar de tú con el gobernador y los presidentes municipales, se hicieron a un lado para no verse involucrados en el choque de trenes entre el PRI y el PAN.

Para ser presidente de una cámara empresarial se necesita tener liderazgo económico, social y personal. Cuando quien llega a ser presidente no es la cabeza o miembro de un grupo empresarial, comercial o industrial con poder, la ambiciosa o el ambicioso no estarán en condiciones de negociar con firmeza y determinación los intereses de su gremio con los políticos y gobernantes del momento.

Porque si bien es cierto que las leyes permiten que cualquier mexicano aspire a un puesto de elección popular y los reglamentos de las cámaras que cualquier socio compita para dirigirlas, se debe tener un poco de sensatez antes de lanzarse al ruedo, donde sugiero se miren en el espejo y se contesten una pregunta básica, ¿puedo negociar e interactuar en condiciones de igualdad con el gobernador, presidente municipal, diputados, etc., al promover y proteger los intereses de mis asociados?, en pocas palabras, ¿soy peso completo o peso mosca?


Estamos viviendo una situación excepcional que va desde la crisis institucional hasta desastres organizacionales, o de plano la inactividad por incapacidad, en buena parte de las organizaciones que deberían de participar constructivamente en la vida política estatal y nacional.

La crisis política y financiera que desató Echeverría en la década de los años 70, que culminó con la estatización de la banca con López Portillo en la década de los años 80, pudo ser resuelta gracias a la participación decidida, responsable y madura de las cámaras empresariales del país.

Transcurrieron tres décadas de experimentación política partidista, donde surgieron nuevos partidos políticos, que de partidos algunos nada tienen. Camarillas, grupitos y mafias que, en lugar de fortalecer la democracia de México, se dedicaron a repartirse las migajas petroleras millonarias que caían de la mesa de los gobiernos.

Independientemente del circo mediático diario, los partidos políticos hoy realmente muy poco nos ofrecen a los ciudadanos, salvo las ocurrencias y una que otra declaración sensata, donde a nivel federal el poder realmente está concentrado en López Obrador y una camarilla multicolor que todos los días friccionan entre ellos y dan la nota.

Cuando los partidos políticos se debilitan institucionalmente, se llenan de grillos y oportunistas y no forman políticos, entonces la sociedad necesita refugiarse en otras organizaciones, donde desde el punto de vista de los trabajadores están los sindicatos, pero a la fecha no se han curado de una corrupción crónica que les contagió el PRI y sus eternos secretarios generales.

Mientras que la famosísima sociedad civil las ONG y OSC no terminan de madurar y la mayoría se circunscriben a diminutos grupos más pendientes de hacer crecer una imagen mediática que desborda su capacidad real.

Ante semejante escenario, de nuevo, sólo nos quedan las cámaras empresariales como alternativa ante la locura, barbaridades y debilidad de los partidos, los sindicatos y la sociedad civil, pero como pudimos observar en los últimos días en la elección de la nueva dirigencia de Canaco y la Unión Ganadera, no podemos ser optimistas, después del espectáculo de carpa que nos ofrecieron.

La importancia que adquirieron las cámaras empresariales en Chihuahua durante la década de los 80 se prestó para que varios y poco importantes empresarios decidieran participar para sobresalir en la política, donde lamentablemente quienes deberían de haber llegado a ser presidentes, las cabezas de las empresas y los grupos importantes que se podían de hablar de tú con el gobernador y los presidentes municipales, se hicieron a un lado para no verse involucrados en el choque de trenes entre el PRI y el PAN.

Para ser presidente de una cámara empresarial se necesita tener liderazgo económico, social y personal. Cuando quien llega a ser presidente no es la cabeza o miembro de un grupo empresarial, comercial o industrial con poder, la ambiciosa o el ambicioso no estarán en condiciones de negociar con firmeza y determinación los intereses de su gremio con los políticos y gobernantes del momento.

Porque si bien es cierto que las leyes permiten que cualquier mexicano aspire a un puesto de elección popular y los reglamentos de las cámaras que cualquier socio compita para dirigirlas, se debe tener un poco de sensatez antes de lanzarse al ruedo, donde sugiero se miren en el espejo y se contesten una pregunta básica, ¿puedo negociar e interactuar en condiciones de igualdad con el gobernador, presidente municipal, diputados, etc., al promover y proteger los intereses de mis asociados?, en pocas palabras, ¿soy peso completo o peso mosca?