/ viernes 5 de agosto de 2022

Camino Real | Historia de la migración siria por el estado de Chihuahua III

Por: Iván González-Ibarra


De acuerdo con la anterior entrega, la ciudad de “El Paso fue una puerta de entrada para los inmigrantes sirio-libaneses que tenían la intención de establecerse en el suroeste o el oeste de Estados Unidos…”, aunque también influía bastante el hecho de que las restricciones sanitarias en la estación migratoria de esta frontera eran más laxas que las de su contraparte en Ellis Island.

Como muchos otras poblaciones migrantes de principios del siglo XX, los sirio-libaneses eran examinados físicamente a su entrada a los Estados Unidos por personal del Servicio de Salud Pública, quienes buscaban prevenir el ingreso y la propagación de enfermedades como la tuberculosis, el favus y el tracoma (enfermedad ocular altamente contagiosa y que puede llevar a la ceguera, es causada por la bacteria Chlamydia trachomatis).

El tracoma genera carnosidades alrededor de los ojos y es una enfermedad común en lugares desérticos y con poco acceso a agua limpia. Los sirios eran señalados como los principales portadores de tracoma, por esa razón buscaban evadir los centros de inspección sanitaria. En su búsqueda por llegar a los Estados Unidos, adoptaron rutas y espacios que les permitieron ingresar de manera más sencilla, aunque al igual que hoy en día, eran víctimas de trata de personas, entre otras peripecias y estafas.

¿Qué motivó la investigación encubierta de las rutas que seguían los migrantes sirio-libaneses por México hacia los Estados Unidos? La denuncia anónima al Servicio de Inmigración Norteamericano de una red de corrupción médica y extorsión a migrantes sirio-libaneses, conducida entre las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez, por un médico interino del Departamento de Salud Pública: el Dr. Edward D. Sinks.

La estafa funcionaba de la siguiente manera: Kalil Koury, quien dirigía una pensión de migrantes en Cd. Juárez, llevaba a los sirio-libaneses al puente Santa Fe, en donde eran inspeccionados por Sinks, quien siempre e indistintamente les negaba la entrada bajo la consigna de ser portadores de tracoma. Así, bajo la recomendación del médico migratorio, Koury los llevaba a consulta con un segundo galeno que consultaba en Ciudad Juárez y El Paso: el Dr. John W. Coffin. Éste último les otorgaba a los “enfermos” un tratamiento con gotas de sulfato de plata durante al menos un mes.

Así, todos ganaban: Coffin cobraba 20 dólares por el tratamiento, del cual se infiere que le daba al menos la mitad a Sinks; Koury, por su parte, ganaba con el alojamiento a razón de tres dólares por semana y los sirios-libaneses lograban pasar legalmente la frontera hacia los Estados Unidos. No sabemos exactamente quién denunció la estafa, pero la molestia por el incremento del costo del “tratamiento”, que pasó de 20 a 25 dólares, pudiese ser la razón que motivó a más de uno de los involucrados a traicionar a los otros.

Esta historia es contada en diversas fuentes en ambos lados de la frontera, del lado mexicano es narrada por el Dr. Carlos González-Herrera en su texto “La Frontera que vino del Norte”, publicado por la editorial Taurus en 2007. Del lado norteamericano, la cuenta la Dra. Ann R. Gabbert en su texto “El Paso, A Sight for Sore Eyes: Medical and Legal Aspects of Syrian Immigration, 1906–1907”, publicado en 2002 por la editorial Taylor & Francis, Ltd., también se incluye en “Between Arab and White: Race and Ethnicity in the Early Syrian American Diaspora”, de la autora Sarah Gualtieri y publicado por la Universidad de California en 2009.

\u0009¿Qué lugares y rutas se mencionan en esta investigación encubierta de principios del siglo XX? Continuará…


Por: Iván González-Ibarra


De acuerdo con la anterior entrega, la ciudad de “El Paso fue una puerta de entrada para los inmigrantes sirio-libaneses que tenían la intención de establecerse en el suroeste o el oeste de Estados Unidos…”, aunque también influía bastante el hecho de que las restricciones sanitarias en la estación migratoria de esta frontera eran más laxas que las de su contraparte en Ellis Island.

Como muchos otras poblaciones migrantes de principios del siglo XX, los sirio-libaneses eran examinados físicamente a su entrada a los Estados Unidos por personal del Servicio de Salud Pública, quienes buscaban prevenir el ingreso y la propagación de enfermedades como la tuberculosis, el favus y el tracoma (enfermedad ocular altamente contagiosa y que puede llevar a la ceguera, es causada por la bacteria Chlamydia trachomatis).

El tracoma genera carnosidades alrededor de los ojos y es una enfermedad común en lugares desérticos y con poco acceso a agua limpia. Los sirios eran señalados como los principales portadores de tracoma, por esa razón buscaban evadir los centros de inspección sanitaria. En su búsqueda por llegar a los Estados Unidos, adoptaron rutas y espacios que les permitieron ingresar de manera más sencilla, aunque al igual que hoy en día, eran víctimas de trata de personas, entre otras peripecias y estafas.

¿Qué motivó la investigación encubierta de las rutas que seguían los migrantes sirio-libaneses por México hacia los Estados Unidos? La denuncia anónima al Servicio de Inmigración Norteamericano de una red de corrupción médica y extorsión a migrantes sirio-libaneses, conducida entre las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez, por un médico interino del Departamento de Salud Pública: el Dr. Edward D. Sinks.

La estafa funcionaba de la siguiente manera: Kalil Koury, quien dirigía una pensión de migrantes en Cd. Juárez, llevaba a los sirio-libaneses al puente Santa Fe, en donde eran inspeccionados por Sinks, quien siempre e indistintamente les negaba la entrada bajo la consigna de ser portadores de tracoma. Así, bajo la recomendación del médico migratorio, Koury los llevaba a consulta con un segundo galeno que consultaba en Ciudad Juárez y El Paso: el Dr. John W. Coffin. Éste último les otorgaba a los “enfermos” un tratamiento con gotas de sulfato de plata durante al menos un mes.

Así, todos ganaban: Coffin cobraba 20 dólares por el tratamiento, del cual se infiere que le daba al menos la mitad a Sinks; Koury, por su parte, ganaba con el alojamiento a razón de tres dólares por semana y los sirios-libaneses lograban pasar legalmente la frontera hacia los Estados Unidos. No sabemos exactamente quién denunció la estafa, pero la molestia por el incremento del costo del “tratamiento”, que pasó de 20 a 25 dólares, pudiese ser la razón que motivó a más de uno de los involucrados a traicionar a los otros.

Esta historia es contada en diversas fuentes en ambos lados de la frontera, del lado mexicano es narrada por el Dr. Carlos González-Herrera en su texto “La Frontera que vino del Norte”, publicado por la editorial Taurus en 2007. Del lado norteamericano, la cuenta la Dra. Ann R. Gabbert en su texto “El Paso, A Sight for Sore Eyes: Medical and Legal Aspects of Syrian Immigration, 1906–1907”, publicado en 2002 por la editorial Taylor & Francis, Ltd., también se incluye en “Between Arab and White: Race and Ethnicity in the Early Syrian American Diaspora”, de la autora Sarah Gualtieri y publicado por la Universidad de California en 2009.

\u0009¿Qué lugares y rutas se mencionan en esta investigación encubierta de principios del siglo XX? Continuará…