/ sábado 11 de noviembre de 2017

Campaña farmacéutica

Gracias a Dios, mi visita a consultorios médicos ha sido esporádica, pero las últimas veces que he estado en un lugar de éstos busco entretenerme con alguna lectura y lo único que encuentro en esas salas son revistas médicas, esas que anuncian enfermedades y medicamentos para las mismas. Pero el otro día acompañé a una persona al médico y me llamó la atención que había libros interesantes que hojear. Uno de historia, otros de animales y naturaleza, así que me dispuse a esperar entretenida con información y formación relajante, textos interesantes, fotografías excelentes, descriptivas, hermosas. Y ahí estaba en eso de pasar el tiempo con algo positivo, cuando de repente un sonidito llamó mi atención, una televisión con volumen moderado a suene y suene, volteo y ahí como en tantos y todos lados estaba una pantalla que invade e insiste. Dejé el libro que estaba mirando un momento, para ver qué se exhibía en la pantalla, y se estaba compartiendo una receta de cocina de un postre saludable ¡Ah, qué rico! Y la memoricé porque me gustaron los ingredientes. Pero después siguió una letanía de algo muy incómodo para mis oídos, algo que mi inconsciente seguramente ya escuchaba desde que entré al lugar pero no estaba en mi atención: Descripción de todos esos males que en ese consultorio se tratan, enfermedades que podrían presentarse o ya están presentes, toda una letanía de los síntomas y sobre todo la mención del medicamento maravilloso que ofrece la farmacéutica para tomar el resto de la vida. Y al final los efectos secundarios del fármaco en una obligada pero escueta mención.

Literalmente me sentí en un entrenamiento, oyendo una y otra vez cómo puede fallar el organismo, oyendo palabras clave para adoptar un mal que con esa mención intermitente y constante entrena para vivir los síntomas y adoptar eso que se escucha y escucha constantemente, aun sin estar consciente.

Más tarde ese mismo día llegué al comedor de un hotel donde tampoco puede faltar la televisión como parte del entorno. Noticias, muchas noticias, y el 90 por ciento de los comerciales son de medicamentos, se describen esas enfermedades que ha adoptado la humanidad como inevitables, y después la recomendación de un nuevo medicamento como solución a todos los incómodos síntomas y al final la mención de efectos secundarios, que quisieran no mencionar, pero lo hacen por ley.

Muchos programas de televisión son invadidos por esta insistencia de la industria farmacéutica, muchos sitios de internet empiezan con anuncios de medicamentos, por aquí y por allá se aparecen ¡una epidemia mediática! Y ahora los consultorios médicos con esa repetición constante televisada de males ¡Qué horror! ¡Estamos invadidos con un entrenamiento que a veces ni siquiera sabemos qué estamos recibiendo! Una sutil forma de insistir, persistir, y conseguir un paciente, un importante cliente, que genere ganancias a una industria que un día se enfocó a la salud y hoy su prioridad es tener enfermos cautivos, consumidores de fármacos por largas temporadas, o para toda la vida.

¡Esto es sin duda una campaña fuertísima de la industria farmacéutica! Una mercadotecnia sutil, que quiere atrapar a todos los posibles.

Esto yo lo calificaría de otra hipnosis del mundo del consumismo, convencer a las personas de que están enfermas y lo van a seguir estando.

Recuerdo que un día la esposa de un médico me contó de esas convenciones que hace la industria farmacéutica, viajes a todo lujo para sus queridos médicos que con tanta eficacia proporcionan consumidores a la poderosa empresa de fármacos.

Volteemos a ver todas las farmacias que hay en la ciudad, todo ese empuje al consumo de medicamentos ¡Definitivamente una campaña aplastante que necesita enfermos!

Por eso es de suma importancia que aprendamos a conocernos, a ubicar con serenidad esos llamados que nos hace el cuerpo, la mente, el espíritu, para que atendamos nuestro ser en sus primeros síntomas, irnos al origen mental y emocional que los genera, para sanar desde ahí.

Según la medicina preventiva y natural, antes de caer enfermo hay siete señales que da el organismo, la mente, el espíritu, para que nos atendamos, por eso es tan importante que estemos presentes en lo que nos acontece. El ser humano es una joya con infinidad de posibilidades regeneradoras, estamos compuestos de diferentes esencias, y para la salud integral hay que considerarlas todas: mente, espíritu y cuerpo. Cuando enfermamos, algo anda mal en las tres.

P.D. Sería “sano” evitar a toda costa estar oyendo esta campaña,

Gracias a Dios, mi visita a consultorios médicos ha sido esporádica, pero las últimas veces que he estado en un lugar de éstos busco entretenerme con alguna lectura y lo único que encuentro en esas salas son revistas médicas, esas que anuncian enfermedades y medicamentos para las mismas. Pero el otro día acompañé a una persona al médico y me llamó la atención que había libros interesantes que hojear. Uno de historia, otros de animales y naturaleza, así que me dispuse a esperar entretenida con información y formación relajante, textos interesantes, fotografías excelentes, descriptivas, hermosas. Y ahí estaba en eso de pasar el tiempo con algo positivo, cuando de repente un sonidito llamó mi atención, una televisión con volumen moderado a suene y suene, volteo y ahí como en tantos y todos lados estaba una pantalla que invade e insiste. Dejé el libro que estaba mirando un momento, para ver qué se exhibía en la pantalla, y se estaba compartiendo una receta de cocina de un postre saludable ¡Ah, qué rico! Y la memoricé porque me gustaron los ingredientes. Pero después siguió una letanía de algo muy incómodo para mis oídos, algo que mi inconsciente seguramente ya escuchaba desde que entré al lugar pero no estaba en mi atención: Descripción de todos esos males que en ese consultorio se tratan, enfermedades que podrían presentarse o ya están presentes, toda una letanía de los síntomas y sobre todo la mención del medicamento maravilloso que ofrece la farmacéutica para tomar el resto de la vida. Y al final los efectos secundarios del fármaco en una obligada pero escueta mención.

Literalmente me sentí en un entrenamiento, oyendo una y otra vez cómo puede fallar el organismo, oyendo palabras clave para adoptar un mal que con esa mención intermitente y constante entrena para vivir los síntomas y adoptar eso que se escucha y escucha constantemente, aun sin estar consciente.

Más tarde ese mismo día llegué al comedor de un hotel donde tampoco puede faltar la televisión como parte del entorno. Noticias, muchas noticias, y el 90 por ciento de los comerciales son de medicamentos, se describen esas enfermedades que ha adoptado la humanidad como inevitables, y después la recomendación de un nuevo medicamento como solución a todos los incómodos síntomas y al final la mención de efectos secundarios, que quisieran no mencionar, pero lo hacen por ley.

Muchos programas de televisión son invadidos por esta insistencia de la industria farmacéutica, muchos sitios de internet empiezan con anuncios de medicamentos, por aquí y por allá se aparecen ¡una epidemia mediática! Y ahora los consultorios médicos con esa repetición constante televisada de males ¡Qué horror! ¡Estamos invadidos con un entrenamiento que a veces ni siquiera sabemos qué estamos recibiendo! Una sutil forma de insistir, persistir, y conseguir un paciente, un importante cliente, que genere ganancias a una industria que un día se enfocó a la salud y hoy su prioridad es tener enfermos cautivos, consumidores de fármacos por largas temporadas, o para toda la vida.

¡Esto es sin duda una campaña fuertísima de la industria farmacéutica! Una mercadotecnia sutil, que quiere atrapar a todos los posibles.

Esto yo lo calificaría de otra hipnosis del mundo del consumismo, convencer a las personas de que están enfermas y lo van a seguir estando.

Recuerdo que un día la esposa de un médico me contó de esas convenciones que hace la industria farmacéutica, viajes a todo lujo para sus queridos médicos que con tanta eficacia proporcionan consumidores a la poderosa empresa de fármacos.

Volteemos a ver todas las farmacias que hay en la ciudad, todo ese empuje al consumo de medicamentos ¡Definitivamente una campaña aplastante que necesita enfermos!

Por eso es de suma importancia que aprendamos a conocernos, a ubicar con serenidad esos llamados que nos hace el cuerpo, la mente, el espíritu, para que atendamos nuestro ser en sus primeros síntomas, irnos al origen mental y emocional que los genera, para sanar desde ahí.

Según la medicina preventiva y natural, antes de caer enfermo hay siete señales que da el organismo, la mente, el espíritu, para que nos atendamos, por eso es tan importante que estemos presentes en lo que nos acontece. El ser humano es una joya con infinidad de posibilidades regeneradoras, estamos compuestos de diferentes esencias, y para la salud integral hay que considerarlas todas: mente, espíritu y cuerpo. Cuando enfermamos, algo anda mal en las tres.

P.D. Sería “sano” evitar a toda costa estar oyendo esta campaña,

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